Coronavirus y riesgos de extinción en la Amazonia

Coronavirus y riesgos de extinción en la Amazonia

No solo en Colombia sino en todos los países de la frontera la pandemia se expande amenazando a las comunidades indígenas y campesinas que la han poblado desde siempre

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mayo 03, 2020
Coronavirus y riesgos de extinción en la Amazonia
Foto: Señal Colombia

El coronavirus dejará miles de muertes en Bogotá y muchos más pobres de los que ya padece. Igual en otras grandes aglomeraciones urbanas del país. Pero ¿qué pasará en las poblaciones dispersas, de campesinos e indígenas, en las regiones periféricas? ¿Es cierto que al mantener mayor “distancia social” están blindados o menos expuestas? Detengámonos un momento a pensar el caso de los pueblos indígenas y campesinos, poniendo como ejemplo la Amazonia colombiana.

A estas alturas de la pandemia, última semana de abril de 2020, no existe certeza de cuándo la humanidad tendrá una vacuna eficiente y aún no están comprobados los medicamentos para tratar a los enfermos de COVID-19. Los más optimistas creen que falta un año para tener la vacuna y la aplicación masiva de la misma, a los pueblos más pobres y dispersos, es de ocurrencia incierta. A la incertidumbre sanitaria hay que sobreponer la crisis económica y social que está viviendo ya la humanidad y Colombia en particular. Si las economías más fuertes (Estados Unidos, Europa y China) caerán de forma estrepitosa este año, y el mundo tendrá 195 millones más de desempleados (OIT), resultan optimistas las expectativas de la Cepal de que Colombia solo reducirá su PIB 2.7% en 2020 y que el desempleo llegará a 19% (Fedesarrollo). Los economistas apenas sabemos que algún día saldremos de la crisis, pero no cuándo, y no estamos de acuerdo en cómo. Ésta puede ser otra década perdida.

Por lo pronto sabemos que los países con los mejores sistemas de salud pública y universal, han tenido menos muertes por cada 100.000 habitantes (Alemania). Y que los países con mayores recursos financieros acumulados han podido emprender programas temporales de renta básica universal con la cual pueden paliar el hambre de los más pobres, incluido Estados Unidos. Colombia no está en ninguno de esos grupos privilegiados y hasta el presente las políticas asistenciales a los pobres han sido erráticas, mezquinas y concentradas en las grandes ciudades. El Gobierno ha asignado 1.4% del PIB a la emergencia, mientras Estados Unidos asignó 10% y Alemania 20% (Kalmanovitz).

Está claro que la crisis sanitaria y la crisis económica afectarán de forma diferenciada a los países, regiones, pueblos, localidades, clases sociales, grupos etarios, etnias, individuos. Todo depende de las condiciones iniciales (líneas de base) en que se encuentre cada nación o grupo social; de las políticas y estrategias que se adopten para enfrentar con urgencia y eficacia las dos amenazas (la capacidad de movilizar recursos financieros, institucionales, tecnológicos y humanos, públicos y privados, para enfrentar la pandemia y la crisis económica y social); y de la capacidad colectiva e individual de recuperar la salud y la economía para el futuro incierto. En suma, todo depende del pasado, de la acción colectiva actual y de las estrategias a adoptar para la pos-pandemia y para la retomada económica.

Veamos ahora brevemente qué pueden esperar los pueblos indígenas y campesinos de la Amazonia.

Todos los indicadores económicos y sociales, de dotación de servicios sanitarios y de atención en salud, muestran que las condiciones de entrada o línea de base de estos grupos sociales en la Amazonia los hace más vulnerables que el resto del país. Sería una redundancia repetir aquí las cifras. De manera que la única alternativa, dada la llegada de la pandemia a la región (al menos dos infectados en Leticia-Tabatinga, un muerto y dos infectados en Florencia, 39 muertos en Manaos –la pandemia, como la vida, no tiene fronteras-) es el aislamiento, el confinamiento radical, para al menos mitigar el impacto.

De verdad ¿es posible el confinamiento radical en la Amazonia? De ninguna manera. Ni siquiera los pueblos en aislamiento voluntario quedarán blindados frente a la actual coyuntura. Veamos.

Desde mediados del siglo pasado la Amazonia colombiana ha sido objeto continuo de los siguientes fenómenos económicos y sociales: poblamiento colonizador intenso; establecimiento de monocultivos (pastos, palma africana, caucho, cacao, entre otros); ciclos extractivitas de pieles, animales silvestres, peces, caucho, maderas, oro, coltán, petróleo y últimamente de turismo; economía ilegalizada de la coca y la marihuana; establecimiento de núcleos urbanos y enclaves geopolíticos de frontera. Y claro, la Amazonia ha sido espacio privilegiado del Conflicto Armado Interno: presenta más víctimas por cada 100.000 habitantes que cualquiera otra región del país. Ninguno de esos ciclos y fenómenos sociales ha terminado en la Amazonia (Pulecio).

Es sabido que un grupo significativo de la población y de actores ilegales oscilan en la Amazonia entre la economía del narcotráfico, la extracción de oro y la tala del bosque para ganadería, dependiendo de las condiciones de precio de estos productos en los mercados nacionales e internacionales y de las condiciones institucionales dominantes. No es posible garantizar el aislamiento radical de campesinos e indígenas cuando actores con poder recorren a sus anchas los ríos y los caños en búsqueda incesante de oro, coca, maderas, tierra y poder.

El coronavirus llegará tarde o temprano a las comunidades dispersas de la Amazonia, de la mano de garimpeiros, narcos, colonos o de actores armados, legales e ilegales. Y llegará, todo parece ser, antes de que se descubra y se aplique la vacuna. Y si no llega por esas manos, los indígenas y campesinos saldrán a contraer el virus cuando busquen desesperados alimentos, medicamentos y vituallas para sobrevivir. En adición, los indígenas de la Amazonia son gregarios por naturaleza. Siempre se congregan en torno a la maloca. La distancia social no aplica. Por eso la viruela y la tuberculosis los extingue tanto como el extractivismo y la guerra. Tienen historias de confinamiento y de fuga hacia la selva profunda para sobrevivir. Pero el coronavirus ataca preferencialmente a los viejos: los viejos entre los indígenas son pocos pero son el saber, la memoria y la cultura.

El mayor problema, frente a la amenaza del coronavirus, es que las organizaciones indígenas y campesinas de la Amazonia no tendrán la capacidad negociadora de Claudia López, la alcaldesa de Bogotá, para obtener recursos y definir políticas cuando la curva de la pandemia alcance su pico entre los pueblos alejados y dispersos. Cien pobres de Ciudad Bolívar pueden salir a bloquear una avenida y hasta RCN le da cubrimiento a la “noticia”. Si cien indígenas se manifiestan de hambre en La Pedrera, Amazonas, nadie en el mundo se enterará o le importará poco. Al Río Caquetá, el más caudaloso de Colombia, no lo bloquea nadie, ni el cañón de Araracuara.

Hoy la pandemia está siendo aprovechada para varias tragedias en la Amazonia: para talar sin misericordia la Macarena y avanzar sobre Chiribiquete; para ampliar los cultivos ilegalizados de coca y la minería criminal del oro que envenena ríos, peces, aves, pueblos indígenas y colonos; para fortalecer el Cartel de Sinaloa y a las Disidencias de las FARC; para asesinar líderes sociales. Todo esto está pasando a la sombra de los grandes medios ocupados en resaltar cifras y responsabilidades de los gobernantes sobre la repartición de los recursos durante la pandemia. Los pueblos indígenas y los campesinos han sido históricamente ignorados y excluidos. Estas condiciones se profundizan en la actual coyuntura.

A futuro el riesgo puede ser mayor. Es posible que ante el hambre y la pobreza nacional que dejarán la pandemia y la crisis económica global, la retomada económica se haga a costa de la Amazonia. Pueden venir tiempos de neo-desarrollismo, como está ocurriendo en el Brasil, donde no se impongan cortapisas a la minería, a la explotación de petróleo y gas, a la tala del bosque para los agronegocios, todo para salir de la pobreza que nos dejará la doble crisis.

Por eso la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA) y las organizaciones sociales de la Amazonia están convocando a la acción solidaria urgente con los pueblos de la Amazonia. Se necesita información transparente de doble vía: que todos los habitantes de la Amazonia sean plenamente informados (en sus lenguas) de los riesgos que están corriendo y actúen en consecuencia, y que Colombia y el mundo sepan -en tiempo real- que los pueblos de la región están en riesgo de extinción. Se requiere urgente atención médica especializada y alimentos suplementarios acordes con las prácticas ancestrales. Se pide lograr un pacto para detener la entrada de mineros, petroleras, narcos y ganaderos. Tregua inmediata entre los actores armados y cumplimiento de los acuerdos de paz. Fortalecimiento del gobierno propio indígena y empoderamiento de las organizaciones campesinas autónomas. En fin, que se mantenga y amplíe la cooperación internacional para defender la vida, la cultura y la naturaleza viva en la Amazonia. No todo está perdido. Aún es posible la acción colectiva, la solidaridad humana, el comensualismo y la defensa de la “casa común” para que la Amazonia siga siendo recipiente de vida y termostato del planeta.

P.D. Las comunidades campesinas e indígenas, ante la desprotección milenaria del Estado, están acudiendo a la “autoprotección” y han demostrado su solidaridad al compartir productos con los núcleos urbanos. También han desarrollado estrategias de sobrevivencia acudiendo al cierre de caminos, de pasos por los ríos, o recurriendo al trueque (Agradezco a Graciela Uribe este recordatorio).

Fuente de los datos:

·       Gran conversatorio: Análisis económico y empresarial de la coyuntura actual, COVID-19, posibles impactos y alternativas. https://youtu.be/eSg5lkGxHJo

·       La doble amenaza para los pueblos de la Amazonia: https://elpais.com/elpais/2020/04/15/planeta_futuro/1586940857_855036.html

·       Declaración de la COICA:  https://www.facebook.com/photo?fbid=630645217488767&set=pcb.630645284155427

·       Manaos, la ciudad amazónica de Brasil sumida en el caos por la covid-19 https://www.24matins.es/topnews/portada/manaos-la-ciudad-amazonica-de-brasil-sumida-en-el-caos-por-la-covid-19-205849

·       Observatorio de la OIT: El COVID-19 y el mundo del trabajo: https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/@dgreports/@dcomm/documents/briefingnote/wcms_740981.pdf

·       Kalmanovitz, Salomón, El Espectador, 6 de abril de 2020.

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