Conspiraciones sin conspiradores
Opinión

Conspiraciones sin conspiradores

La corriente que llaman opinión pública, ni es opinión y mucho menos es pública. Espejismo sociológico construido a merced de quienes conspiran sin conspiraciones y quienes crean conspiraciones sin conspiradores.

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julio 22, 2017
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Todo cuanto ocurre y acontece en un país imaginario es pura y espuria imaginación. Nada es cierto. Todo es un montaje. Lo que consumimos y tragamos con voracidad de incautos en materia de información, es pre fabricado y negociado por quienes detentan la potestad de construirnos el mundo a su imagen y semejanza.

No hay un Dios. Existen Dioses que gobiernan a los terrenales deseos de los ingenuos humanos que se encuentran a merced de su hambre de fe y salvación. Imposible negarse a ser arrastrado por tan impetuoso poder. Bien desde el mercado, ora desde el Estado y también ora desde los púlpitos que amenazan con el fuego infernal a los impíos.

Las condenas que la nueva inquisición impone son tan crueles como las que el Santo Oficio imponía en sus mejores o peores tiempos. Las llamaradas de las hogueras digitales de hoy día, son tan ardientes como las que encendían contra los enemigos de la fe durante el siglo XV y mucho después.

Nada es lo que parece.

La confrontación entre las élites dominantes.

Las guerras de opinión entre ideologías distantes y desde orillas partidistas.

Los debates entre una oposición fundamentalista y un gobierno derrotado a pesar de estar montado en el caballo de la victoria.

 

Los debates entre una oposición fundamentalista
y un gobierno derrotado
a pesar de estar montado en el caballo de la victoria.

 

La corriente que llaman opinión pública, ni es opinión y mucho menos es pública. Espejismo sociológico construido a merced de quienes conspiran sin conspiraciones y quienes crean conspiraciones sin conspiradores.

La vida en sociedad es el galimatías que otros construyen y difunden mientras intentas averiguar qué significa la palabra galimatías.

Nada es lo que parece.

La tenue cortina que separa a la realidad de la imaginación se ha disipado. Somos una amalgama de quimeras al sol: derrotadas y olvidadas entre un cementerio de elefantes.

Las primeras figuras que el fuego sagrado proyectaba como sombras aterrorizantes en las paredes de la cueva primigenia, volvieron para quedarse entre nosotros: el miedo viene en dosis personales y hace estragos entre la sociedad más informada del planeta y la que menor conocimiento tiene de las cosas.

Nada es lo que parece.

Resulta casi que imposible creer en algo en estos tiempos. Después de las refutaciones que vienen de un lado y otro por cuenta de la opinión espuria.

Cada uno esgrime medias verdades. La otra mitad es construida de manera colectiva con los que desdibujan o recrean una nueva verdad.

Todos somos compulsivos mentirosos. El autoengaño es la excitación que conduce al orgasmo social: gritos desesperados y violencia placentera.

Vamos camino al nihilismo social inexorablemente. La incredulidad como epifanía y la renuncia a todo arquetipo que moldea colectividad y tejido social. En especial porque son términos asociados al progresismo y a la orilla distinta a la derecha.

Nada es lo que parece.

Quien posa de profeta y de pastor de iglesias exitosas, esconde un negocio familiar de prosperidad religiosa.

Quien practica la filantropía tiene un obscuro pasado y presente que hace sonrojar al Vaticano.

Quien defiende al desvalido, cobra subsidio con fundaciones que financian el caviar que se sirve en la mesa con otros manjares.

El banquero más rico del país imaginario duerme tranquilo, mientras que el pobre más banqueado amanece con la intranquilidad de volver a dormir intranquilo.

Nada es lo que parece.

Usted no leyó esto que acaba de desaparecer delante de sus ojos. Esa pantalla cuadriculada jamás existió entre nosotros.

Nada es lo que parece.

Coda: Una sociedad fragmentada no encuentra pegante alguno para recomponerse. Después de que un artesano la reconstruye lo que hace es pegar fragmentos no crear algo nuevo.

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