Comercio sí, pero con ganancias
Opinión

Comercio sí, pero con ganancias

La apertura económica fue un fracaso, a pesar de eso hemos implementado 16 tratados de libre comercio y el Banrepública dice que el problema es que ¡el país está muy cerrado!

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febrero 24, 2020
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El año anterior cerró con un déficit en el comercio internacional de Colombia de USD 10.769 millones, unos $ 36 billones o el equivalente al 90 % del presupuesto de educación para un año. Una pizca de historia ayuda a comprender este fiasco aperturista.

El gobierno de Virgilio Barco coincidió con la disolución de la Unión Soviética y la consolidación de Estados Unidos como la única gran superpotencia de ese momento. De allí se desprendieron decisiones políticas con la supuesta intención de globalizar el comercio de bienes, servicios y los flujos de capitales. Barco contrató a ex funcionarios del Banco Mundial en firmas consultores como Booz-Allen y Hamilton Inc, y Kurt Salomon Associates Ind, que dijeron y recomendaron:

  1. Colombia debía abandonar la idea de incursionar en el mercado internacional por medio del sector automotriz.
  2. Especializarse en productos intensivos en mano de obra.
  3. Identificaron que en la única dimensión de costos en los que era competitiva Colombia era la mano de obra.
  4. Que la única ventaja que tenía la industria colombiana era su cercanía con el mercado estadounidense.
  5. Recomendó especializarse en la industria de cuero y calzado, que permitían al país sacar provechos de sus bajos estándares ambientales y su mano de obra.

En concordancia, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que próximamente tendrá su reunión de gobernadores en Barranquilla (Su lema debería ser: más de tres décadas orientando el fracaso económico latinoamericano), en 1991 manifestó que la estrategia se llamaba “redistribución industrial”, que consistía en que “las economías más desarrolladas están descubriendo la conveniencia de transferir a las economías en desarrollo los rubros manufactureros en los cuales las primeras ya no poseen ventajas comparativas” (BID, 1991), es decir, en el factor trabajo, por medio de la instalación de maquilas.

Así, entre 1990 y 1994, los aranceles a los bienes de consumo se redujeron de 53 % a 17 % y las importaciones se cuadriplicaron, de USD 547 a USD 2.182 millones. Se cumplió lo previsto con absoluta claridad por Eduardo Sarmiento, cuyo enfoque crítico se ha mantenido con magnifica coherencia durante décadas, como un ejemplo de su honestidad académica y personal: la idea de fortalecer la producción local mediante la exposición a la presión de sus contenedores, sería desastrosa para la industria, porque no había pasado “por un proceso previo de capitalización e incorporación tecnológica” (Sarmiento, 1992).

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La industria se desmanteló, las exportaciones son de bajo valor, se importan casi todas las mercancías y se pagan al debe

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El tiempo le dio la razón a Sarmiento y a todos quienes criticaron este proceso: la agricultura no prosperó, la industria se desmanteló, las exportaciones son de bajo valor, se importan casi todas las mercancías y se pagan al debe con recursos naturales no renovables, deuda del Gobierno, las empresas y los hogares. Hoy el segundo producto de exportación del país son las personas que trabajan en los países desarrollados, con todo el drama social y familiar que ha implicado la migración de 5 millones de colombianos. La apertura económica fue un fracaso y no podía ser de otra forma.

No contentos con lo anterior, desde 2005 se han implementado 16 tratados de libre comercio, a pesar de tener los sectores agrícola e industrial en vías de extinción. En consecuencia, en la última década el comercio exterior acumula un déficit de USD 43.500 millones.

Con estos datos resulta hilarante que un documento del Banco de la República, dirigido por Juan José Echavarría, haya expresado que el problema de la inserción comercial es que el país está muy cerrado. De ser cierto, sería interesante que se investigara a los funcionarios que participaron en la negociación de los TLC, para determinar ¿cómo es que después de años de diseñar esos acuerdos y de millones de millones que costaron esos procesos, el país esté más cerrado que antes de la apertura?

Lo cierto es que detrás del naufragio comercial de Colombia no hay mucha ideología, sino más bien corrupción de gobiernos que, conociendo la maltrecha competitividad, sometieron al país a un comercio desleal e imposible de obtener frutos. Es deseable que Colombia tenga un ventajoso comercio mundial, en el que haya ganancias. Para ellos se debe incluir de nuevo en la ecuación a la producción nacional.

Twitter: @mariovalencia01

 

Detrás del naufragio comercial de Colombia hay gobiernos que, conociendo la maltrecha competitividad, sometieron al país a un comercio desleal e imposible de obtener frutos

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