De muertos, vidrios y marchas

De muertos, vidrios y marchas

"Quizás nuestro mayor triunfo no sea que no haya cristales rotos, sino que estos no pesen más que nuestra miseria, que nuestros muertos"

Por: Yarley García
noviembre 12, 2019
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De muertos, vidrios y marchas
Foto: Las2orillas

Colombia no solo carga en su historia la herencia ser una patria boba, sino muda. Nos hemos tragado las injusticias, los robos, las obras a medias, los puentes caídos, la gerencia de un metro imaginario, las violaciones como arma de guerra, desplazamiento, los secuestros, los muertos, los buenos muertos, las estadísticas, las versiones oficiales, los caudillos, la izquierda, la derecha, el centro... Las negaciones oficiales.

También hemos visto de lejos la dignidad de los vecinos de los que alguna vez nos hemos burlado. Ecuador, Chile y Argentina han castigado en las calles y las urnas a las políticas de despojo de sus gobiernos; mientras tanto nosotros nos reventamos en redes pensando que nos quebrará lo suficiente como para salir a las calles y parar la mierda que hasta hoy ha sido nuestra suerte.

Entonces, después de mucho y sin estar seguros de que haya sido suficiente, por fin hemos decidido parar.

Nuestro paro no es como el de las revoluciones de antaño que nos trajeron los derechos que hoy tenemos, sin embargo, unos cuantos, los que históricamente o a punta de sangre, micos legislativos y toda suerte de trampa han ostentado el poder, pretenden decirnos cómo se deben gestar y llevar las resistencias.

El país no debe ser colapsado. La protesta es un derecho que, de preferencia debería ser ejercido en domingo y sobre los andenes, en silencio y sin molestar mucho; dañar vidrios y paredes es un asunto inadmisible, merece las primeras planas en medios y el repudio nacional. En ese caso no hablamos de bobaditas como matar a un exguerrillero que se dedicaba al campo, o bombardear a niños que eran víctimas de esta guerra que ha vuelto a instalarse en nuestra casa, esas son proezas que hacen a un ministro como Botero, merecedor de homenajes.

Marchar es sin lugar a dudas, ser un títere de la izquierda mundial, del chavismo que pone sus huevitos en el mundo para dominarlo; es ser un mamerto, vago, un muerto de hambre que lo quiere todo gratis, un indeseable que bien podría clasificarse como un buen muerto; marchar en Colombia, en épocas uribistas también es ser un golpista.

Además, la protesta puede ser una forma de morir más rápido, de ser señalados, de volvernos objetivo militar y paramilitar, pero lo haremos. Al final siendo callados y sumisos, cegándonos ante la miseria de indígenas y campesinos; siendo humillados por el mundo que nos reconoce como un narcoestado no hemos tenido un destino diferente.

Esta clase media que se va acercando cada vez más a la pobreza y estos pobres que son mayoría, unidos son un pueblo. ¿A quién explotarían si nos matan a todos? ¿De dónde sacarían mano de obra barata, impuestos para recaudar, pobres a quienes endeudar media vida por el derecho a educarse? Si nos matan a todos, ¿qué pobres quedarían para ser guerrilleros o soldados en el gran negocio de la guerra?

En el paro nacional que nos convoca a la inmensa mayoría que sin distingo de credo, raza o tendencia política sufrimos en alguna medida, de este desgobierno que quiere saquearlo todo y jodernos más. Quizás nuestro mayor triunfo no sea que no haya vidrios rotos, sino que estos no pesen más que nuestra miseria, que nuestros muertos.

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