Cuando El Tiempo alababa el modelo neoliberal chileno

Cuando El Tiempo alababa el modelo neoliberal chileno

El 29 de agosto de 1994, el tradicional diario publicó un artículo titulado 'Privatización en Chile: un buen ejemplo'. Acá una perspectiva al respecto

Por: Santiago Ospina
octubre 22, 2019
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Cuando El Tiempo alababa el modelo neoliberal chileno

Esto escribía la redacción del periódico más importante de Colombia: “La ola privatizadora está recorriendo América Latina. Y sin lugar a dudas, en Chile es donde más ha mostrado sus bondades. Chile realizó su proceso de privatización entre 1973 y 1990, período en el que no solo puso en manos de inversionistas privados las empresas estatales existentes sino los servicios de salud, la educación y la vivienda pública y las telecomunicaciones”. Sin embargo, “sorprende” que en ningún momento se haya mencionado el hecho de que las privatizaciones y las políticas económicas neoliberales las impuso a sangre y fuego el dictador Augusto Pinochet.

Ahora bien, apoyándome en diversas fuentes, en este texto voy a demostrar que El Tiempo se equivocaba al alabar el modelo neoliberal chileno.

La privatización de la educación

La gravedad de la deuda estudiantil en el paraíso del neoliberalismo, Estados Unidos, es bien conocida: estudiar allá cuesta cientos de miles de dólares y prácticamente todos los jóvenes universitarios y recién graduados estadounidenses están endeudados tras haber ido a la universidad. En Colombia no estamos muy lejos de esa situación. No obstante, uno de los países de América donde la situación es más grave es Chile.

En ese país, cada estudiante universitario debe financiar el 75% de su educación, pues el Estado solo se encarga del 25%. El modelo actual permite la participación del sector privado en la educación, con lo cual grandes grupos económicos del país y varios inversionistas extranjeros son hoy los dueños de la mayor parte de las universidades chilenas. Hasta 1973 la educación en todos sus niveles era mayormente pública y considerada un bien público. A partir de 1981 la Dictadura terminó con el sistema de financiamiento de la educación superior conocido como “arancel diferenciado”, que consistía en el pago de una carrera universitaria según el nivel de ingreso familiar. Con su desaparición se eliminó la gratuidad, comenzando así un camino de alza sin retorno. Esto limitó el acceso a los sectores pobres y a buena parte de la clase media. Los aranceles, dependiendo de la universidad y carrera, pasaron a ser fijos para todos los estudiantes, quienes comenzaron a financiarse a través de créditos, primero público y después de 2005 con créditos bancarios avalados por el Estado.

Las reformas del régimen militar liberalizaron el modelo para facilitar la fundación de universidades privadas, que debían ser sin fines de lucro. Las universidades tanto públicas como privadas tradicionales, comenzaron a funcionar con un sistema de autofinanciamiento sometiéndolas así, de lleno, a las leyes del mercado. Días antes de que Augusto Pinochet entregara el poder en marzo de 1990 firmó la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE), que redujo el papel del Estado a menos regulador de la educación, quedando solo con la misión de fijar los requisitos mínimos que deben cumplir los niveles de enseñanza básica y media. La Revolución Pingüina de 2006 obligó al gobierno de Michelle Bachelet a modificar la LOCE porque esto permitía que cualquier persona pudiera abrir un colegio sin garantizar su calidad.

Hoy en día, las universidades chilenas son las más caras de América latina y las matrículas triplican las de Italia, cuadruplican las de España, quintuplican las de Bélgica y son diecinueve veces mayores que las de Francia, según un estudio de la OCDE.

Así las cosas, en 2006 iniciaron las protestas de los estudiantes, las cuales fueron bautizadas como la Revolución Pingüina. El segundo capítulo de esa Revolución tuvo lugar entre 2011 y 2013. Los estudiantes chilenos, asfixiados por las deudas, pedían educación pública, gratuita y de calidad. Hoy, en 2019, vuelve a estallar la crisis en aquel país suramericano, pero esta vez hay víctimas mortales.

Una crisis que se venía incubando

Es pues evidente que la crisis chilena no nació ayer, ni hace quince años. Tiene sus raíces en los años setenta, más precisamente a partir del momento en que Augusto Pinochet (1973-1990) derrocó al presidente Salvador Allende, quien había sido elegido democráticamente. Una vez instalado en el poder, el dictador llevó a Milton Friedman y a sus “Chicago Boys” a Chile para que pudieran poner en práctica en ese país todas las teorías neoliberales que no habían podido practicar en otros países democráticos. En efecto, para llevar a cabo sus planes, Friedman aprovechó el hecho de que Pinochet estaba aniquilando todo lo tuviera que ver con la izquierda y el Estado de Bienestar.

Algunos años después, los resultados de las políticas económicas neoliberales de Pinochet empezaron a dar frutos, la economía empezó a florecer y Friedman incluso fue galardonado con un premio Nobel de economía en 1976. La liberalización de la economía chilena hizo, por ejemplo, que ese país se convirtiera en una potencia agrícola de talla mundial.

No obstante, a pesar de que ha sido considerado un modelo de estabilidad política y económica en América Latina, Chile sufre de serias divisiones sociales, alimentando durante años un descontento social que finalmente explotó, pero que muchos analistas habían pronosticado.

“Desde afuera, solo podíamos ver los éxitos de Chile, pero dentro hay altos niveles de fragmentación, segregación y una juventud que, aunque no vivió la dictadura, dejó de votar hace muchos años. Se cansó y salió a la calle para mostrar su enojo y decepción”, dijo a AFP Lucía Dammert, profesora de la Universidad de Santiago de Chile.

A pesar del despliegue del ejército, decretado el sábado por el presidente conservador Sebastián Piñera, miles de chilenos continuaron expresando en los últimos días su cólera en las calles por las desigualdades de un sistema político y económico, que en muchas áreas ha cambiado poco desde la dictadura.

Un modelo económico neoliberal depredador de humanos y del medio ambiente

Las industrias agrícola, acuícola y pesquera son muy importantes para la economía chilena. Sin embargo, la ausencia de vigilancia del Estado hace que muchos empresarios se enriquezcan a costa de los seres humanos y del medio ambiente. Efectivamente, al modelo económico neoliberal poco le interesa la vida en la Tierra, como lo han puesto en evidencia sendos reportajes tanto de medios internacionales (Deutsche Welle, Le Monde Diplomatique, National Geographic, El País, Medium, France 24) como de medios chilenos (T13 y El Mostrador, El Mercurio, TVN).

El salmón y el aguacate, por ejemplo, son muy populares hoy entre los consumidores de todo el mundo, pero hay desventajas en esta moda: los salmones se crían en piscifactorías con antibióticos y los aguacates requieren mucha agua. Y eso perjudica la salud y el medio ambiente.
El salmón es autóctono del hemisferio norte y no de las aguas costeras chilenas, pero allá crece perfectamente hasta que se puede sacrificar. El que fuera producto de lujo en la década de 1980 es hoy un alimento de moda, al igual que el aguacate, que enloquece a veganos, vegetarianos y "hípsters” de las grandes ciudades. Pero la producción masiva de salmón y aguacate tiene consecuencias.

El salmón chileno: oro rosado cargado de veneno

Reportajes de DW, Le Monde Diplomatique y Medium han mostrado que la producción industrial de salmones es una fuente de riquezas para las empresas, pero no para los seres humanos ni para el medio ambiente.

Chile es actualmente el segundo productor mundial de salmón de piscifactoría después de Noruega. También conocida como el “oro rosado”, la acuicultura fue creada desde cero en unos 20 años, a mediados de la década de 1980, para sacar a la economía chilena de su dependencia del cobre. Con sus 5.000 kilómetros de costa, el país ha aprovechado sus similitudes climáticas y geográficas con Noruega, un país pionero en el campo de la acuicultura. Dos especies de salmón se encuentran en las granjas chilenas: Salar del Atlántico y Coho del Pacífico Norte. El 98% de la producción se destina a la exportación y solo el 2% al consumo interno.

Con su mano de obra barata, el salmón chileno es más asequible que sus competidores noruegos, escoceses o canadienses. La periodista Géraldine Martin de Medium reporta, en un artículo publicado hace pocos meses, que Salmón Chile, el sindicato de la industria salmonera, estima que 21.000 personas están empleadas directamente (41.000 indirectamente) en la acuicultura. Alrededor de 4.000 empresas —principalmente extranjeras— están ubicadas en el sector. En marzo de 2019, los lobbies salmoneros chilenos presentaron su nueva campaña de marketing, “Las Promesas de la Patagonia”, que promueve la calidad de las aguas cristalinas del sur de Chile.

En la región de los Lagos del archipiélago de Chiloé, en el corazón de la producción de salmón, el gobierno apoya en gran medida la acuicultura, en detrimento del turismo y la pesca artesanal, lo que conduce a una crisis social sin precedentes. La industria salmonera ha perturbado los ecosistemas de la población y los recursos alimentarios tradicionales, dejando a los pescadores locales fuera del panorama.

“Antes de la llegada de los industriales, había mucha más actividad económica. Han arruinado el medio ambiente. Ahora, la gente trabaja en la industria del salmón o no tiene trabajo", dice a Medium Florencia Ortúzar, abogada de AIDA, la Asociación Interamericana para la Defensa del Medio Ambiente.

Además, las condiciones de trabajo de los empleados no son las mejores. Un reportaje de DW muestra cómo Luz Marina Soto, una señora de 60 años que trabajaba para una salmonera, quedó inválida y desahuciada por su empleador después de sufrir un accidente de trabajo.

El salmón es una especie exótica, que no estaba destinada a las aguas del Pacífico chileno. “Sin el uso masivo de antibióticos, los peces de estas granjas no sobreviven”, añade Florencia Ortúzar en entrevista con Géraldine Martin de Medium.

La concentración intensiva conduce a infecciones contagiosas, como anemia o piojos de mar, que amenazan la supervivencia de la producción. Para controlar estas enfermedades, el uso de antibióticos es extremadamente alto, con más de 380.000 kg utilizados en 2016, en comparación con 212 kg en Noruega, 2000 veces menor.

En julio de 2018 el diario francés Le Parisien reportaba que 690.000 salmones tratados con antibióticos escaparon de una granja. Las diez jaulas de contención en las que se encontraban los peces fueron dañadas por una violenta tormenta el 5 de julio en la costa de la región de Los Lagos, a unos mil kilómetros al sur de Santiago.

Las autoridades temían que los residuos de los antibióticos pudiesen tener un efecto duradero en el ecosistema. Además, debido al gran número de peces devueltos al medio silvestre, es posible que estos salmones fuesen portadores de patógenos y transmitiesen enfermedades a otras especies.

Los salmones, aunque realmente son depredadores, se crían con una dieta vegetariana basada en la soja. Gran parte del cultivo de soja se lleva a cabo en inmensas explotaciones agrarias en Brasil que devoran cada vez más terreno. A ello se añade que la harina de soja con la que se ceba a los salmones se trata con sustancias nocivas para la salud prohibidas en la Unión Europea y en Estados Unidos.

Según Florencia Ortúzar, la salmonicultura en Chile nunca será sostenible, ya que el salmón es una especie carnívora que requiere más proteínas de las que genera. Para producir 1 kilo de salmón, se necesitan 5 kilos de pescado salvaje.

Los diversos reportajes realizados por los medios internacionales confirman estas informaciones y dejan ver que en Chile las leyes ambientales son mucho más laxas que en Europa.

Exceso de aguacates y escasez de agua

En la provincia de Petorca, a 220 kilómetros al norte de Santiago, casi nunca llueve, pero por su cálido clima es una de las regiones agrícolas más importantes del país. Alrededor de 8.000 hectáreas de superficie se usan para el cultivo de frutas y verduras. Solo la mitad para aguacates. Desde 1990, el cultivo del llamado también “oro verde” se ha triplicado y los grandes empresarios se han enriquecido. En Petorca, en cambio, ha descendido debido a la sequía, pero se sigue plantando aguacate, porque el negocio es próspero.

Pero no todos están contentos con la fiebre del oro en Petorca. Jimena Valdebenito es una campesina que vive en el pequeño pueblo de Cabildo, en Petorca. Ella nació y creció allí y obtuvo un pedazo de tierra a través de la reforma agrícola en los años 70. Ella también cultiva aguacates. Pero desde que la industria agrícola se estableció en la zona, apenas puede sobrevivir, porque no dispone de suficiente agua para regar sus plantas. Todos sus tres pozos se han secado. “Los grandes empresarios utilizan el agua subterránea, y si cavamos un hoyo en el suelo aquí, no encontraríamos agua, porque ya no hay", explica a DW. "Los empresarios tienen suficiente dinero para construir pozos cada vez más profundos y para exportar sus aguacates. Tuve que sacrificar la producción de un año entero para ahorrar agua. Los aguacates de nuestros pequeños agricultores se consumen en Chile ", dice Valdebenito.

Según un reportaje de National Geographic, los cauces de varios ríos, como el Ligua y el Petorca, han estado secos durante más de diez años. Los peces y otros agentes de la vida silvestre también han desaparecido, alterando significativamente el ecosistema de la zona. Pero aún más grave: la ausencia de corrientes de agua hace imposible la evaporación y el proceso de formación de nubes y, por ende, de precipitaciones. Con un clima subtropical, la provincia de Petorca ha experimentado largos períodos de sequía durante años, amplificados por el fenómeno climático de El Niño.

También el abastecimiento de agua de la población se ha convertido en un gran problema. Los ciudadanos de Cabildo, un pueblo en Petorca, obtienen el agua de tanques con agua potable de la empresa privada Esval. En Chile y desde 1981, durante la dictadura de Augusto Pinochet, se puso en vigor el Código del Agua, que define el agua como "un bien nacional de uso público”. Sin embargo, esa legislación no impidió que el Estado concediera los derechos de uso libre e indefinido del agua a terceros.

A finales de los 90, bajo Eduardo Frei y Ricardo Lagos, el agua se convirtió en un bien libremente comercializable e independiente de la propiedad de la tierra. Ahora, los derechos del agua se concentran en las manos de unas pocas grandes empresas en los sectores agrícola, minero y forestal.

Si los habitantes acusan abiertamente a los agricultores de ser responsables de la desaparición de las aguas subterráneas, estos lo niegan. El propio gobierno está luchando por encontrar soluciones para abastecer adecuadamente a la región, ya que la explotación del agua es un sistema privatizado en Chile desde 1981, bajo la dictadura de Augusto Pinochet. Si el Estado actual trata de revertir esta decisión, no puede entretanto redistribuir esta riqueza como le gustaría proveer de agua a todos los chilenos.

Además, el monopolio extremo de los productores de aguacate y su consumo de agua han contribuido fuertemente al cierre de los cultivos y el ganado locales a escala familiar, lo que ha provocado una migración significativa de estos trabajadores.

La privatización del agua y la peor sequía en 70 años

Seis regiones del centro de Chile donde se concentra cerca del 80% de la población enfrentan en 2019 una crisis hídrica sin precedentes, al menos desde que existen registros, informa el diario El país de España. La falta de agua es evidente para cualquiera, dice la corresponsal Rocío Montes. Quien acostumbra a viajar en avión a Santiago se da cuenta de que el desierto parece haber avanzado desde el norte hacia la capital. Los ciudadanos lo comentan en las redes. Bárbara Fuentes, académica chilena, subió hace un par de semanas a Instagram la fotografía de uno de sus hijos tomada el 22 de septiembre de 2013 y otra idéntica del 22 de septiembre de 2019. El cerro de la zona de Chicureo, en la Región Metropolitana, en seis años dejó de tener pasto verde en primavera y solo luce tierra y espinos semimuertos.

La administración pública de este país parece no ser suficiente para enfrentar la sequía, considerando que se trata de unos de los países del planeta con el mercado del agua menos regulado. “Que el derecho de aprovechamiento de agua sea privado va de la mano con que el Estado tiene pocas atribuciones para tomar decisiones sobre su gestión”, explica Fuster. En entrevista con El País, el diputado Diego Ibáñez, representante de un distrito de la región de Valparaíso especialmente golpeado por la crisis hídrica, afirma que “el Estado no se hace cargo de la estructura de desigualdad anidada en el Código de Aguas chileno, que se remonta a la dictadura de Pinochet y privatizó el bien común”. “Actualmente, quien tiene mayor capacidad de pagos de derechos de agua controla la cuenca. La naturaleza en Chile se organiza como una sociedad anónima”, señala el parlamentario de oposición al diario español.

Miles de animales muertos

Una parte de Chile se seca y la peor parte se la llevan los animales. La zona central enfrenta la peor sequía en 70 años y las pérdidas en el sector agropecuario son cuantiosas. Sumado a esto, se estima que la primavera y el verano podrían agudizar aún más esta situación.

Más de 37.000 agricultores, 700.000 animales en riesgo y 430.000 colmenas afectadas en las cinco regiones a fecha del 12 de septiembre según datos del mismo ministerio, una cifra que se acrecienta de manera exponencial cada día que pasa y que no llueve.

Según consigna El Mercurio, unos 10 mil animales han muerto entre las regiones de Coquimbo al Maule. Entre estas, la de Valparaíso sería la más afectada, donde, según el seremi de Agricultura, Humberto Lepe, un 30% de los animales muertos son vacunos y el 70% cabras y ovejas. Desde el Ministerio de Agricultura señalaron que existen “2.500 ganaderos muy complicados y aproximadamente 50 mil animales afectados”.

En regiones como Valparaíso ya habrían muerto al menos otros 10 mil por falta de agua, según informaciones reportadas por medios locales. Las cifras son imprecisas y cambian de región a región, pero los saldos son similares: la destrucción de la economía familiar, del sustento de crianceros y pequeños y medianos ganaderos rurales que ven cómo desaparecen sus animales y el patrimonio que les ha costado tanto esfuerzo amasar y del que depende su sustento económico. “El año pasado tenía 150 cabras, las mandé a la cordillera y me llegaron 110, ahora tengo 79”, relata María Araya, criancera de Illapel, en un reportaje del canal local 'TVN' sobre los efectos de la sequía en el valle de Cochapal en la región de Coquimbo.

Casi todos los días pierde una de sus cabras como consecuencia de la falta de agua y alimento y tiene que enterrarlas con sus propias manos y esfuerzo. Araya vive de la venta de quesos de cabra y su futuro se ve incierto. Además, la sequía aumentó el número de abortos en los animales.

Paradójicamente, Chile será en diciembre en el país anfitrión de la Convención Internacional del Cambio Climático de la ONU, la COP25, reporta France 24.

Cuando El Tiempo alababa el modelo neoliberal chileno

Según Julio Dittborn, presentado por El Tiempo como exdirector de la oficina de planeación de Chile (Odeplan), “la privatización premió la eficiencia de las empresas y de la economía. Igualmente, se incrementaron los empleos y se atrajo inversión extranjera. Cuando las entidades eléctricas eran estatales, los chilenos sufrían varias veces a la semana cortes de luz en las horas pico. Después de la privatización de las empresas, no solo había recursos para no tener que sufrir apagones, sino que había para comprar empresas eléctricas en Buenos Aires y Lima”.

Con una inflación del 2% anual, una tasa de pobreza del 8,6% y un crecimiento que se espera alcance el 2,5% del PIB este año, una de las más altas de una región en crisis, el modelo chileno es envidiado por muchos gobernantes en América Latina. Con todo, varios indicadores sociales —como la salud, la educación y las pensiones—, que se encuentran casi exclusivamente en el sector privado de ese país, muestran desigualdades muy elevadas. Además, hay una crisis ecológica en gran parte provocada por el hombre, como lo pudimos ver en este artículo.

Actualmente, Chile es el país más caro de América Latina, las pensiones son muy bajas y están en manos de fondos privados, la educación es más cara que en muchos países de Europa, la salud funciona para los que tienen dinero para pagársela y las industrias agrícola, acuícola y pesquera están acabando con el medio ambiente. Eso sin hablar de la industria minera.

La prensa internacional, los intelectuales y académicos expertos en este país coinciden en que Chile está viviendo un caos que estaba anunciado. Lo que está pasando en Chile hoy se podría resumir con dos frases que encontré en internet: “No es sequía. Es saqueo” y “la crisis del milagro neoliberal”.

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Fuentes
Megasequía empuja a Chile a una de sus peores crisis hídricas
El doloroso saldo de la peor sequía en Chile: 10 mil animales han muerto entre las regiones de Coquimbo al Maule
Chili. Du saumon qui pose problème dans nos assiettes
Au Chili, les avocats assèchent les cours d'eau
El salmón y el aguacate, los alimentos de moda | DW Documental

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