Cúcuta Deportivo, una historia y el triste centenario

Cúcuta Deportivo, una historia y el triste centenario

A la noble hinchada del doblemente glorioso Cúcuta Deportivo siente una gran decepción por el presente del equipo, acá es donde me pregunto: ¿Qué hacer?

Por: Sebastian Correa Delgado
septiembre 17, 2024
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Cúcuta Deportivo, una historia y el triste centenario

Nací en el 94, me hice hincha del Cúcuta en el 2004, fue un inicio de temporada contra el extinto Giradot, el diario la opinión me informó que la ciudad tenía equipo. De ahí en adelante, cada sábado a las 3:30 fui con mi madre al estadio y de visitante prendía la radio. 

Vi al equipo salir con recámaras de pólvora, ver en casa volando al mosco Mosquera e imaginar cada jugada de visitante narrada por el señor Ortega, la publicidad de pequeñas empresas acompañaban transmisión y a veces interrumpidas por la emoción del gol. Lloré los confusos 5 goles del Real Cartagena, uno episodio en el que el fútbol colombiano dio pena ajena. Conseguí mi primera camiseta con bolsas de leche cuando era un menor, gracias a una marca que prefiero no mencionar mejor. Aprendí a gritar cebos en corito al equipo visitante e insultar con ritmo al árbitro errante. Vi saltar de emoción en el ascenso a la trinchera y llorar a doña Marina porque el equipo era una Berraquera.

En la A, me aprendí el baile de la babilla, mientras el equipo lucía como el Milán ganándole al junior de Barranquilla.  Llegué muchas veces al estadio almorzar a la 12 para lograr puesto en el General en remodelación. Vi el programa La furia y los análisis de los comentaristas de la ciudad.  Grité panameño goleador, Pinto ,Macnelly,  uruguayo, Rufay, entre otros, celebré con nunca la primera estrella, ese 20 de diciembre nos adelantó la navidad. Me aprendí los canticos de La Banda del Indio, asistí al principio sin mucha ilusión a los partidos de la Copa Libertadores, pero grité los goles de Bustos con mucha emoción. El 31 de mayo contra el Boca llegué al estadio a la 1 p.m a un partido que era hasta las nueve, ese día perdí la voz, el 3 gol de Ruben Darío me la arrebató.  En el colegio entramos tarde, mientras que en las clases imaginábamos al Cúcuta campeón mundial. Estuvimos entre los 30 mejores equipos a nivel mundial(Colmenares, 2008).

 ¿cómo un equipo que conocí empatando 0-0 con el Giradot logra ganarle a uno de los más grandes de América?

Luego llegó la tristeza, la neblina, la inexperiencia y la puntería de Riquelme acabaron con el sueño; ese día todos fuimos el profe Bernal protestando en la Cancha. Esa triste noche dormimos temprano, había que madrugar a recoger agua por incidente de Ecopetrol en el río Pamplonita. En el 2008, coreamos Boliviano goledor, Macnelly, pescadito, se jugó la Libertadores pero solo llegamos hasta octavos. Luego vinieron las crisis, las reestructuraciones, los clásicos cambios de razón social y otros temas, el equipo siguió en la A estable entre los 8 frecuentemente.

Respeté el paso de Bolaños, gran capitán y referente del rojinegro, estuve el día en que la frase de La Banda del Indio “De la Cuna al cajón” cobró sentido, en medio de un gol de Diego Espinel. Lloré el descenso del 2014, celebré con sospecha el ascenso polémico en el cuadrangular con la “mano”. Seguí al equipo en la B por televisión y la radio, solo recuerdo un par de clásicos, tal vez el olvido funcionó como mecanismo de defensa no ver los defectos en aquello que amamos. Sentí como un mal presagio el nuevo(actual) accionista mayoritario, por sus antecedentes y fama en el fútbol colombiano.  

En el 2018, me ilusioné con Pusineri, campaña perfecta y ascendimos en medio del cantico “Agudelo goleador”. En el 2019 hicimos un papel destacado, llegando a los 8, pero quedando eliminados. La pandemia, los malos manejos se intensificaron, jugadores desilusionados con las directivas, el 25 de noviembre murió Maradona, desapareció el Cúcuta gracias a su dirigente que según medios siempre decepciona. Quedé huérfano de equipo durante casi dos años, ya los domingos no tenían sentido un poco extraños. Volvió el Cúcuta en el 2022 –II, pero con el mismo directivo y en segunda división.

Es verdad que no conocí a la Bruja Verón, ni fui testigo del Burrito González, los goles del guajiro Iguarán, ni el debut del Tino Asprilla, muchos menos el campeonato en el 64, ni me tocaron los tiempos de la tribuna gorriones. Sin embargo, durante estos 20 años, he llorado, celebrado, gritado, insultado, por el doblemente glorioso, guardo las camisetas como una gran colección, así como las boletas donde siempre lo he acompañado. Lloré de tristeza los descensos, la derrota con el Boca en Buenos Aires, la desaparición del equipo y la no clasificación el año pasado. El equipo hace parte de mi identidad e historia.

Hoy se “celebran” 100 años de fundación, de una hinchada Noble; que siempre acompaña y nunca deja que el equipo juegue solo, siempre hay un cucuteño(a) acompañando al equipo en cualquier rincón del país, sea La Banda o los que viven fuera de la Perla del Norte. Leal; porque como decía la camiseta en la campaña 2017, “yo no tengo segundo equipo”, todo hincha del Cúcuta sabe que primero lo primero y que antes que cualquier partido internacional está el glorioso. Valerosa; porque somos una de las hinchadas más grandes del país y donde vamos lucimos con orgullo nuestros colores, además decimos de frente lo que pensamos. Pero, ¿hoy que podemos celebrar? El equipo se encuentra en la B, acaba de ser goleado por el último de la tabla, en un partido donde los jugadores fueron totalmente desconocidos y unas directivas con poca voluntad por volver a la A. La noble, leal y valerosa hinchada del doblemente glorioso Cúcuta Deportivo siente una gran decepción por el presente del equipo, acá es donde me pregunto:

¿Qué hacer?

Referencia

Colmenares, J. (2008). De la ´B´ a la gloria. Cúcuta, Colombia: Diario La Opinión.

Fotografía

Ricardoramirezj at the English-language Wikipedia, CC BY-SA 3.0 <http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0/>, via Wikimedia Commons

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