Claudia Sheinbaum, presidenta de México, es doctora en ingeniería de energía de la Unam, académica de renombre, sus exposiciones políticas tienen una mezcla de simplicidad y rigor. Como dando una clase. Fue el estilo que usó para explicarles a su gabinete y a los medios de su país el efecto real de las órdenes ejecutivas que afectaban a México, firmadas por el presidente Donald Trump el primer día de su mandato. Lo que recomendó fue leerlas antes de entrar en pánico.
Es interesante repasar esos temas porque dan una idea de la distancia enorme que hay entre las intenciones de Trump y la manera como se van a llevar a la realidad. Hay dos temas gruesos con México: la revisión del tratado de libre comercio y la inmigración. El tratado entre México, Canadá y Estados Unidos, firmado por Trump en noviembre de 2018 y modificado en julio de 2020 dice que será revisado en julio de 2026. La orden ejecutiva de Trump dice exactamente lo mismo: que el tratado será revisado en julio de 2026. O sea, la orden ejecutiva repite lo ya acordado.
En cuanto a la inmigración, Trump cancela la posibilidad de que haya migrantes que puedan esperar en Estados Unidos a que se defina su situación. Era lo que se llamaba Quédate en México. Esa orden estuvo vigente en el primer mandato de Trump, fue revocada por Biden y ahora la misma orden vuelve a ser impuesta por Trump. La presidenta dice que por ahí ya pasaron y saben como manejar la situación, que no es fácil. Estados Unidos tiene el derecho a decidir quién llega a su territorio, lo cual le crea a México un enorme problema humanitario en la frontera, que se soluciona mediante mecanismos de cooperación, dando albergue y devolviendo a los migrantes a su país de origen. Pero no es nada nuevo. Mecanismos de cooperación que siempre ha usado Colombia y que debería seguir usando como único recurso para evitar otro descomunal atolladero como el generado por la devolución de los aviones.
A pesar de las escenas dramáticas de los primeros deportados a Guatemala, Brasil y Colombia, esposados, en aviones militares, nadie cree que sea posible deportar a los 11 millones de indocumentados, quienes además son un soporte necesario para los oficios menores de la economía. Un dato que nada tiene que ver, pero se le parece: el 99 % de la mano de obra que trabajaba en la agricultura en el Reino Unido era extrajera, que no volvió por el Brexit. Ahora les están creando incentivos para que regresen. La tragedia de la pobreza es hacer esos viajes larguísimos y peligrosos para ser trabajador mal pagado, indocumentado, en Estados Unidos, que es una forma moderna de esclavitud.
A pesar de las escenas dramáticas de los deportados a Guatemala, Brasil y Colombia, esposados, en aviones militares, nadie cree que sea posible deportar a los 11 millones de indocumentados
El crear una zona de emergencia en la frontera, es otra orden ejecutiva, establecida por Trump en 2019, revocada por Biden y vuelta a poner en vigencia, que la militariza. Es como si el tiempo se devolviera, a lo cual México en su momento respondió con mecanismos de cooperación dentro del respeto a su soberanía, como lo va a seguir haciendo. Lo mismo sucede con la orden ejecutiva de declarar terroristas a los carteles de la droga, especialmente de Fentanilo. Dice la presidenta, con razón, que es del interés de México combatir esos carteles que tanto daño hacen, pero que solo puede hacerse con mecanismos de cooperación como ha sido hasta ahora, incluyendo el combate contra los carteles de distribución que operan en Estados Unidos, en manos norteamericanas, que se llevan el grueso de las ganancias. En 2023 hubo en Estados Unidos, 108.000 muertes por sobredosis de drogas lícitas e ilícitas. Y al final, se refirió la presidenta a la orden ejecutiva de cambiar de nombre al Golfo de México, por Golfo de América, cuyo texto dice que se refiere solo al mar territorial que abarca 12 millas naúticas a partir de la costa. O sea, le cambia el nombre a la zona cercana a sus costas, pero no al resto que se seguirá llamando Golfo de México como lo reconocen tratados internacionales.
Esta explicación presidencial que nace de la lectura de las ordenes ejecutivas que afectan a México, puede seguramente aplicarse a otras materias. Ya un juez suspendió la negación del Ius Soli consagrado en la enmienda 14 de la Constitución, que le da ciudadanía norteamericana a los nacidos en su territorio, que Trump quiso imponer.
El nuevo presidente está borrando las huellas del paso de su antecesor, reviviendo lo que ya había hecho antes, con variados resultados entonces y ahora, porque separación de poderes y las competencias de los estados, dentro de un país federal, son enormes y siguen existiendo. Al igual que los tratados internacionales y el poder político y comercial de los demás países. Pero el análisis de la presidenta mexicana sirve para concluir que a la presidencia de Donald Trump, que atemoriza a tantos, hay que tomarla con una pizca de sal.
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