Cotos y mujeres sádicas. una radiografía del Huila a través de sus mitos
Opinión

Cotos y mujeres sádicas. una radiografía del Huila a través de sus mitos

El bocio fue causa de muchos mitos femeninos dismórficos. Los desórdenes psicológicos y hormonales parecen haber hecho más por el país que infinidad de patricios

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febrero 18, 2023
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La única gente normal, es aquella que usted no conoce muy bien
Alfred Adler

 

Hoy les voy a contar, cómo los mitos de las mujeres sádicas cuentan verdades.

Los mitos del Huila -salvo el Poira y el Mohán- suelen referirse a encantadoras mujeres que padecen de un síndrome como el del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde, donde se presentan como seres normales, pero luego sus personalidades sufren un súbito cambio que las transforma en monstruos ávidos de tortura y muerte.

En un medio rural, donde las mujeres se crían para ser matronas, la gracia de cualquier mito, leyenda, cuento, novela o ficción, es que sea creíble. Y a veces, la realidad supera la ficción.

Lo que tienen de maravilloso los mitos de cada pueblo, es que como en el análisis de los sueños de Freud, estos poseen un contenido manifiesto y un contenido latente. El primero alude a lo irreal del sueño (en este caso del mito) y el segundo al contenido verdadero que hay que desentrañar o afectación psicológica. Es decir, aunque disten de la historia, parecen retratar algo que es una verdad colectiva, dolorosa, como en este caso, enfermedades mentales comunes en una población, síndromes o condiciones de salud que comprometen el bienestar humano. Baste decir, que además son elementos que nos permiten reflexionar, como en este caso, sobre la coyunda conyugal, un hogar emocionalmente disfuncional y la asociación de ello con los patrones de crianza en un entorno generacionalmente mórbido o enfermo.

LA LLORONA

Es la campesina opita que se deja embarazar del hijo del patrón en la ciudad, y tras abandonar su hijo a la suerte de las aguas del Magdalena como el Moisés de la leyenda bíblica, esta se da cuenta de que se ahoga y se lanza al río para salvarlo, pero se ahoga con él. Su espíritu perturba a los pescadores que dicen oír su calamitoso llanto. Impresión diagnóstica: Mujer depresiva, suicida; homicida preterintencional.

LA MADRE MONTE

Maldice con pústulas y garrapatas al ganado de los invasores de tierras, y les hace perder el camino de vuelta a casa, cuando están borrachos y expresados sus deseos lascivos. Otra forma de sadismo contra el hombre que expresa la libido y recurre al escapismo del alcohol ante una realidad rural desprovista de encanto. Impresión: Mujer sádica y vengativa. Rasgos sociopáticos.

LA CANDILEJA

Su hijo adolescente, trágicamente amedrentado por la madre, no logró cazar algo para el almuerzo, y decide matar a su padre para evitar el castigo o quizás, bajo el edípico amor, para poner fin a la competencia amorosa con este, extrayendo su corazón y llevándolo para que la madre lo sazone en su fogón de tres brasas. Descubierto el parricidio, le da muerte a su propio hijo y así es condenada a cargar con sus huesos por la eternidad, convirtiéndose en tres brasas al caer la tarde. Impresión: Trastorno disocial, sádica. Homicida dolosa.

LA PATASOLA

Dotada de gran belleza, le fue infiel a su marido. Descubierta, es desmembrada por él, quien le cercena una pierna y la abandona a su suerte en la inhóspita selva, esperando que muera; esta se cura, se adapta al medio y convertida en una especie de Artemisa de una sola pierna, seduce a los exploradores de la manigua para liquidarlos tras el coito, como si se tratara de una mantis religiosa. Impresión diagnóstica: Sociopatía. Homicida dolosa.

MULA DEL DIABLO

Hermosa joven convertida en una mula grande y sulfurosa, de satánicos cascos que desprenden chispas al galope por el pecado de haber tenido relaciones sexuales con un cura. Su espíritu huye por las puertas de las casas, dejando media rienda adentro y media rienda afuera. Si se captura, puede volver a ser nuevamente una hermosa y libidinosa joven dispuesta  a complacer los deseos de los hombres, quienes se llevan el escarmiento al verla de vuelta convertida en mula. Un ser malformado, orgulloso de su capacidad de generar terror al género masculino. Impresión: Libérrima y libidinosa, perversa, al parecer, presa del dismorfismo. Comportamiento sociopático.

EL COTO DE LA MUJER HUILENSE

El Huila tiene una elevada prevalencia de lo que coloquialmente se llama “coto” o tumor por cáncer de tiroides, cuyas cifras históricas son muy alarmantes. El Huila y el Tolima están muy por encima de otros departamentos epidemiológicamente. Esto puede ser porque no yodaban la sal; por genética o por elementos de la alimentación y el suelo.

Bajo los verdes prados de la hacienda Matamundo, reposan centenares de cotos extraídos quirúrgicamente a damas del Huila y el Tolima por los doctores Max Duque Gómez (quien donara la primera sala de cirugía del Hospital San Miguel de Neiva en 1930) y Luis Felipe Cabrera García.

Hace un siglo no había muchas medidas de asepsia, antisepsia y manejo de residuos biológicos -mucho menos en una finca ubicada en una ladera al sur de Neiva-; pero estos cotos dan cuenta como los mitos, de una epidemiología histórica y concreta: mujeres enfermas de su glándula tiroidea que genera un desorden hormonal y emocional, causando a su vez un seguro impacto en los patrones de crianza de generaciones de opitas, y de su resultado, sistemas de parentesco (como lo definiría Lewis Henry Morgan en su libro “Sistemas de consanguinidad y afinidad en la familia humana”, 1871), compuestos por madres bastante duras, donde no se habla de tú, y donde la mujer desarrolla sadismo hacia sus esposos e hijos para que “Ego” -como lo llaman los antropólogos- no sea igual a nadie y genere una sociedad rural más ruda, donde la violencia se escinde de la glándula y tiene patrones de reproducción propia.

 

Doctores Luis Felipe Cabrera García y Anselmo Gaitán Useche (el segundo y el cuarto), en los corredores del Hospital San Miguel en 1912, acompañados por dos médicos visitantes de Bogotá. Foto: Roberto Liévano.

¿Podrían todos estos mitos retratar generaciones de mujeres mórbidas y patrones de crianza a partir de la enfermedad?

LA CACICA GAITANA, ¿Otro mito creado para sobrellevar la enfermedad?

Ahí aparece también el mito de la Cacica Gaitana, mujer arquetípica que ha servido para educar a numerosas generaciones de mujeres huilenses en un raro pero efectivo culto a la violencia contra los hombres. Es una especie de síndrome de matrona o de gerente plenipotenciaria de la casa, que responde a la apropiación del sistema de parentesco sudanés (Morgan, 1871), donde hay una veneración al hombre (“machismo”), pero que a su vez compite por ocupar en la familia y en la sociedad el lugar de él.

El célebre historiador Joaquín García Borrero dejó más que claro que la madre del fallecido cacique Pigoanza, no llegó a ser nunca parte de la historia, como sí de la ficción. Aunque la gracia de todo mito es que debe ser creíble.

En el mítico relato, la mujer no solo se preocupa por la muerte de su hijo, sino, y en realidad, el asunto central es por la pérdida del poder a manos del hombre (el conquistador). Ella debe matarlo para recuperar su lugar de poder dentro del sistema de parentesco y en el entorno social.

Así, entendemos que “ego” o el poder de la mujer prevalece sobre el poder masculino, pero no permitiéndole un lugar, sino aniquilándolo, disfrazando dicha lucha por un sentimiento de pérdida de su hijo que es compensado con el asesinato del conquistador masculino. Vemos aquí así, el desarrollo de varias etapas: 1. El dolor por haber sido separada del poder en el afrentoso asesinato de su hijo, no cualquiera, sino un cacique igual que ella; 2. La euforia y el sadismo con los que aparentemente se sobrepone la cacica al dolor cuando decide arrastrar con su caballo al conquistador asesino, atado de pies y manos, para darle de beber ante la sed de oro, este metal derretido, como un acto totalmente innecesario (pudo matarlo sin sevicia), pero esto aseguraría que su crueldad se hiciera leyenda por el nivel empleado de sadismo, como un componente que marca su lugar social a partir de la fuerza y la violencia. Y, 3. La culpa tras haber visto morir su hijo sin poder hacer nada, quedando solo el orgullo de poder como compensación por la pérdida humana.

La existencia de estos mitos, también demuestra otro aspecto psicológico: la creación de una historia de ficción que explique el origen de los cambios incomprensibles en las emociones de la mórbida matrona opita.

DEL MITO A LA REALIDAD
El bocio o coto surge en entornos escasos de Yodo. La glándula tiroides crece de forma anormal cuando necesita absorber todo el yodo posible en ambientes escasos en él, siendo este fundamental para su funcionamiento. El Huila no tiene una salida hacia la costa y los productos de mar ricos en este mineral. Pero ahora llegan en avión y camiones fríos al supermercado e hipermercado.
No todo es malo en esta mítica historia. Giganteña, de madre y abuela con bocio, es decir, descendiente de esta estirpe psicológica, nace una Gaitana de carne y sangre, como lo fue la olvidada Clotilde García Borrero, feminista revolucionaria, precursora de la ley 28 de 1932, que le permitió a la mujer heredar los bienes y manejar su patrimonio; de los decretos que le permitieron el ingreso a la mujer a la educación universitaria, de un proyecto de sufragio femenino fallido y madre de dos gobernadores del Huila.
Aquí dejo para la memoria y la reflexión de algunos, estas fotos de mujeres huilenses de otras épocas con cotos:

María Susana Herrera Pérez, bisabuela de Clotilde García Borrero

Zoila Rosalía Dalas Herrera con su hijo Alberado García Salas, abuela de Clotilde García Borrero

María Inés Borrero Álvarez, madre de Clotilde García Borrero

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