Cuando un diplomático dice “magnífico”
Opinión

Cuando un diplomático dice “magnífico”

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noviembre 13, 2014
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Santos fue, se hizo ver y, ¿venció? Depende. Si la respuesta se da en los términos que usa la canciller Holguín cuando, entre gallito y gallito, sortea las inquietudes de los medios; o en los que usan los dignatarios del Viejo Continente cuando, qué mamera, reciben a los ilustres visitantes que les llegan del trópico; si se da en términos edulcorados de cubierta-de-bizcocho-de-novia, mejor dicho, Santos venció, claro que sí. (Europa se arrodilló a sus pies, yeah, yeah, podrían asegurar en términos patrioteros, los teloneros de Juan Manuel Presidente en el Congreso, Roy&Benedetti, agitando como posesos –si lo tuvieran– el mechón de sus brillantes frentes).

Si la respuesta se da en los términos que usamos usted y yo, cuando hablamos sobre lo humano y lo divino; si se da en términos comunes y corrientes, mejor dicho, Santos no venció. Al menos no, en los aspectos prácticos que eran los que en últimas justificaban esta gira maratónica, del estilo del papitour de Miguel Bosé (no por lo de papi, por lo de tour). Se dio un buen champú –en términos adolescentes–, eso sí. Pero no venció. Fue por plata y llegó con el sombrero lleno de promesas y voces de aliento. ¿Suficientes para ayudar a financiar el posconflicto? (El exministro de Hacienda y Agricultura, Juan Camilo Restrepo, calcula que solo para el posconflicto rural –sin contar la reparación de las víctimas, que ya equivalen al 14 por ciento de la población–, el gobierno tendría que invertir cerca de ¡100 billones de pesos!, que no existen, en los próximos diez años). Lo dudo, sobre todo porque el cumplimiento de las mismas está amarrado a la pronta firma de un acuerdo de paz. Y teniendo en cuenta la modorra crónica de las manecillas de los relojes guerrilleros... (Que lo digan Pastrana y Víctor G. que, cuando eran amigos, un reloj de campaña fue testigo del trío que pudo haber sido y no fue).

“Voy a visitar seis jefes de Estado para convencerlos y pedirles que me ayuden a crear un fondo a través de la comisión de la Unión Europea para financiar el posconflicto, una especie de Plan Marshall”, declaró el Presidente, a punto de partir en la búsqueda del tesoro que los Neandertales dejaron enterrado al otro lado del Atlántico, donde hoy se levanta Europa. Y que nadie le quite lo bailado, aunque no lo encontró, bien recibido sí fue. El presidente del gobierno español –vivaracho y sabrosón como pollo a la poceta–, no solo le prometió liderar la alimentación colectiva del marranito de marras, sino que lo apadrinó en el Honoris Causa de la universidad Camilo José Cela y, además, lo consoló cuando le chantaron el disfraz de halloween. (Un solo “ja” se oyó salir de la tumba de Cela, Nobel parco como pocos). Felipe VI, que reina pero no gobierna, lo invitó a tomar el té (café con bollos, en términos no engominados). La Merkel, bendita, le reiteró que siguen firmes los 75 millones de euros destinados a la recuperación de la Amazonia. Hollande le estampó un beso en cada cachete, el presidente de Portugal se comprometió a blablablá y Van Rompuy, presidente del Consejo de la Unión, le manifestó que mientras no se terminen las negociaciones, del gustico económico ni pío.

Quisieron tanto a Santos… Fueron elogiosos con él, con la ministra, con Colombia y con el proceso de La Habana. “Magnífico”, insistían, entretanto intentaban sacarle los gases con palmaditas en la espalda. Cuánta dulzura en el ademán, cuánto arrullo en el vocablo. Zzzz... “Cumplimos con creces”, regresó soñando el presidente. Puede ser que su relacionista no le haya informado que cuando un líder europeo o de cualquier parte –incluyéndolo a él– le suelta un “magnífico” a su interlocutor, lo que en realidad le está diciendo es “me importa un c… comino”. Es que en la diplomacia, el lenguaje es arma distractora que dispara términos que aparentan decir lo que no dicen. Expertos en dorar la píldora, los diplomáticos no son de fiar, no se debe tragar entero lo que sale de sus bocas; sapos con fachada de príncipes, muchas veces. Nuestra María Ángela sirve de muestra. Donde dice: “Es importante reiterar que no fuimos a buscar recursos, no pasamos el sombrero; lo que se planteó, y en eso hubo apoyo unánime, fue la creación de un fondo para tenerlo listo en el momento en que se firmen los procesos de paz”, favor leerse: no conseguimos un solo peso, por ahora. Y sanseacabó, así de sencillo.

COPETE DE CREMA: Ojalá salga del closet, pues, el fondo prometido por la UE. Querrá decir que el posconflicto está dando inicio al verdadero proceso de paz. Ese día habremos superado —con creces, señor presidente— la “magnífica” hipocresía. Magnífico, ¿no?

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