Conversando con Spitaletta: Argentina 1976

Conversando con Spitaletta: Argentina 1976

Laura Cecilia Bedoya Ángel, autora de 'Decime bandeón', estuvo en 'Medellín anverso y reverso'. La experiencia la llevó a desenterrar recuerdos, entre ellos este

Por: Laura Cecilia Bedoya Ángel
enero 12, 2023
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Conversando con Spitaletta: Argentina 1976

"Y uno se cree

que las mató el tiempo

y la ausencia

pero su tren

vendió boleto

de ida y vuelta

— Joan Manuel Serrat*

Para escribir esta nota sobre los recuerdos que “me dejó un tiempo de rosas” tengo un remolino de imágenes y sensaciones reticentes a un posible orden en mi discurso, lo tomo como si fuera la veta de una mina de la que tuviera que extraer su riqueza.

Todo esto renació de una conversación con Reinaldo Spitaletta, escritor e investigador reconocido. Por lo mismo, la charla que pude sostener con él estuvo arropada por la hospitalidad y la seguridad que proyecta al entrevistado con su acervo cultural y talante coloquial de buen conversador.

A raíz de la presentación de mi libro Decime bandeón. Un viaje por el tango y la cultura, estuve en el programa Medellín anverso y reverso1 dirigido por Reinaldo Spitaletta y Jacobo Betancur. Fue un delicioso momento en el que hablamos de tango y de libros. Al final salimos a tomar un café y brotaron otros temas.

Es así que le conté a Spitaletta mi viaje a la Argentina en 1976 acompañada por dos amigas Carolina y Marta². Fuimos tomando buses: Medellín-Cali, Cali-Ipiales, Ipiales-Quito, Quito-Lima, Lima-Arica, Arica-Antofagasta, Antofagasta-Mendoza, Mendoza-Buenos Aires. Todo esto en distintas terminales.

Una de mis amigas era novia de un argentino que había conocido en Machu Pichu. Le voy a poner un nombre ficticio, se llamará Virgilio y más tarde entenderán por qué. De la charla salió la pregunta de si había escrito sobre el asunto, yo tenía algo sin publicar y me sentí motivada a concretarlo. En  esas estoy —con boleto de ida y vuelta—.

Cuando llegamos a Buenos Aires, el novio —anfitrión— fue el guía y también nos acompañó hasta Mar del Plata, de donde nos despedimos para seguir hasta Bariloche en tren y luego pasamos a Chiloé y Puerto Mont; en Santiago de Chile terminaría el recorrido por el sur.

Una vez aterrizadas en Medellín, “la novia ausente”, y lo digo con nombre de tango, le mandó una carta a Virgilio, pero a pesar de la emotividad de sus palabras no hubo respuesta, lo que ocasionó una queja. Cosa rara que al tiempo me escribe a mí la madre del novio, a quien llamaré Tess:

Querida Laura:

Creo que te llamará la atención mi prolongado silencio. Muchas cosas han pasado después de vuestra partida y he tenido que superar difíciles momentos de mi vida.

Ahora me siento mejor y sigo adelante de la mejor manera, tratando de encontrar en la vida todo lo que tiene de hermoso y positivo para ser vivido. Me gustaría saber de vosotras tres, las que siempre recuerdo con mucho cariño y me sentiría feliz que me escriban y me cuenten de sus vidas.

¿Alguna está de novia, o se ha casado?

Dile a Carolina y a Marta que me escriban, y si alguna vez, desean volver a Buenos Aires, tienen en mi casa lugar para estar el tiempo que deseen. Te rogaría, si te es posible, me hagas llegar las fotos en colores que se sacaron con mi hijo Virgilio y mi hija, yo la tenía conmigo pero la he perdido, tengo una amiga, médica que está muy enferma, muy grave, no puede levantarse y quiere ver mis hijos, yo no los puedo llevar y, pensé que podía verlos a través de las fotos, donde están abrazados y sonrientes, te ruego por eso si es posible enviarme unas fotos, yo deseo toda la felicidad para vosotras tres, lo mismo a vuestra familia aunque no los conozco.

Espero tus líneas y mil besos a las tres.

Vuestra amiga de siempre

Tess

Buenos Aires- Argentina.

Con el propósito de encajar la carta que no le respondieron a Marta —la novia— con la de Tess, es preciso apuntar que tiempo después a Marta le llegó correspondencia firmada por Virgilio. Allí decía que cuando regresó de Mar del Plata a su apartamento en Buenos Aires —al que yo bauticé Cuartito azul—, lo tomaron preso, destrozaron sus discos de Serrat y otros, además lastimaron a su perrita.

Mi amiga no conserva la carta, ni la memoria. Sin embargo, me parece escucharla cuando leía al pie del apartado aéreo: “Me llevaron a un campo, allí me tuvieron a pan y agua, tanto que rebajé 25 kilos”. Hasta aquí llegan mis recuerdos.

Ahora, no es difícil deducir que cuando Tess me pidió la foto de Virgilio, el destino de la imagen sería el mismo de las madres de la Plaza de Mayo: salir a dar vueltas con las fotografías de sus hijos o nietos desaparecidos. Puede parecer increíble que Tess no las tuviera consigo. Lo que se cuenta es que en esa purga que hizo la dictadura estaba incluida también la desaparición de la memoria. Todavía me sigo preguntando si la foto alcanzó a llegar para la supuesta amiga enferma y si sirvió para lograr lo que para muchas fue una quimera. También pudo pasar que en su afán hubiera adquirido otra y por otro medio, porque Tess nunca me respondió.

Al terminar mi crónica, Spitaletta me dijo: “Es un caso bien raro lo que pasó, porque casi ninguno de los detenidos pudo regresar”. Desde ese momento me he quedado pensando que su sentencia me condujo a las puertas del infierno donde están escritas “estas palabras de color oscuro en lo alto de una puerta”: “Perded toda esperanza al traspasarme3 .Entonces, llegó la hora de ir al Canto III de la Comedia Divina Comedia—:

Estas palabras de color oscuro

vi escritas en lo alto de una puerta.

Dije: «Maestro, su sentido es duro».

y él respondió como persona alerta:

«Es bueno que el temor sea aquí dejado

y aquí la cobardía quede muerta.

Al lugar que te dije hemos llegado

donde verás las gentes dolorosas

que sin el bien del alma se han quedado».

Traspasada una pequeña parte del infierno, aparecen otros versos:

Llantos, suspiros y ayes escuché

Resonando en el aire sin estrellas,

Y por eso a llorar allí empecé

(…)

Y yo: “Maestro: ¿qué les ha causado

Tan gran dolor y llanto así de fuerte?

(…)

Antes de dar el toque final a este periplo, es justo anotar que el poeta Virgilio, autor de la Eneida, acompañó a Dante en su viaje por el infierno y el purgatorio. El Virgilio de mi narración, como pudieron darse cuenta, regresó cumpliendo la consigna. “Con vida se los llevaron y con vida los queremos”.

Por otro lado, no sobra comentar lo que alguna vez imaginé: creí que ese viaje de 1976 había terminado ya, pero no, hubo dos estaciones más. Una de ellas el informe Nunca más, también conocido como "Informe Sábato", publicado en septiembre de 1984, que habla sobre la desaparición forzada de personas durante la dictadura militar. La segunda, y final, el aliento de Reinaldo Spitaletta para que mis recuerdos pasaran a la letra impresa.

Ahora sí se terminó mi aventura porque acabé de desempacar lo que faltaba, la carta de Tess.

(1) Programa de la emisora cultural de Radio Bolivariana

(2) Los nombres han sido cambiados

(3) Alighieri Dante. Divina comedia. Editorial Oveja Negra. P.17

*Aquellas pequeñas cosas.

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