¿Cuál es la sorpresa; cuál el misterio?

¿Cuál es la sorpresa; cuál el misterio?

No está de más realizar un curso sobre lo que verdaderamente nos importa. Saber algunos trucos de seguridad existencial es más saludable que trabajar excesivamente

Por: Diego Mario Zuluaga Osorio
agosto 31, 2021
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¿Cuál es la sorpresa; cuál el misterio?
Foto: Pixabay

Si al principio no tienes éxito, inténtalo, inténtalo de nuevo: Proverbio

La forma en que conversamos está cambiando la comunicación. Desde el momento en que nos conectamos inician los conflictos en nuestras relaciones, en el hogar, en el trabajo. No importa cuánto tiempo llevamos juntos, pero no está de más realizar un curso de actualización sobre lo que verdaderamente nos importa. En este mundo de complejidades el saber algunos trucos de seguridad existencial es más que saludable.

Estamos en una época en la que las charlas exploran inteligentemente y subvierten magistralmente los conceptos de la existencia del hombre; de ahí que vivimos sorprendidos por cada una de las situaciones que se presentan dentro de esa guerra interior en cuanto a lo que es justo y lo que no. Andamos un camino de sombras acerca de las emociones humanas, de las cuales dependen la comprensión y la solución, lo que nos dirige a interpretar ese misterio sobre lo que disfrutamos, lo que explicamos y lo que es más importante. Dejamos un futuro a la deriva por aquello de la falta de cohesión por un lado transparencia y coherencia por el otro.

Llevamos a cuestas una colección de experiencias que entre la sorpresa y el misterio auguran felicidad, alegría, gananciales sociales y económicas pero también angustias, tristezas y desencantos; y entonces, ¿qué es lo que deseamos sintonizar?, en palabras de Esther Perel (Charlas TED), por dónde deberíamos comenzar o cuál episodio es el que nos invita a una real solución a los problemas. Repensamos las infidelidades existenciales, de pensamiento, de falta de originalidad o nos dejamos absorber por las relaciones modernas, llenas de banalidad, inconscientes pero aterradoras desde su intuición y su rectitud.

Dentro de su seguridad emocional el individuo cree ciegamente en el amor, en las amistades, en las relaciones sociales, familiares y laborables y nos damos cuenta que el otro par, aquellos cercanos e inclusive lejanos esperan el momento de una caída, de un momento en el cual la desgracia nos alcanza para aprovecharse u lucrarse de esa situación, ó sorpresa cuando al alzar los ojos nos damos cuenta que la sorpresa siempre ha estado allí, que el misterio de la realidad es más triste que la verdad; una motivación y expresiones de nostalgia que construyen un marco de comprensión de esas relaciones.

“Para allanar el camino pedregoso de la vida”, dice Dalai Lama, basta con conducir hacia la paz interior y búsqueda de una alegría plena, ejercitando aquello de los pies en la tierra, de respirar profundamente, alejar de la mente los problemas para mejorar la perspectiva, acabar con esa lucha presente y futura, y reconocer acerca de la liberalidad del ser humano y su propia experiencia desde la humildad y la comprensión. Olvidamos muchas veces que la vida depende del buen humor, de acordarnos de lo que nos hace reír y disfrutar el momento, redirigir nuestro ser hacia lo humano y, lo que es inevitable, hacia aquello que nos llena de ilusiones.

La reducción de los estándares de vida se ha convertido en un fenómeno en el ámbito nacional o tal vez mundial. Nos han dado “el regalo del fracaso” (Jessica Lahey) por aquello de no cohesionar la inteligencia y las expectativas, por desconocer los elogios y los logros, por tener puestos inmerecidos, por falta de la calidad de confianza, el concepto de imparcialidad y hasta perder la honestidad frente al resultado de no creer en nuestro juicio.

Un famoso grito "Sabemos que somos los mejores, mejores que todos los demás", pero a qué precio. Cuando aprendimos la lección destructiva de tener que ser el mejor por encima del otro, viendo como los menos capaces pasan por encima de los habilidosos, cuando la paciencia le gana la carrera a la indigencia desde lo político hasta lo social, pero también la acumulación de poder por encima del control natural hacen que el individuo conviva con las palabras que se enuncian al principio, sin poder comprender si las políticas basadas en la desconfianza son la entrada a la pérdida de lo que contribuye a que seamos mejores personas.

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