De dictadores de la república romana a dictadores execrables de América Latina

De dictadores de la república romana a dictadores execrables de América Latina

Para este continente plagado de recurrentes “supremos” dictadores, unos de opereta y otros de pacotilla, estudiar el fenómeno de la dictadura es muy importante

Por: Orlando Solano Bárcenas
octubre 10, 2023
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De dictadores de la república romana a dictadores execrables de América Latina

Derrocado Tarquinio el Soberbio, los romanos comenzaron a tomar conciencia de la necesidad de pasar, en materia de responsabilidad de los gobernantes, de lo “personal” a lo “político”. Es decir, en considerar que el poder además de conceder derechos implica obligaciones. En la presente Nota Ciudadana se mostrará esta evolución en el período de la República de la Antigua Roma, haciendo también énfasis en el Acceso y la Salida del poder.

Para América Latina, un continente plagado de recurrentes y asfixiantes “supremos” dictadores, unos de opereta y otros de pacotilla, que nada tendrían que envidiar a los dictadores, caudillos o tiranos de la antigüedad romana, estudiar el fenómeno de la Dictadura es muy importante. Surge una pregunta: ¿Existen en la actualidad fenómenos sociopolíticos -la Dictadura republicana, por ejemplo- cuyos orígenes o esbozos puedan ser hallados en el período de la República de la Antigüedad romana?  Sí, con demasiada frecuencia son calcados.

El paso de la Monarquía a la República

Resultó de un proceso lento y gradual, porque desde el período monárquico se habían introducido las instituciones y las distintas magistraturas republicanas que terminarían ocupando todo el poder e imponiéndose el sistema Consular -propio de la República- por encima de la figura del monarca. En efecto, la sola expulsión de Tarquinio el Soberbio no parece haber sido suficiente para dar el salto de 240 años de monarquía a la República. Por ejemplo, durante la existencia de la forma republicana se mantuvo el rex sacrorum, lo que podría mostrar que algunas formas monárquicas se mantenían todavía en ese período. Lo cierto es que la tiranía de Tarquino el Soberbio creó un sentimiento mayoritario de repudio a la monarquía como sistema político y más tarde, los emperadores romanos en general se guardarían de adoptar títulos y maneras reales, salvo los casos de Calígula o Nerón, quienes terminaron asesinados.

La caída de la monarquía, la aceleró la codicia etrusca de tomarse la Campania Felice, la región más griega y rica de la península italiana, tomada por la fuerza por el rey etrusco de Clusium, Lars Porsena. Este en su descenso hacia el sur, para asegurarse la lealtad de Roma expulsó a los monarcas y ocupó la ciudad, lo que provocó que, para mantener a la ciudad fiel, no tuviera más remedio que ofrecer muchas prebendas a los patricios, quienes comenzaron a pensar o proponer el paso hacia la República como medio para tratar de superar la gravísima crisis social, política, económica y religiosa que la tenía abatida. Sin embargo, terminada la monarquía, se agudizaría el permanente conflicto entre patricios y plebeyos que más tarde traería con Julio César el retorno de una monarquía extrema, agudizada por Octavio Augusto, su hijo adoptivo.

En síntesis el establecimiento de la República pasó por etapas cruciales: Se inició en 509 a. C. con la abolición de la monarquía de Tarquino el Soberbio. En 338 a. C. se dio la Conquista de la Liga latina. En 146 a. C. tuvo lugar la Conquista de Cartago. En 88 a. C. se inició la Primera guerra civil. En 31 a. C. ocurrió la Batalla de Accio. En el 16 de enero de 27 a. C. Octaviano fue proclamado Princeps y Augusto por el Senado, dando inicio al Imperio.

Cargos públicos creados por la incipiente Primera República

Creó un nuevo cargo con el título de Pretor ("líder"), que en el 305 a. C. sería cambiado por el de Cónsul. El pretor al comienzo poseía todos los poderes que antaño pertenecían al rey, pero compartidos con otro pretor. Eran dos mandatos anuales que se controlaban mutuamente, mediante el veto. Más tarde se les dividieron sus poderes y se agregaron nuevas magistraturas con poderes menores. La magistratura de Pretor reunió las potestades judiciales y las de censor. También se ocupó del censo. Es decir, que algunas instituciones de la monarquía pervivieron durante la República y de esta pasarían a la cultura política de Occidente, bajo el legado de las magistraturas propias del cursus honorum. También de la primacía de la civitas sobre el regnum tendencia que se dibujaría desde Tarquinio Prisco.

La República Diárquica constitucional

Fue la forma primera de gobierno republicana, bajo el gobierno de Dos Cónsules. La Legislatura estaba compuesta por el Senado,  el Tribuno de la plebe y las Asambleas populares. La República era un régimen aristocrático dirigido por unas 40 gens, donde los patricios -los descendientes de las familias más antiguas de Roma- detentaban el poder. Las principales instituciones del nuevo régimen fueron el Senado, las Magistraturas y los Comicios. La organización de la República romana reposaba sobre la asociación del Senado con el Pueblo romano (S.P.Q.R.). El Senado era verdaderamente, tanto por su composición como por sus múltiples atribuciones, el primer cuerpo del Estado. El Pueblo romano no era el patriciado, ni la plebe sino el conjunto de los ciudadanos que gozaban de sus derechos políticos. El ciudadano romano “pleno” poseía varios derechos: -El derecho de ciudad;  -El derecho de votar y de ser elegible en y por las asambleas políticas;  -El derecho de vestir la toga. Este ciudadano “completo” hacía parte del Pueblo romano, un ente colectivo que detentaba en la República el poder supremo (imperium) que le daba su gran majestad (Majestas). Los principales deberes del ciudadano eran: prestar el servicio militar y el pago del tributo.

Los cuerpos principales del gobierno de Roma

-El Senado. Era el órgano político que exigía responsabilidades a los Cónsules. Originalmente estuvo constituido solo por patricios, pero a partir de la Lex Ovínia del año 312 a. C. se permitió que los plebeyos pudieran hacer parte de él. Su Auctoritas daba validez a los acuerdos tomados en las asambleas populares. También resolvía los casos de Interregnum, situación que acontecía cuando moría uno de los cónsules.

-La Magistratura. Estaba compuesta por Dos magistrados colegiados y temporales que ahora recibieron el nombre de Cónsules. Eran responsables por su tarea de gobierno. Fue una creación de la República, para suplir al rey anterior. Cada cónsul podía vetar al otro por la Intercessio.

-Las Asambleas populares (Comitia Centuriata). Su origen fue militar debido al proceso de expansión territorial de Roma y por un nuevo concepto de la táctica militar. Desde este momento el ejército no estaba ya compuesto por miembros de la gens, sino por un sistema plutocrático basado en la riqueza inmobiliaria y luego en la mobiliaria. Elegían magistrados anuales y formaban un colegio, salvo los Censores que -siguiendo un orden jerárquico riguroso- se repartían las altas funciones de la República. El más importante entre ellos era el Dictador. Existía una jerarquía en las magistraturas: Curules y Simples. Todas se llamaban Honores y se ejercían de forma gratuita. El orden jerárquico de avance se llamaba el Cursus honorum, que era a cuatro grados: cuestura, edilidad, pretura y consulado.

-Los Ciudadanos romanos. Se agrupaban en dos asambleas principales o Comicios: los Comicios Centuriales y los Comicios Tribunicios. Los primeros elegían a los jefes militares y a los principales magistrados (cónsules, pretores, censores). Los Tribunicios elegían a los magistrados inferiores: tribunos, ediles, cuestores. El voto de cada uno de esos comicios era colectivo, a razón de un voto por centuria o por tribu. Los Curiales conferían el Imperium a los magistrados superiores, es decir, el poder civil, administrativo, militar y judicial. Ahora con sus cuerpos de gobierno fortalecidos, Roma continuó su obra de expansión. Expansionismo redivivo en los gobernantes abusadores contemporáneos mencionados, que invaden y destruyen países sin pestañear ante la impasibilidad o impotencia de una humanidad al borde de un permanente ataque de nervios.

Las clases sociales romanas bajo la República

Roma era una sociedad estamental, que evolucionaría en varios sentidos. La antigua aristocracia patricia agregó para sí la clase de los “nuevos ricos”. Ahora y frente a ellos estaba la inmensa mayoría de los plebeyos, y unos pocos patricios empobrecidos. Los Tribunos de la plebe urbana formaban ahora una nueva élite del comercio que se quedaría con las magistraturas y los cargos de Máximo Pontífice y Augures. De las reuniones de la Plebe (Concilia Realis) saldrían los Comicios Tribunados, que luego legislarían mediante plebiscitos. Las distancias entre estas élites se acortaron para formar la Nobilitas, la nueva aristocracia dirigente. Frente a ellas quedó la verdadera plebe, las masas populares. Los Esclavos -en su mayoría provenientes de pueblos sometidos- eran considerados como cosas de un dueño;  desde el siglo I a.C. fueron el estrato social más numeroso. Más tarde, como hoy en día,  serían los protagonistas de las Guerras Serviles que expandieron Roma. En la América Latina actual, al lado de los gobernantes que han llegado al poder bajo el sufragio legítimo, existen algunos otros que lo han hecho aupados y financiados por una nueva clase emergente surgida una veces del narcotráfico, en otras de la contratación estatal y el saqueo del erario. Cuando ella se sitúa en el lado izquierdo del espectro político forman la “Nueva Clase” descrita magistralmente por Milovan Djilas y cuando en el lado derecho, la misma Cleptocracia que la anterior.

La expansión de Roma bajo la República

Con ella se consolidó el poder en el centro y sur de Italia, a partir de los siglos V, IV y III a. C. Roma devino en potencia dominante de la península Itálica, sometiendo y unificando a los demás pueblos de la región (veianos, sabinos, volsgos, latinos, samnitas, etruscos y otros pueblos) y se enfrentó a las polis griegas del sur de la península, en especial al rey Pirro (343-282 a.C.). En el 378 a. C. se inició la construcción de una gran muralla y se continuó la guerra contra los vecinos volscos y los ecuos. A Tusculum se le otorgaría la ciudadanía en 381 a. C. Entre el 390-387 a.C. los galos celtas invadieron Roma, con el feroz Breno a la cabeza de varias tribus, particularmente los senones. Roma fue derrotada y saqueada en la batalla del Alia. En la segunda mitad del siglo III a. C. -ya siendo una potencia marítima- proyectó su poder fuera de Italia, lo que llevó a Roma a una serie de enfrentamientos con las otras grandes potencias del Mediterráneo y de manera particular con las polis griegas, el reino de Pérgamo y las costas de Oriente Próximo. Luego derrotó a Cartago en las Guerras Púnicas, pese a que en 348 a. C. había firmado un tratado con la potencia fenicia. Más tarde, Roma se anexionaría los territorios de Macedonia.

 La rápida expansión le trajo a Roma grandes cambios político y una crisis interna. Se desataron luchas por las magistraturas entre la propia aristocracia romana. Vinieron divisiones políticas que provocarían las Tres grandes Guerras civiles (siglos V y IV a.C.) así como las luchas entre patricios (la clase dominante)  y plebeyos (la clase inferior) que destruirían la República y facilitarían más tarde la llegada del Imperio romano. Fue un poco como lo que ocurre hoy en día cuando gobernantes ávidos de expansión o para aliviar tensiones internas, fomentan guerras civiles para instaurar un nuevo régimen que todo lo cambiará…para que todo “siga igual”, según fórmula bien conocida y frecuentemente aplicada como fenómeno de distracción y burla a los pueblos.

Las conquistas del Ejército romano

Para el 500 a. C. la República tendría un área de 822 kilómetros cuadrados bajo su control.  Fue obra del ejército por su valentía, disciplina y experticia en el arte de acampar y sitiar las plazas fuertes de los enemigos. Las primeras Campañas italianas (509-396 a. C.) dieron lugar a las guerras latinas. En 396 a.C. Roma destruyó Veyes. Gracias a su ejército, pudo organizar y vigilar las conquistas realizadas y salir a dominar el mundo conocido: el Mediterráneo occidental, como resultado de las muy duras Tres Guerras Púnicas contra los cartagineses (264-146 a. C). Cartago tenía un régimen absolutista, Roma uno mixto. Luego partió a la conquista del Mediterráneo oriental, en manos de las monarquías helénicas de Macedonia, Siria y Egipto. Con las derrotas de España y de la Galia, Roma se hizo dueña del Mare nostrum y desde este acontecimiento se iniciaron diferentes eras.

Era Patricia (509-367 a. C.)

Derrocado Tarquinio el Soberbio en 509 a. C. por Lucio Junio Bruto, se creó la Diarquía anual de los cónsules elegidos por los ciudadanos, bajo mutuo control y justiciables si abusaban de los poderes del cargo. En 494 a. C. los soldados plebeyos exigieron el derecho de elegir a sus propios oficiales. Se les concedió. Antes entraron en huelga general y militar. Sus nuevos oficiales fueron llamados Tribunos de la plebe, asistidos por dos Ediles. Lograron la anulación de las deudas. Entre el 375 y el 371 a. C. los Tribunos plebeyos bloquearon la elección de magistrados superiores. A partir de 367 a. C. se eligió un Edil plebeyo cada año. En 366 a. C. se creó el Pretor y el Edil curul. Los Tribunos del pueblo, que históricamente pasaron de 2 a 10, quedaron protegidos por la “sacralidad” e “inviolabilidad” de su persona, igualmente por las Asambleas Tribunicias, los Plebiscitos y las Leyes agrarias. La Ley de las Doce Tablas estableció cierta igualdad civil: el Consulado para un plebeyo, también el acceso al Senado y al Sacerdocio. En 443 a. C. se creó el Censor. Figura encontrada en la actualidad de dictaduras “democráticas” que oprimen a la prensa, al pensamiento disidente y hasta expropian universidades.

Los Comicios Centuriados bajo el Patriciado

Se convirtieron en la principal asamblea legislativa, donde se elegían los magistrados y se aprobaban las leyes. Durante el siglo IV a. C. se llevó a cabo una reforma que dispuso que cualquier ley aprobada por la asamblea plebeya contaría con toda la fuerza de la ley. Antes solo tenían derecho al veto. La conquista de la igualdad realizó por el instante la unidad de la Ciudad romana, pero sin impedir la formación de la nueva aristocracia del dinero. Desde ese momento, la nueva aristocracia patricio-plebeya fundada en la riqueza comenzó a gobernar. No sin recordarnos a las nuevas clases que han surgido en el seno de ciertas dictaduras de América Latina, Asia y África, algunas con características de fulgurantes y cartelizados “soles” de latón y nutridas cuentas en paraísos fiscales, los grandes burladeros de las economías subterráneas.

Como para Gerardo Molina, una democracia formal

Con un territorio ahora muy vasto, Roma vio cambiar su vida política y social, amparada por una Constitución que permanecía teóricamente democrática, pero donde el poder estaba en realidad acaparado nuevamente por una oligarquía. De iure, Roma era una democracia, y de facto una oligarquía puesta en manos de la nobleza senatorial y de la aristocracia de la tierra. En últimas, una oligarquía reacia a que se la controlase, como las actuales del subdesarrollo político-económico. Es lo que habría dicho don Gerardo (QEPD): democracias de mentiras, solo formales.

Las clases sociales bajo el Patriciado

Al lado de la nobleza estaba la clase de los Caballeros, enriquecida por el comercio y por la banca. Una verdadera aristocracia del dinero que, con el tiempo, se constituiría en el orden político Ecuestre (23.000 caballeros a fines del siglo III a.C.). Sin embargo, la decadencia de la agricultura y de la clase rural, anteriormente la más fuerte de Roma, plantearía ahora el problema agrario del latifundio, explotado por esclavos y no ya por hombres libres. Estos últimos fueron obligados a entregar sus tierras a latifundistas prestamistas que se convertirían en una plebe urbana perezosa y venal, sobre todo en el plano electoral. En todo este entramado de clases y órdenes, los Peregrinos o extranjeros pasaron a lo bajo de la organización romana y es por esto por lo que -por resentimiento de expoliados- le darían curso a la Guerra social. De toda esta masa solo los Esclavos estaban peor que los peregrinos, porque eran considerados como ganado humano, como una cosa que se podía vender, regalar o destruir. Tantos órdenes existentes pronto chocarían entre sí como chocan hoy en día diferentes “colectivos” progresistas de nombre o grupos paramilitares de todos los pelambres y al servicio de dictatoriales regímenes expropiadores por la vía de hecho.

La Era Patricia secretó un Estado Gentilicio (siglo v a. C.)

 Tuvo como características el poder ejercido por los patricios en beneficio propio, pero con luchas internas lo que dio lugar a la Dictadura. La Plebe quedaría excluida del gobierno y carente de derechos políticos pero, como siempre, las fuerzas patricias en conflicto procurarían todo el tiempo ganarse su apoyo. A esta estrategia siguió otra jugada oportunista de los patricios, que se realizó mediante la prórroga de los cargos políticos excepcionales, como lo habían hecho los Decenviros encargados de redactar la Ley de las XII Tablas. En reacción,  los plebeyos lucharon por conseguir derechos políticos hasta finales del siglo IV a. C. contra patricios, magistrados, cónsules y senadores al igual que contra las nuevas asambleas -los Comicios Centuriados- que estaban dominadas por terratenientes ricos, igualmente de origen patricio. Esta sería la razón del retiro de los plebeyos al monte Aventino,  hecho que les permitió en el año 494 a. C. que se crease el cargo de Tribuno de la plebe, en número de dos, con la función de defenderlos. Poco a poco esta clase logró el acceso a todas las magistraturas. La Ley de las Doce Tablas a mediados del siglo V a. C. les concedería la igualdad de todos ante la ley.  Igualdad que no deja de traer nuevamente a nuestros mentes la dicotomía observada con lucidez por Ferdinand Lassalle entre lo real y lo forma, entre los textos y las realidades.

Conflicto entre Órdenes (367-287 a. C.)

Fue el conflicto entre patricios y plebeyos. Los primeros, asfixiados por las deudas como resultado de las invasiones y saqueos de los galos (c. 390-387 a. C.), ahora vivían en una Roma empobrecida. Por su lado, los plebeyos se insurgieron encabezados por el patricio Marco Manlio Capitolino. La fuerte protesta desatada en el 378 a. C., trajo la anarquía de 370 a. C. y para medio paliar el descontento de la clase popular se expidieron varias leyes: -Las leyes Licinio-Sextias (367 a. C.) que sirvieron para agilizar el pago de deudas e impusieron un límite a la acumulación de tierras públicas por cada pater familias, así como al número de ovejas y vacas que podían pastar en ellas; -Otras leyes  (promulgadas en 357, 352 y 347 a. C.) intentaron reducir y regularizar los tipos de interés; La Ley Genúcia  (342 a. C.) determinó la ilegalidad de los préstamos con intereses; -La Ley Poetelia Papiria (326 a. C.) suprimió la servidumbre por deudas (Nexum). Todo esto no deja de remitirnos a las famosas, tristes y para algunos expoliadoras UPAC de Colombia, y recientemente a las largas colas en los bancos estatizados, al igual que los “corralitos” bonaerenses y su secuencia de escraches.

El malestar o “estallido social” de la época trajo los oportunistas de siempre

Para seguir aliviando el malestar social se creó el Edil Curul y en el 367 a. C. se abrió el Consulado para los plebeyos. La fuerza adquirida por estos les dio ímpetus para imponer la Dictadura (356 a. C.) como una forma de censura (351 a. C.).  En 342 a.C. los Plebiscitos pusieron límites a la reelección en los cargos políticos y en el 337 a. C. fue elegido el primer Pretor plebeyo. Fue entonces cuando los patricios comenzaron a cooptar a los tribunos plebeyos dándoles vía hacia el Senado, con un resultado perverso: los senadores plebeyos comenzaron a pensar como patricios, en búsqueda de cargos cada vez más altos. No dejaría de ser interesante auscultar qué pensarían los hábiles patricios romanos de ciertos senadores de épocas recientes, unos fosilizados 50 años en improductiva curul, y otros azuzando masas estudiantiles para la destrucción y el propio beneficio electoral.

La lucha por el aumento clasista de senadores

A mediados del siglo IV a. C. la asamblea plebeya promulgó la Ley Ovínia que otorgó a los Censores el poder de nombrar a nuevos senadores. Sin embargo, los nobles no soltaban la realidad del poder pese al aumento de los senadores populares. Los plebeyos-emergentes exigían más poder y en 287 a. C.  los plebeyos-medio se volvieron miserables. Seguidamente, los senadores plebeyos se rebelaron y esto obligó al dictador Quinto Hortensio a promulgar la Ley Hortensia, que puso fin a la necesidad de que los senadores patricios debieran estar de acuerdo con el proyecto de ley antes de que pudiera ser considerado por la asamblea plebeya. En 449 a.C. la Ley Valeriana igualó el “peso” de la ley popular con la ley de los senadores patricios. La nobleza plebeya tomó el control del Estado al quedar igualada con la patricia, pero se olvidó de la clase media plebeya. Entre 287-133 a. C. los nuevos poderosos fortalecieron el Senado, que se situó en calidad de “supremo”. Sin embargo, las guerras exteriores empobrecieron a los plebeyos a causa de la Leva. La aristocracia rural se hizo a las tierras de los agricultores en quiebra, lo que aumentó el éxodo campesino hacia Roma donde los asambleístas populistas les pedirían el voto a cambio de promesas vacuas. Se había instalado una nueva cultura de la dependencia que buscaba como salida los líderes populistas “benefactores”  del pueblo; es decir, la misma cultura de la miseria y la represión que hoy en día carnetiza para el selectivo reparto de cajas del paternalismo de Estado (mejor, de régimen). En efecto, son los mismos gamberros populistas del hoy, también explotadores de las masas populares. Pero, sin la grandeza de Los Gracos.

Las reformas de Los Gracos

Para esta época existía una impresionante crisis social, consecuencia de la desaparición de la clase media de los agricultores. Tiberio Graco, elegido tribuno en 133 a. C. fracasó en el intento de cambiar el estado de cosas por medio de la aprobación de una ley que limitase la cantidad de tierra que cualquier individuo podía poseer. Los aristócratas, que estaban perdiendo una gran suma de dinero, se oponían acérrimos a esta propuesta, que fue vetada por el tribuno Marco Octavio.  A su turno,  Tiberio utilizó la asamblea popular para impugnar a Octavio.  Por medio de un acto aprobado por los Comicios tribunicios consiguió este objetivo. Su ley fue promulgada, pero Tiberio sería asesinado junto a 300 de sus asociados al momento de presentarse para su reelección al tribunado. Los ricos estuvieron detrás de este asesinato. Cayo Sempronio Graco, su hermano, elegido tribuno en 123 a.C. se propuso debilitar el Senado y fortalecer las fuerzas democráticas. Sin embargo, al igual que en el pasado, cuando el Senado eliminaba a los rivales políticos mediante la creación de comisiones judiciales especiales o mediante un “Decreto del senado supremo”, esta vez el segundo Graco también fue bloqueado en sus derechos de ciudadano y con él, los de todos los ciudadanos. A esta práctica se opuso Cayo Sempronio y propuso una ley que garantizara la ciudadanía a los aliados italiotas, que no fue aprobada por los plebeyos nuevos ricos. Volvió a postularse para un tercer mandato sin éxito y se le vino encima la ira de los patricios del Senado que lo asesinaron junto a 3.000 de sus partidarios en la Colina Capitolina. Con Tiberio y Cayo Graco fracasó el proyecto de democracia campesina. Se iniciaron desde este momento las Guerras civiles entre Mario y Sila. Como se han iniciado tantas guerras campesinas en todo el mundo y en especial en América Latina por las viejas “terratenencias” y por las nuevas propiedades de narcos y grupos armados con ideologías y armamentos superiores a los de los cuerpos regulares.

Caudillos, dictadores y plebiscitos romanos…como ahora

-La Segunda etapa de la República abarca del siglo III a. C. al siglo II a. C. Se destaca en ella que hacia mediados del siglo III a.C. la ciudadanía y los derechos políticos habían sido otorgados a otras ciudades o poblaciones itálicas mediante tratados que recibieron diferentes estatus: de colonias romanas, municipios, colonias de derecho latino y ciudades aliadas, en función de la resistencia ofrecida a su conquista. Se dio entonces una coexistencia de las Concilia Plebis con los Comicios Tribunados, ahora abiertos a los patricios. Estos dos cuerpos produjeron Plebiscitos aplicables como leyes a todos los ciudadanos, además, elegían los Tribunos de la plebe y los Magistrados inferiores. El poder de la riqueza se encontraba ahora en manos de la nobleza (Nobilitas), una nueva clase política aparecida en el siglo III a. C. constituida por ricos patricios y plebeyos. Las Magistraturas, jerarquizadas en el Cursus honorum, eran igualmente colegiadas y anuales y en la base de la escala se encontraban los Cuestores, seguidos en orden ascendente por los Ediles. Los Pretores podían mandar ejércitos y ayudar a los dos Cónsules, quienes presentaban las leyes a los Comicios y eran Comandantes en jefe. Se elegían dos Censores para preparar el censo de los ciudadanos. Hoy en día, las dictaduras latinoamericanas tienen otro tipo de “censores”, frente a los cuales se dice que la FLIP no es lo suficientemente enérgica.

Un poco al margen del cursus, los diez Tribunos de la plebe extendían sus poderes a todos los ciudadanos y presidían los Comicios Tribunados, a los que presentaban los proyectos. Todos los Magistrados estaban controlados por el Senado, que en el siglo III a. C. era una asamblea de antiguos magistrados que dominaban tanto la política exterior como la interior. El Senado velaba sobre el tesoro público o Aerarium y era también guardián de la religión. Mientras que los Comicios y los Magistrados solo tenían la apariencia del poder, el Senado lo ejercía en la realidad. Este conflicto dio lugar a la división entre Populares y Optimates; los primeros eran partidarios de aumentar el poder de Tribunos y de los Comicios populares y los segundos deseaban limitar el poder de las asambleas populares romanas y aumentar el del Senado, al que consideraban mejor y más estable a la hora de buscar el bienestar de Roma. Los Optimates favorecieron los Nobiles -familias nobles- y se opusieron a la ascenso de los “hombres nuevos” (plebeyos, normalmente nacidos en otras ciudades itálicas y cuyas familias no tenían experiencia política) dentro de la política romana. Desde esa época viene ya la peligrosa y tramposa teoría de crear el “Hombre nuevo”… para en realidad terminar haciendo “nuevos esclavos” mediando afrentosas dictaduras.

-La Tercera y última etapa de la República romana se dio durante el siglo I a. C. y fue una época llena de crisis, dictaduras y guerras civiles que dieron paso al Principado, la primera etapa imperial de Roma. Es la época de grandes enfrentamientos políticos al interior de las élites del poder. Destacan las guerras civiles de Mario y Sila, las Reformas de los Gracos y el arribo de Julio César al Principado.

La Dictadura romana, fuerte pero con límites

 En casos de peligro en Roma se podía designar un magistrado Dictador por un plazo de seis meses, que ostentaba todos los poderes para hacer frente a una emergencia militar (además de ejercer el mando militar y llevar a cabo las acciones para las que fue nombrado, también podía convocar y presidir cualquiera de las asambleas legislativas del pueblo romano, incluido el Senado), o para emprender una tarea específica de carácter excepcional, como combatir la peste, sofocar una sedición o para “investigar ciertas acciones”. Los demás magistrados estaban subordinados a su Imperium, pero el imperium de los demás magistrados no quedaba anulado por el nombramiento de un dictador pero sí quedaban sujetos a su autoridad. De todos modos, ni el pueblo ni los tribunos de la plebe podían vetar sus decisiones. Las limitaciones al poder del dictador procuraban impedir que la dictadura se acercara demasiado al poder absoluto de los reyes romanos. Sin embargo, hubo momentos en que la duración de la dictadura superó los 6 meses. Al parecer, al dictador no se le podía exigir responsabilidades por sus actos después de finalizar su cargo; sin embargo, casos hubo en que sí se les exigió, por lo menos en los de corrupción. Vaya usted a exigirle responsabilidad a cierto dictador ​de Mesoamérica y me cuenta, si sobrevive al intento.

Un poder fuerte, pero con ciertos límites para evitar el colapso del Estado. Por ejemplo: se le fijaba una esfera de autoridad a su accionar y, terminada la tarea encomendada debía renunciar, o al cabo de los 6 meses; además, no podía montar a caballo en ceremonias públicas. Los poderes del Dictador eran considerables, mas no ilimitados; se encargaban de cantonarlo el derecho romano y los recuerdos de la monarquía autoritaria. Por ejemplo, no podía elaborar leyes (aunque sí aprobar decretos). Por regla general no podía sobrepasar el mandato para el que había sido nombrado contraviniendo la voluntad del Senado. Por otro lado, la evolución de la Dictadura fue en el sentido de limitarla mediante la provocatio, o la apelación ante un magistrado (Lex Valeria), igualmente de la intercessio y el veto de los tribunos de la plebe. La Dictadura era un medio expeditivo que permitía, salvaguardando la Constitución romana, crear con rapidez una magistratura poderosa para hacer frente a situaciones excepcionales del tipo militar o de represión de sediciones de la plebe cuando reclamaba un mayor poder político, dado su inicial origen en la clase patricia. Más tarde la Lex Licinia Sextia estipularía que uno de los dos cónsules anuales debía ser plebeyo, al parecer con pocos resultados para estos.

La dictadura se fue limitando casi exclusivamente a actividades domésticas y muy poco militares. El último dictador nombrado de la manera tradicional y constitucional fue Cayo Servilio Gémino, en el año 202 a. C. Sometidos los dictadores al veto de los tribunos y la apelación al pueblo,  esto hizo entrar en declive la dictadura a finales del período republicano, cuando se distorsionó su uso original y cayó en desuso. Pero, en 82 a. C. la dictadura fue repentinamente restablecida por Sila. En todo caso, hubo dictadores desde los primeros tiempos de la República hasta la Segunda guerra púnica. Sin embargo, el cargo de Dictador quedó en suspenso durante más de un siglo, hasta que fue restablecida en una forma significativamente modificada, primero por Sila (82 a.C.) y luego por Julio César.

Sila, un dictador con poderes constituyentes

Sila, jefe del Partido de la nobleza y el Senado (los Optimates) marchó sobre Roma para tomar el control de la ciudad sobre sus rivales políticos, encabezados por Mario, jefe del Partido Popular y vencedor de Yugurta; más tarde fue elegido Cónsul (107 a.C.) en contra de la voluntad de los senadores aristocráticos. Ido Sila en expedición militar al este, estos regresaron. En el 83 a.C. los derrotó nuevamente e hizo ejecutar a todos los seguidores de Mario. Seguidamente,  el Senado y el pueblo lo nombraron dictator legibus faciendis et rei publicae constituendae, es decir, le confirieron el poder de reescribir la constitución romana, sin ningún tipo de límite de tiempo. Sila duplicó el número de escaños del Senado (de 300 a 600) con sus conmilitones; le impuso importantes límites al poder de los tribunos, restringiéndoles el veto y prohibió a los extribunos el acceso a las altas magistraturas. Pese a que renunció a la dictadura (81 a.C.) y ocupó el cargo de cónsul en el 80, para luego regresar a la vida privada, las reformas de Sila debilitaron al Estado romano y sentaron un precedente para la concentración de poder sin una limitación efectiva. Murió en el 78 a.C. en su cama en medio de delirios, algo realmente extraordinario en épocas de bárbaras naciones. También de cultas, donde dictadores y compinches armados mueren de viejos pero nunca aburridos de mandar como Juan Vicente Gómez desde el Más Allá, según dicen. Antes, Pompeyo y Craso, aliados con los Populares,  se hicieron elegir cónsules en el 70 a.C. y durante su mandato desmantelaron la Constitución de Sila. Catilina, un aristócrata, trató de asesinarlos (63 a.C.), pero el cónsul Marco Tulio Cicerón- se le opuso y lo venció.  Catilina murió en el campo de batalla. Para esta época, como sucede siempre con los líderes de rebeliones populares, el cadáver de Espartaco no había aparecido. Los Populares se quedaron sin fuerza y el Senado volvió a fortalecerse. Para salir del conflicto se pactó el Triunvirato, lo que recuerda un poco el de acuerdo venezolano de “Punto Fijo” y el “Frente Nacional” colombiano, pero con mayores efectos benéficos para la salud de ambas naciones, así los ideólogos de la nueva historia afirmen lo contrario por no tener víctimas en sus familias de “La Violencia”.

Julio César, dictador a perpetuidad

Luego de 30 años sin que hubiese nombramiento de dictador, en 49 a. C. el poder dictatorial se le otorgó a Julio César tras su retorno a Roma al terminar sus campañas en la Galia, iniciar la Segunda guerra civil y derrotar a los Optimates liderados por Pompeyo. La detentó solo 11 días por renuncia, dado que fue elegido cónsul (48 a.C). Antes había formado el Primer Triunvirato con Pompeyo y Craso mediante un acuerdo “privado” para repartirse el poder. En el 59 a.C. César se convirtió en cónsul y persiguió a Catón el Joven y a Cicerón. César se embarcó en la vía un tanto populista de los subsidios parciales de los cereales a los ciudadanos para su distribución totalmente gratuita: Luego formó grupos armados que aterrorizaron a la ciudad y comenzaron a atacar a los seguidores de Pompeyo. Este creó grupos de choque, “colectivos” que llaman ahora. La alianza creadora del Triunvirato se desmoronó. César y Pompeyo se distanciaron. Vino una ola de corrupción y violencia política a partir del 54 a. C. En el 52 a. C. Clodio fue asesinado en batalla. En el 49 a. C. César presentó un ultimátum al Senado, pero fue rechazado y el Senado aprobó una resolución que declaraba que si César no entregaba sus ejércitos en julio de ese año, sería considerado “enemigo de la República”.El Senado se apoyó en Pompeyo contra César y le otorgó poderes dictatoriales. El 10 de enero del 49 a.C.  César cruzó el río Rubicón con su ejército veterano, en violación de la ley romana, y marchó hacia Roma. Pompeyo huyó a Grecia. César se tomó Roma sin oposición.

César fue nombrado dictator rei gerundae causa con un mandato de un año y el poder de tribuno de la plebe por tiempo indefinido. Hizo enjuiciar a dos tribunos que habían tratado de impedirlo. Se hizo otorgar poderes de censor, y llenó el Senado con sus partidarios (lo elevó a 900). En el 47 a. C. fue nombrado Dictador por un período de diez años. Antes de su asesinato (44 a. C.), César fue nombrado dictador vitalicio dictator perpetuo rei publicae constituendae y se le otorgó el poder de nombrar magistrados a su voluntad. Los asesinos de César dijeron haber actuado en preservación de la República y del régimen romano. Marco Antonio, que había sido el magister equitum de César en el año 47 a. C., propuso una serie de leyes que confirmaban las actuaciones de César, pero que establecían la abolición formal de la dictadura. Son las Leges Antoniae. Para los triunviros adictos al poder sin límites hubo finales trágicos: Julio César acuchillado, Pompeyo decapitado y Craso forzado a "beber" oro fundido. La adicción al poder de ciertos gobernantes contemporáneos y de otras sustancias, puede llevarlos tal vez no a muertes trágicas -pero gloriosas- sino a anodinos finales en la soledad del poder del Patriarca en su otoño.

El propósito de César era de restaurar la Monarquía, siguiendo este plan: -Reforma del Estado con reducción del Senado, debilitamiento de las magistraturas, halagos al proletariado. -Reforma del Imperio con ampliación del número de provincias, ampliación de la ciudadanía, nombramiento directo de los gobernadores de provincia. – Hacerse atribuir casi todo lo propio de un Monarca, tarea que asumió el Senado entregándole a perpetuidad: •Los poderes: Dictadura vitalicia, Imperium  (poder militar), Emperador, Potencia, Inviolabilidad de tribuno, Pontificado supremo. •Los honores: toga de vencedores, trono de oro, estatua en un templo (con la inscripción: “Al dios invencido”), el mes de “Julio” a su nombre, la Basílica juliana. •La corona real, que le fue ofrecida por Antonio. Cuando iba a recibirla del Senado fue asesinado por Brutus y Cassius el 14 de marzo del 44 a.C. Desde ese día estallaron las guerras civiles que llevarían al poder personalizado de Octavio.

Augusto, simuló rechazar la dictadura para asumir el poder total del Estado

Cayo Octavio (Augusto), Mario y Lépido formaron el Segundo Triunvirato con poderes similares a los César y disminución de los del Senado. Derrotaron a los asesinos de César (42 a.C.). Octavio derrotó a Mario (31 a.C.) y este se suicidó junto a Cleopatra. En el 29 a.C. Octavio regresó a Roma. En el año 23 a. C., Octavio, sobrino y heredero de César, asumió el control total del Estado y aceptó el título de “Augusto” (“Exaltado”) y en el 27 a.C. el de “Princeps” (“Primer Ciudadano”). El Senado le ofreció ser Dictador, se negó. Aceptó en cambio el imperium proconsular y el poder de tribuno de por vida. Asumió el mando de todas las legiones. Fue elevado a “Emperador”, pese a que todavía existía la República. Simuló de esta manera respetar el régimen republicano, pero arrogándose la mayoría de los poderes del Estado romano. De los emperadores que le sucedieron, ninguno adoptó nunca el título de dictador, cargo que se suprimió formalmente tras la muerte de César y no se restableció bajo el Imperio, seguramente porque muchos emperadores fueron o actuaron bajo el poder sin control de la Dictadura. La sospecha del pueblo de que los cónsules estaban a favor de la restauración de la monarquía condujo a la solicitud para que se nombrara a un praetor maximus, o Dictator (“el que da las órdenes”), una magistratura suprema (magister populi). Tito Larcio inauguró la figura (501 a.C.), con un auxiliar llamado el magister equitum.

 Augusto logró mantener la supremacía durante décadas y morir en su cama (14 d.C.). Ido a la inmortalidad, fueron revelados los poderes que había acumulado en cuatro décadas. Todos ellos pasaron a varios de sus sucesores, siempre ofreciéndole vanamente al pueblo de Roma la paz y el orden. No obstante, para algunos historiadores la Pax romana benefició a millones de personas e inició la globalización, algo que fue posible -dijo alguien- porque "Augusto César era el Estado”, tal vez anticipando al autodenominado “Rey-Sol”, pero también a Adolphe, Benito, los Kim, Idi Amín Dada y la expropiadora pareja de Mesoamérica.

El término y concepto de “Dictadura” se impuso y mucho que lo sufrimos en América Latina

Sin embargo, el uso del término Dictator se impuso. Como se ha impuesto en la América Latina desde la “boliviana” hasta nuestros días, con igual vergüenza. En efecto, el nombramiento de un dictador romano no salía, como en las dictaduras de América Latina, de un putsch, golpe de mano o cuartelazo. Era un asunto reglado: -Autorización del Senado a uno de los cónsules o a ambos (mediante un senatus consultum) para nombrar un dictador; -Nominación de uno por común acuerdo entre los cónsules (o de uno de ellos o a la suerte, si disenso); -​ Finalmente, la Comitia curiata debía atribuirle el Imperium al dictador mediante la aprobación de una disposición conocida como Lex curiata de imperio.

El poder personalizado de Octavio César Augusto campea hoy en día por el Tercer Mundo en general y en América Latina en particular a través de reelecciones indefinidas -previo trucaje de Cartas supuestamente “magnas”- mas no pétreas y sí del tipo “sastre”. Es decir, hechas a la medida del dictador de turno -escudado en el Presidencialismo latinoamericano- una deformación del régimen Presidencial puro de Estados Unidos de América (1787) al tomar una connotación de poder “personal” donde un solo individuo ejerce todos los poderes, concentrándolos en sus manos, lo que termina en confusión de poderes, como en los casos de las tiranías antiguas, la monarquía absoluta y las dictaduras contemporáneas. Todas ellas formas espurias que suelen conducir a un poder personalizado asfixiante, invasor y autoritario que es calco de los Sila, Mario, César, Augusto y en nuestro medio de Anastasio, Tiburcio, Rafael, Francia- Alfredo, Cipriano-Juan Vicente-Marcos, Gustavo, Augusto,  Vilela, Bordaberry, Daniel, Nicolás, entre otros, a cuál más execrables.
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