De la salud como derecho y la desigualdad social

De la salud como derecho y la desigualdad social

Una perspectiva sobre este importante tema que se encuentra más en auge que nunca

Por: LUZ KARIME MUÑOZ GUERRERO
octubre 23, 2020
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De la salud como derecho y la desigualdad social

Teniendo en cuenta que Colombia y Latinoamérica son de las regiones con cuarentenas más largas, estas no solo agotan sus recursos materiales y económicos sino también emocionales. Allí se buscan diferentes herramientas para no solo sobrellevar el virus, sino también poder sobrevivir en medio de una situación de pobreza y desigualdad. Es importante mencionar que la actividad económica a nivel mundial está cayendo y con ella los impactos negativos sobre determinadas regiones, así como también hoy América latina es foco de contagio de la pandemia que ha paralizado al mundo coronavirus (COVID-19) está también ha sido muy distinta según el nivel socioeconómico que la persona posea.

Colombia es un país que está lleno de contrastes y es que el incremento del virus se da precisamente cuando en el mes de abril se abren algunas excepciones, donde el trabajador de base e informal tenía que salir de su casa para poder llevar el sustento económico poniendo en riesgo no solo su vida si no también la de su familia, en su mayoría los trabajadores colombianos ayudaron al sector económico, pero fueron muchos los casos los que llevaron a un pico de pandemia en medio del confinamiento. Las desigualdades sociales y económicas que se viven en Colombia han dado para que los más vulnerables sean los más afectados con el confinamiento y el virus. Según el informe de la Cepal Informe Especial COVID-19 las industrias de productos no esenciales también enfrentan problemas derivados del confinamiento, cuando este ha implicado detener sus actividades. Es importante mencionar que “hay una importante merma de los ingresos de las empresas, lo que dificulta el acceso a crédito y, en muchos casos, lleva al cierre final. En algunos países, la construcción también se ha visto muy afectada por la paralización de obras y la elevada incertidumbre que afecta la puesta en marcha de nuevos proyectos” (Hernández. A, 2020).

Por otro lado, la brecha digital se hace más evidente que nunca ante la crisis que se vive con la COVID-19, y con ella, las desigualdades en el acceso a la educación y que quienes carecen de una red, una computadora o celular inteligente son los más perjudicados; la oleada de despidos también hacen parte de este escenario, ya que familias que no tenían acceso a Internet por sus condiciones económicas y en crisis la situación empeora, los efectos también son claros: quienes tienen más recursos pueden tener mejor acceso a la educación y para quienes tienen menos será peor.

La pandemia está afectando seriamente la desigualdad social, la distribución de recursos en el largo plazo y la igualdad de oportunidades en numerosas dimensiones; en consecuencia, las familias que se hallan en el escalafón base de la distribución de ingresos están atravesando circunstancias alarmantes, dada la reducción de los recursos económicos con los que cuentan y el grado de incertidumbre con el que enfrentan en su día a día. Es importante destacar que, en la dinámica de los mercados laborales, se debe recordar que debido a la elevada tasa de informalidad laboral de la región estos trabajadores son muy vulnerables a los efectos de la pandemia. De igual forma, el aumento de las tasas de desocupación en particular en el comercio y el turismo golpea significativamente a la fuerza de trabajo femenina, que estructuralmente presenta mayores tasas de desocupación.

Dentro de los estudios se habla de un incremento de la pobreza extrema en países como Colombia, Brasil, El Salvador, México y Nicaragua, estas proyecciones de impacto tienen limitaciones y solo se consideran las consecuencias de la pandemia en el mercado laboral y la pérdida de ingresos asociadas, y no incorporan proyecciones de lo que sucedería con los ingresos no laborales. Cabe esperar que estas medidas atenúen el impacto de la pandemia sobre las condiciones de vida, de los hogares más vulnerables.

Los indicadores generales de actividad muestran que en varios países hay una fuerte contracción la cual afecta el nivel de PIB en América Latina y el Caribe y se espera una caída de este al nivel al que se estaba en 2010, lo que significa diez años de retroceso. Esta decaída prevista implica también variaciones en el mercado laboral y en la pobreza representando un aumento a 44,1 millones de desocupados, 18 millones más que en el 2019. Esta tasa de desempleo da pie al aumento de la informalidad laboral y así mismo mayor vulnerabilidad de los trabajadores frente a la pandemia, deteriorando mayormente la situación prevista en lo referente a la pobreza y la pobreza extrema. La Cepal proyecta que el número de personas en situación de pobreza se incrementará en 45,4 millones en 2020 y el número de personas en situación de pobreza extrema se incrementaría en 28,5 millones. Se espera que el mayor incremento de la tasa de pobreza se dé en Argentina, Brasil, Ecuador, México y Perú. A su vez, la tasa de pobreza extrema se incrementaría principalmente en Brasil, Colombia, Ecuador, El salvador, México y Nicaragua.

El concepto de salud, según la Organización Mundial de la Salud OMS, es “un estado de perfecto bienestar físico, mental y social y no solamente ausencia de lesión o enfermedad” (1946); teniendo en cuenta esta noción y con respecto al sistema de salud en Colombia y la situación de salud pública que aún se vive y golpea las zonas más vulnerables del país quedó demostrado que es un sistema que no está en la capacidad de poder suministrar los elementos necesarios para toda la población, muchos hospitales quedaron en una profunda crisis, que no solo afecta la prestación de los servicios, sino que muchos de ellos han tenido que recurrir a la cancelación de contratos de muchos trabajadores de la salud y esto se convierte en otro problema más, por otro lado no se contó con la mejor infraestructura hospitalaria ya que se han tenido que cerrar las unidades hospitalaria, mayor crisis del sistema, y un impacto negativo al sistema.

Cabe resaltar que “en Colombia persisten dichas desigualdades en salud. En las poblaciones con más necesidades básicas insatisfechas (NBI), se han encontrado las tasas más altas de desnutrición, bajo peso al nacer, mortalidad por enfermedad diarreica aguda y mortalidad por infección respiratoria aguda. En ocasiones, el evidenciar la existencia de desigualdades sociales es complejo; pese a los avances en los sistemas de información de salud en el país, aún persisten limitaciones” (Gaitán. L, Diaz. D, Cotes. K & Castañeda. C., 2015).

Y es que Colombia se divide en dos regímenes, en los cuales las diferencias y la brecha socioeconómica también juegan un papel fundamental. “Las condiciones de pobreza y vulnerabilidad en las que se encuentra la población afiliada al régimen subsidiado, se pueden asociar con diferentes barreras económicas, entre las que se encuentran costos de transporte, medicamentos y exámenes, o barreras geográficas, las cuales ocasionan que tengan menos facilidades para obtener atención, debido a su mayor dispersión. Estas barreras, finalmente, afectan la oportunidad de atención y la capacidad resolutiva de sus necesidades, lo cual produce un círculo vicioso entre mala salud y pobreza” (Gaitán. L, Diaz. D, Cotes. K & Castañeda. C, 2015).

Por las razones antes mencionadas, se hacen necesarios muchos cambios dentro del sistema de salud, una mayor cobertura que permita que todos los estratos sociales puedan acceder a ella, el implemento de nuevas políticas públicas que aprueben un mejor acceso a los servicios que resultan ser un derecho, así como también se hace necesario una mayor participación ciudadana y concientización de los problemas socioeconómicos que aquejan al país; cabe resaltar que el papel de las veedurías en el sistema de salud es muy importante ya que se puede hacer control y vigilancia de los dineros públicos destinados a la salud.

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