Debemos acabar de una vez con las decadentes corralejas
Opinión

Debemos acabar de una vez con las decadentes corralejas

Por:
enero 21, 2015
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El gobernador de Bolívar, Juan Carlos Gossain, va a consultar a los ciudadanos el próximo 20 de febrero sobre si quieren acabar con las decadentes y violentas corralejas. Con el solo anuncio se anota tremendo hit, adelantándose a varios parlamentarios que tienen el proyecto listo desde los bochornosos hechos de Turbaco, Bolívar, con que estrenamos el 2015.

Este 4 de enero, un grupo de enardecidos “taurinos”, “asesinaron” a un indefenso toro en Turbaco, asestándole una puñalada en una arteria entre el cráneo y el cuello, que le produjo una terrible hemorragia reduciéndolo a la arena. Para sorpresa del país entero, de inmediato, cual aves de rapiña le cayó al pobre animal, una multitud de borrachos que lo destrozaron, a punta de pedradas, botellazos y brutales patadas. ¿Será que se puede llamar “humanos” a estos bárbaros que masacran a un toro acorralado y aturdido

Advierto que los tres videos incluidos no son para personas sensibles.

El 10 de enero, en Buenavista, Sucre, más de veinte “taurinos, armados de cuchillos”, excitados por la borrachera, “descuartizaron vivo” a un caballo sin mostrar la menor piedad:

https://www.youtube.com/watch?v=u3nmvWJItO4

¿Creen que se necesita una prueba más, para acabar con las decadentes y violentas corralejas? Estos horribles hechos solo demuestran que el problema no es solo de maltrato a indefensos animales, sino que estos “espectáculos” sacan a flote los peores instintos de seres primitivos, induciéndolos a comportarse como bestias o alimañas.

Aprovecho y muestro, para quienes aún no son animalistas, como en 2010, un “mantero[1]” murió tras una espantosa cornada, que demuestra una vez más la barbarie de este cavernario espectáculo

¿Vamos a permitir que se siga esgrimiendo la manida excusa de que semejante brutalidad forma parte de nuestra tradición cultural? Con ese mismo argumento existirían en Roma las luchas entre gladiadores, que fueron suspendidas, con la llegada del cristianismo en el siglo V de nuestra era, precisamente por atroces y sangrientas.

¿Qué diversión puede ser, ver a una parranda de borrachos exponiendo sus vidas manteando vaquillas animados por el licor y la bulla? ¿Será que necesitan mostrar su “hombría” lanzándose ebrios a apuñalear cobardemente a un toro o a descuartizar a un inocente caballo? Aunque lo cierto es que todo es posible dentro de las primitivas y machistas sociedades que dan pie a esta clase de violentos espectáculos.

He tenido dos pavorosas experiencias de corralejas. Siendo niña fuimos con todos mis primos a las hoy, tristemente célebres fiestas de Turbaco, a comer fritos, una tradición cartagenera. Llegando al pueblo, una parranda de borrachos bajó a mis hermanos y primos de la camioneta y montaron un herido. Hasta allí llegó la fiesta, recuerdo a mi papá comprando Pasiflorina por temor para calmarnos a mi hermano menor y a mí, y manguera en mano lavando la sangre del platón. Los escuché jurar y rejurar no regresar, ni a Turbaco, ni a otra fiesta de pueblo.

Años después, con un grupo de amigos pero sintiendo que algo malo hacía, porque el herido de Turbaco seguía vivo en mi memoria, fuimos a las fiestas de Arenal (San Estanislao de Kostka, Bolívar). Sentada en las graderías, miré hacia abajo y descubrí con horror que los palos que sostenían la corraleja no estaban claveteados sino “amarrados con majagua”. Disimuladamente salí y cuando lo hacía una de mis amigas se tapaba los ojos con las manos dando histéricos alaridos mientras su primitivo “macho-novio” se pavoneaba borracho en el ruedo sin camisa. De regreso en la casa de los abuelos de una prima, pedí “el chance” al primer carro conocido que salió de vuelta para Cartagena.

Esta es “la diversión” que el Congreso debería acabar de un plumazo en este año.

[1]Nombre que reciben los espontáneos que se tiran al ruedo a mantear las vaquillas en las CORRALEJAS.

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