Como Francia Márquez: el que no ha visto a Dios, cuando lo ve, se asusta

Como Francia Márquez: el que no ha visto a Dios, cuando lo ve, se asusta

Márquez se expresa como si hubiera sido elegida por una amplia mayoría, cuando lo fue por un 21,86% de colombianos. ¿En qué basa su lenguaje pendenciero?

Por: Armando E. Arias Pulido
marzo 21, 2023
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Como Francia Márquez: el que no ha visto a Dios, cuando lo ve, se asusta

Es lo que parece le ha sucedido a Francia Márquez desde que fue elegida como vicepresidente de Colombia con una pírrica votación (21,86%) del total de colombianos, colombianas y colombianes habilitad(o)(a)(e)s para votar.

Francia Márquez se expresa como si hubiera sido elegida por una amplia mayoría, cuando en realidad solo un 21,86% de los colombianos habilitados votaron por Petro (8.527.768), de los cuales, se calcula que sólo un 15% de éstos eran propios (cerca de 1.380.000). De acuerdo con estas cifras, tan solo un 1,08% de los colombianos habilitados habrían votado por ella. Entonces, en qué basa la señora Márquez su prepotencia y su lenguaje pendenciero.

En reciente entrevista con Vicky Dávila manifestó que debía desplazarse en helicóptero tan solo por ser la vicepresidenta de Colombia. No justificó su uso por asuntos de seguridad o por necesidad del servicio que pudiera estar prestando al Estado o a los colombianos, función que hasta ahora no es clara. En forma arrogante afirmó que iba a continuar haciéndolo, según ella, gústele a quien le guste, llore quien quiera, y de malas los colombianos. También dejó ver su resentimiento con lo que ella denomina a la élite, sin darse cuenta de que está actuando exactamente como actúa esa élite que critica y que no está teniendo la delicadeza necesaria para utilizar los bienes públicos.

“De malas” aquellos colombianos que tienen que buscar su comida en las canecas de la basura, “de malas” el 39% de los colombianos que viven en pobreza extrema (aquellos cuyos ingresos mensuales no superan  los $260.000), “de malas” el 22% de los colombianos que viven en pobreza monetaria (aquellos cuyos ingresos mensuales no superan  los $510.000), “de malas” ese 29% de colombianos que apenas derivan un salario mensual para su sostenimiento, “de malas” aquellos empresarios que con su esfuerzo hacen país generando empleo. Mientras tanto, “de buenas” la vicepresidente y la élite política a la cual pertenece que gozan de astronómicos salarios no merecidos y utilizan sin control los bienes públicos, lo que les permite “vivir sabrosito”.

Es notoria la falta de coherencia entre la ideología populista que pregona y su forma de actuar. Mientras los votos logrados en la campaña electoral eran, según ella, para representar a los “nadies” del país, ahora se olvida de ellos: leal al llamado “gobierno del cambio”, la vicepresidenta cambió: de manifestar que era una de las “nadies” del país, ahora se cree y actúa como parte de la élite, aquella que en campaña electoral ella misma repudiaba.

La vicepresidenta no ha logrado entender que se requiere coherencia entre lo que predica y lo que practica, entre el discurso y la praxis. Precisamente esa coherencia fue uno de los factores que contribuyeron a darle credibilidad como político a un líder de izquierda, José Pepe Mujica, llamado por la prensa internacional como el “presidente más pobre del mundo”. Gobernó al Uruguay desde la austeridad de su vida cotidiana, lo que lo llevó a gozar de elevadísimos índices de popularidad durante su presidencia y aún después de abandonar el cargo. El éxito de su mandato radicó en proclamar la austeridad y la sencillez como modelo de gestión, y asumir esos valores con orgullo en su vida diaria. Pepe Mujica no se transportaba en helicóptero ni en avión sino, en un viejo Renault 4; tampoco necesitaba vivir en una lujosa mansión, pues la casa que habitaba, ubicada en un barrio obrero podría asimilarse a una de estrato dos en Colombia.

Y qué decir del Papa Francisco que al igual que Mujica, en sus años de cardenal, próximo a ser Papa se movilizaba en su viejo Renault 4, regalo recibido en sus épocas de sacerdote. Pese a todo el poder que como máximo jerarca de la iglesia podía ostentar, no duda ni un momento en sentarse a la mesa de los empleados de El Vaticano a compartir con ellos el almuerzo.

Casos como estos se han visto por cientos y quizá por miles en el transcurrir de la historia. Basta mencionar figuras de la talla de Mahatma Gandhi, Martin Luther King, Teresa de Calcuta y Nelson Mandela, entre muchos otros. Sería conveniente que alguien empapara de estas historias de vida a la vicepresidente para que pudiera darse cuenta que se logran mas resultados con la austeridad y la sencillez que con un ego sobrevalorado.

Señora Francia Márquez, entienda que a nadie convencen hoy las palabras huecas y banales que no se sustentan por el hilo conductor de la coherencia con los hechos. La sociedad es cada vez menos benevolente con los políticos que olvidan que el discurso necesita ser respaldado con hechos.


Armando Arias Pulido

Economista Especialista en Finanzas Públicas

[email protected] 

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