Colón decapitado: crisis de la civilización moderna

Colón decapitado: crisis de la civilización moderna

"No por ser anti-Colón debemos glorificar la pre-modernidad o una hiper-modernidad, debemos apostarle a una trans-modernidad, mucho más mesurada pero no menos ambiciosa"

Por: Sergio Chaparro Arenas
junio 29, 2020
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
Colón decapitado: crisis de la civilización moderna
Foto: sergio ch (Suministrada por el autor)

El 6 de enero de 2020, tuve la oportunidad de visitar por primera vez con mi familia colombiana la ciudad de Nueva York, luego de haber estado en Virginia. Después de hospedarnos en un barrio negro llamado Crown Heights, ubicado en el distrito de Brooklyn, turisteamos en la “gran manzana”, viendo sus mega pantallas de consumo y tiendas, luego, mientras paseábamos por el centro de la ciudad e íbamos camino al formidable puente de Brooklyn construido en 1883, vimos de pasada un monumento a Cristóbal Colón en el Columbus Park.

La estatua de Colón mide menos de 7 metros de altura incluida su base y está situada a las afueras de nada más ni menos que en el templo sagrado de la Corte Suprema de Justicia de NYC. En efecto, la obra fue traslada e instalada un 8 de octubre de 1971 con un pedestal de columna que exalta la grandeza de Colón. Hoy por hoy, allí sigue pero no será eterno.

El Christopher Columbus Memorial hecho de mármol italiano en 1860’s fue esculpido con la ayuda de obreros e ingenio de los artistas, Emma Stebbins y Aymar Embury, los cuales plasmaron a Colón como un sabio viajero y visionario, mirando al horizonte, según sus palabras: “parado solo en la cubierta de un barco...antes de que el Continente Occidental apareciera a la vista…ya que su tripulación amotinada lo ha abandonado". Aunque la donación del mecenas Marshal O. Robert no es tan prominente como la del escultor italiano Gaetano Russo y su Columbus Monument (1892) de 23 metros en la rotonda de Manhattan, la descripción física de la obra del parque Columbus, aplica para las dos:

“Cuando los estadounidenses buscaron héroes fundadores en los primeros años de la república, autores como Washington Irving (La vida y los viajes de Cristóbal Colón, 1828) documentaron la historia de Colón. Centrándose en gran medida en su descubrimiento de las Américas, en oposición a la colonización de la zona, Irving y otros consagraron a Colón como un héroe. Su reputación popular se convirtió en la de los seres audaces, el valiente aventurero que permitió la civilización americana, y se lo recuerda aquí y en otros lugares como tal”[1].

Christopher columbus, a las afueras de la corte suprema nyc, foto: sergio ch.

Debo confesar que, como colombiano, latino y sudaca[2], mi impresión fue inmediata. No creí que la cultura anglosajona rindiera homenaje a Colón, el “descubridor de América”, al decir de la cultura hispánica con la que nos educaron en las escuelas católicas y laicas de Colombia y América Latina, ambas ocultadoras del ser indígena nativo y amerindio. Paré por un momento ante el “templo de la justicia” y aproveché la ocasión para tomar una foto de aficionado a la escultura de Stebbins y Embury, rememorarla, mientras mis familiares siguieron su camino hacia el punto…Cinco meses después, quién lo diría, en medio de una pandemia que nadie se esperaba, ¡Colón sería decapitado! ¡Colón sin cabeza!

La decapitación a la que hacemos referencia es la estatua de Colón (1979), ubicada en el parque de Bostón (Christopher Columbus Waterfront Park), la cual fue decapitada en horas de la noche un 9 de junio de 2020, según reseñó la mañana siguiente la primicia del The Boston Globe: “La estatua de mármol de Carrara de 6 pies de Colón, aclamada durante siglos por descubrir el Nuevo Mundo para los europeos, pero luego vilipendiada por el genocidio de los pueblos indígenas, fue decapitada en algún momento antes de las 12:30 a.m. del miércoles, cuando un transeúnte alertó a la policía”[3].

Estallido social y fantasma de la revolución

El episodio del Colón Decapitado se inscribe como parte de una convulsionada semana a partir del 25 de mayo, hasta el día de hoy, cuando en más de una veintena de ciudades de EEUU, cientos de miles (¿millones?) de afroamericanos, jóvenes y estudiantes, inmigrantes e indígenas, capas medias blancas y una franja pequeña de la clase trabajadora manifestaron en todo el país su indignación debido al asesinato por asfixia y agonía lenta de George Floyd, a manos de tres policías blancos (uno de ellos, de origen asiático). La desatención sanitaria por la pandemia, la desindustrialización, la horrorosa desigualdad social y racial que no solo se vive en Detroit, la censura y falta de libertades democráticas en la patria de culto del toro de oro de Wall Street y la tierra de las oportunidades despertó la ira social, signada en una fotografía de la quema del edificio de la policía en Minnesota. Maravilloso.

La pandemia global en curso del COVID-19 y la recesión económica mundial, ésta última, que ya venía de antes y se veía como un nubarrón en el horizonte, han trastocado en una especie de “bumerán” la normalidad de nuestro alrededor, incluido el llamado patrimonio cultural público y arquitectónico de las grandes ciudades modernas, centrales y periféricas. El centro y pilar del mundo, el imperialismo estadounidense, tampoco es la excepción ni está exento de este remezón social.

La catástrofe humanitaria en USA con un saldo de más de 200 mil muertos en los próximos meses, esto si no se fortalece la red sanitaria y los confinamientos, a la fecha, con más de 43 millones de desempleados, en un país con una fuerza laboral de 159 millones, por ende, con víctimas mortales superiores a las bajas en combate de US Army en las guerras de los últimos 50 años, esto sumado al Colón decapitado y decenas de estatuas profanadas, muestran el estallido y la crisis.

El estallido social y fantasma de una hipotética situación revolucionaria en los Estados Unidos de América[4] (¡quién lo diría!), continúa con altibajos y pide la cabeza del mismísimo presidente blanco y magnate republicano, Donald Trump (tan popular en los souvenirs de Chinatown). Lo anterior representa obstáculos para el 45 º mandatario de la Casa Blanca en su ánimo de reelegirse y desmontar el movimiento de ira social, junto a los “demócratas” opositores burgueses: Obama, Biden, Clinton y Sanders, y contener en algo la pandemia misma, mientras el Presidente y el ejecutivo culpa con cinismo a los manifestantes de su expansión y tienen roces permanentes con el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID). Por lo demás, Trump obvia su responsabilidad por la apertura criminal de la economía de los ricos, en detrimento de los pobres, brindando apenas un seguro de desempleo a decenas de millones para calmar los ánimos y cobrar el cheque electoral en septiembre, todo esto, en aras de recuperarse de la crisis, crecer de nuevo y vencer en la guerra comercial con China y otros países de la UE. En suma, para una “vuelta a la normalidad” en medio de una anormalidad sanitaria e inestabilidad social creciente, que cada día trae sorpresas nuevas, tanto negativas como positivas: el Colón Decapitado es una de ellas.

Contrario a la opinión común de la aristocracia obrera y el sueño americano de la clase media (“Make América a Paradise Again”), cuyo eco sectario e ilusorio lo refleja el erróneo “marxismo”-populismo tercermundista (es decir, no internacionalista proletario, subvalorador de la disrupción del Norte), podemos ver que la lucha de clases norteamericana –en medio del pesimismo, la ansiedad y desesperanza– alienta y capta la atención de los explotados y oprimidos del mundo (incluidos, nosotros, el Sur y Colombia), pues tiene un rico prontuario de lucha entre ricos y pobres, de la cual, la opresión racial se subordina y combina con la primera.

Las huelgas por la jornada laboral de 8 horas (los tres ochos) y el primero de mayo, de connotación universal; la protestas antiimperialistas frente a la guerra de Vietnam, Irak y Afganistán; el movimiento Ocuppy Wall Street, las acampadas de los Indignados y la lucha contra el capital financiero y las grandes empresas imperialistas, su corrupción y endeudamiento de los trabajadores y Deuda Externa en países semicoloniales[5]; la lucha librada en la guerra civil armada de secesión triunfante contra los esclavistas; las movilizaciones de derechos civiles de los negros contra las leyes de segregación racial Jim Crow en figuras democráticas como: Martín Luther King, Malcolm X[6], Black Panters, Clifton DeBerry; el movimiento Black Lives Matters y el hoy I Can’t Breathe, en la reforma de la policía racista y su sistema judicial; más reciente, el aumento de salario mínimo de 15 dólares la hora, la pelea incesante por un seguro social y médico y de desempleo, contra la precarización de la mano de obra laboral inmigrante y blanca proletaria; las movilizaciones de masas de huelgas docentes, de las mujeres y el Climate Strike que dan una alarma roja por el cambio climático antropogénico, la política fosilista yanqui y la agroindustria destructiva del ambiente, los animales y los trabajadores.

Símbolo de Colón

¿Qué tiene que ver Colón en todo esto? El Colón decapitado (en 2020 y 2006), caído, quebrado, pintado con grafitis y bañado de sangre y siglas antirracistas (en 2004, 2019 y 2015), resignificado, vandalizado, boicoteado, saboteado, derribado, arrojado a ríos y quemado con la bandera yanqui, retirado legal y democráticamente (como en 2018 en Los Ángeles y 1998 en California, etc., etc.). Esta vez el ataque icónico a las esculturas de Colón ocurrieron en Boston (han detenido a 3 personas, acusadas de dejar sin cabeza a Columbus), también en Minnesota y Richmond, aunque queden cerca de 178 monumentos existentes de Colón en todo USA, incluida su colonia latinoamericana, Puerto Rico, lo cual representa para la filosofía marxista un símbolo iconoclasta del malestar de la cultura y crisis de la civilización moderna que merece ser sepultada.

La estatua central de Colón en el barrio North’s End de Bostón fue removida, según su Alcalde Martin J. Walsh, debido a que es un ícono controversial y varias ha sido atacada, en la perspectiva de ser reparada e ir a un museo, o volverse a poner ahí u otro sitio público por la reacción y con apoyo de la ultraderecha republicana y fascista. Este decapitamiento de Colón en tiempos de pandemia, fue noticia en todos los medios del mundo, en Colombia el diario El Tiempo y la Revista Semana, reproduciendo a AFP, también lo reseñaron[7]. Por su parte, The Boston Globe, viendo la actitud prudente del gobernante local demócrata, el periodista Brian MacQuarrie señaló que “la estatua se almacenaría y se volvería a evaluar su futuro en medio de un debate nacional en curso y apasionado sobre los derechos y el tratamiento de las personas de color y una amplia reevaluación de los monumentos que recuerdan injusticias históricas”[8].

¿Quién fue Colón y qué representa para nuestra civilización? Es toda una polémica historiográfica y cultural hasta el día de hoy. Entre los latinoamericanos y caribeños, los estadounidenses, los europeos e italianos, no hay un consenso firme. Unos aplauden, otros reprueban el decapitamiento simbólico, pero real, físico, de Colón y lo que representa, mientras que otros tratan de comprender a las dos partes, los llamados “extremos”.

Algunos dicen que Colón fue un explorador y científico que buscó demostrar el carácter plano del globo, para otros, fue enviado de Dios y evangelizador de nuevas tierras. Un navegador empírico pero con dotes matemáticos y cartográficos, de cronista (diario personal), un astuto comerciante-mercader veneciano, el cual, a través de un pacto con la corona española, las llamadas Capitulaciones, toda una empresa colonialista, no obstante,  moriría pobre y traicionado. Un aventurero portugués, italiano o español, con una visión cosmopolita de todo el Mediterráneo hacia el Atlántico desconocido en búsqueda de las Indias orientales (y sus habitantes “indios”).

En la peor de las versiones, de los partidarios de la decapitación y derribo de Colón, este es considerado el primer europeo navegante, después de los vikingos (Leif Erikson), que iniciando como explorador y virrey de la isla La Española, inauguraría el proceso de la Conquista de América y Genocidio Indígena (causado, entre otras, por epidemias de viruela, sarampión, etc., aparte de a esclavitud y la guerra), descubrimiento de oro, tierras nuevas y futuros esclavos nativos.

El almirante Colón, al mando trinitario de las carabelas mortuorias de la Niña, la Pinta y la Santa María (sus cuatro viajes de “expedición”, luego su hijo virrey, Diego Colón), hizo su arribo fortuito un doce de octubre de mil cuatrocientos noventa y dos a la isla Guanahani (Bahamas), rebautizada por él San Salvador. Luego vendría la colonización de Cuba, Trinidad, Santo Domingo, Puerto Rico, Honduras, Jamaica, México y así, saltamontes y trotamundos...la nueva cruzada cristiano-comercial y rapiña desde Europa que daría origen al capitalismo, la civilización moderna (incluido en el mito fundacional de la América estadounidense y su escultura en el Columbus Park), una civilización aún existente pero en franca agonía y senectud.

El divulgador científico estadunidense y periodista, Timothy Ferris, acerca del descubrimiento de la Tierra a partir de la amplitud de miras del Nuevo Mundo, cuestión ya deconstruida por el filósofo latinoamericano Enrique Dussel y el capítulo 24 de El Capital de Marx sobre la acumulación originaria del capital y lo sanguinario del genocidio y la conquista, enlaza la exploración marítima con el proyecto colonialista de la razón burguesa, figurada en el navegante y “pirata ladrón”[9], Cristóbal Colón, esculpido como un sabio griego e ilustrado por la suprema corte de justicia de NYC:

“La astronomía y la exploración de la Tierra, por supuesto, estaban relacionadas desde hacía tiempo…Estar chorreando agua salada de su camisa en la playa cercana a Sagres era justamente lo que Colón esperaba de una vida que él creía dirigida por la mano de Dios. Se tomó su nombre en serio y se consideró a sí mismo Christophoros, el «portador de Cristo», cuya misión era descubrir «un nuevo cielo y una nueva tierra». Ya era un poco anacrónico: un navegante que se basaba en la estima en una época de mapas e instrumentos de navegación cada vez mejores, un ex pirata en un tiempo en que la violencia en el mar se estaba convirtiendo rápidamente en un monopolio de Estado, un sabio aficionado en una era creciente de profesionalización. «Ni la razón, ni las matemáticas, ni los mapas me fueron de ninguna utilidad» escribió de su descubrimiento de América, y murió en la creencia de que era Asia. «Se realizaron totalmente las palabras de Isaías»…El mito de que Colón se embarcó para probar que la Tierra era redonda fue inventado 130 años después del hecho, y posteriormente fue divulgado por Washington Irving” (La aventura del Universo: de Aristóteles a la teoría de los cuantos: una historia sin fin, 1990, capítulo III, págs. 39 y 45-46).

“Cuando el 17 de abril de 1492 firma las Capitulaciones de Santa Fe, ante la Granada que cae en manos de la última Cruzada europea, Colón se lanza a la empresa de cruzar el Mar Océano el 3 de agosto desde Andalucía con un solo propósito: llegar a la India…para adquirir así conocimientos náuticos, para llenarse de oro, de dignidad y además, honestamente, para expandir la fe cristiana (ideales que podían intentarse simultáneamente sin contradicción en la Weltanschauung del tiempo). Sus ojos eran los del último mercader del Mediterráneo occidental, y esos ojos eran, al mismo tiempo, los del primer “moderno”….

Aunque nuestro continente era ya conocido -como lo prueba el mapamundi de Henricus Martellus en Roma en 1489-, sólo España, gracias a la habilidad política del Rey Fernando de Aragón y a la osadía de Colón, intento formal y públicamente…lanzarse hacia el Atlántico para llegar a la India. Este procedimiento no es anecdótico o simplemente histórico; es, además, el proceso originario de la constitución de la subjetividad moderna” (Enrique Dussel, 1492: el encubrimiento del otro: hacia el origen del “mito de la Modernidad”[10], 1992, págs. 25 y 12).

Debates sobre el patrimonio público y los cambios sociales

Hay muchos mitos sobre figuras, pero el poder simbólico de Colón es impresionante. De hecho, los revolucionarios independentistas y la oligarquía criolla, es decir, los padres fundadores (diferente a los ancestros originarios, aunque venimos de ambos) tales como Simón Bolívar, Francisco de Miranda y José Martí, llamaron a la “Gran Colombia” (nuestro país) en franca memoria de Colón y el Mundos Novus de Américo Vespucio. Por ello usaron la noción de Nuestra América y la Patria Grande, entre otros, sin dejar por ello de elogiar a indígenas rebeldes y gobernantes tales como: Tupac Amarú, Moctezuma, Catzozin, el zipa de Bogotá, etc. El símbolo de Colón es tal que la historia la partimos un antes y un después de Colón, precolombina y colombina, colon-izado, Colombia, distrito de Columbia, y así sucesivamente.

¡Queridos colombianos y colombianas! “Hijos” bastardos del Colón Decapitado, habitantes americanos del Hemisferio Occidental. La revolución por la segunda y definitiva independencia latinoamericana de la clase obrera semicolonial y los sectores populares contra el imperialismo yanqui-europeo y las burguesías criollas vendepatria, estará unida a la lucha por la revolución norteamericana de la clase obrera estadounidense contra sus verdugos blancos. A su vez, este proceso histórico, cada vez más cercano, irá unido recíprocamente a los eslabones débiles, medios y fuertes de Europa, Australia y Oceanía, así como los pueblos de México, Centro América y Sur América. Y, por supuesto, Asia y el África negra, de adonde provenimos y emigramos toda la especie homínida. Por eso, 500 años después de la gesta pirata de Colón y la crisis de la civilización moderna, se necesita una filosofía de la liberación (ahora sí) mundial.

A raíz del Colón Decapitado, muchas voces se han manifestado en la palestra pública acerca de qué hacer con los monumentos y la llamada y ultrajada memoria histórica. Algunos socialistas[11] y capitalistas por igual, pero por distintas razones, algunas de ellas sensatas, han pegado un grito en el cielo contra la iconoclasia de los descerebrados, descabezados y salvajes manifestantes negros y sectores juveniles radicales “antifa” que no están dejando títere sin cabeza. Aunque las autoridades ya les hayan puesto un dique a sus acciones de sabotaje, en nombre de la mal llamada cultura nacional y la propiedad pública privada, buena parte del pueblo negro y blanco estadounidense identifican estos símbolos con la civilización moderna de esclavitud universal que desean destruir: la burguesa.

Los primeros los cuestionan por derribar a los símbolos progresivos de la revolución burguesa anticolonial estadounidense de 1776 como Washington (el Bolívar de allá), Thomas Jefferson, Ulysses S. Grant y el anti-esclavismo democrático de Abraham Lincoln, elogiado por Marx. De ahí que aconsejen solo derribar a símbolos abiertamente racistas y coloniales de la bandera de la Confederación del Sur, el Ku Klux Klan y enviados del Imperio Inglés,  cambio de no caer en un comunitarismo racial no clasista y anglofobia que divida a la clase obrera de Estados Unidos, algo de por sí favorable a los capitalistas blancos y negros como clase dominante. Los segundos, reprueban el “vandalismo” y “excesos” por ver una amenaza a la estabilidad institucional que ha construido la burguesía norteamericana y la preocupación por el patrimonio público, por eso apoyan la conservación del pasado y tesoros de la civilización, por muy reprobable que sea, dicen, hay que distinguir entre arte, historia y moral.

Una solución democrática es o bien destruir, derribar, relocalizar los monumentos de los esclavistas y colonizadores, al igual que los demócratas burgueses y revolucionarios anticolonistas de la élite y la gran cultura, no en la plaza pública, sino en museos públicos y otros espacios internos de la cultura.

En cambio, bajo una democracia obrera y popular, vía plebiscitos, votaciones, asambleas, etc., hay que poner figuras populares, antiesclavistas, antirracistas, nativas indígenas, mujeres, lgbti’s, democráticas y revolucionarias. Los héroes y referentes históricos de los de abajo están por nacer y edificarse por la clase obrera en el poder y su reconstrucción arquitectónica y estética de las ciudades, en la próxima revolución permanente y socialista en América del Norte.

Los trabajadores y los pobres de los países imperialistas deben seguir el ejemplo jacobino de la Francia republicana, el terror rojo bolchevique y el ejército insurrecto estadounidense de las 13 colonias: decapitar a sus verdugos, pasarlos a la guillotina, derribar los símbolos del Zar y fusilar a la realeza y al ejército blanco, liberarse del tutelaje de la corona y los invasores, exterminarlos como clase social y poseedora del poder. Ser implacables. Colón Sin Cabeza es solo el comienzo. Las fosas comunes del COVID-19 y las muertes evitables tienen responsables que podemos buscar en una clase senil y figuras civilizatorias que han privatizado el sistema de sanidad, no solo en USA sino en buena parte del mundo, incluida Colombia.

Es por esta razón que no hay que reprobar, desde un punto conservador ni ponerse al lado del régimen, en las iniciativas de las masas y sectores de vanguardia juvenil, por derribar símbolos que consideran la “causa de sus males”, en medio de procesos de resistencia y revolucionarios[12], así muchas veces se caigan en anacronismos y no haya una diferenciación de los aspectos progresivos de muchos miembros de la clase dominante de la modernidad (filósofos e intelectuales, artistas, estadistas, militares, científicos, etc.), personalidades históricas y bienes culturales que los marxistas y el propio Marx, es cierto, reconocieron sus méritos y defectos.

Colón, la Modernidad al paredón

Los Estados Unidos de América, la principal superpotencia imperialista y bastión del modo de producción capitalista y la contrarrevolución mundial, es hoy, guardadas las proporciones, la Roma imperial en decadencia de nuestra época: tráfico y consumo drogas duras; masacres en escuelas y calles; escándalos de pedofilia de altos ejecutivos y élites; corrupción; mentiras diarias; trumpismo; estupidez cultural; estallidos sociales; conquista de recursos y territorios; parasitismo, prostitución, etc.

La civilización moderna-capitalista cuya vida transcurre hace 500 años, desde la Italia florentina de Colón y la conquista de América, dada su finitud y agotamiento, en términos históricos de media duración, está en una crisis epocal y colapso. Los trabajadores del mundo, tanto del norte como del sur, y sus aliados populares, deben sepultarla lo más pronto y construir una nueva civilización, como decía Marx, a partir de las ruinas y maravillas de la vieja sociedad y la modernidad. La nueva sociedad socialista está contenida en la presente. El Colón Decapitado es sintomático de esta crisis civilizatoria.

En este desorden, sigue viva la polémica de qué significa el 12 de octubre para el pueblo latinoamericano, el pueblo africano, el pueblo negro afroamericano, el pueblo indígena bicontinental y todo el pueblo americano del sur, el centro y norte, igual al que el pueblo español, portugués e italiano, por consiguiente, la figura del propio Colón: día de la raza y el descubrimiento, encuentro entre dos mundos, apología de la conquista y el genocidio, día de la hispanidad y europeidad, día de la resistencia indígena, día de la diversidad cultural y la cultura mestiza, etc.

El busto de Colón incomoda hasta en nacionalistas burgueses como el dictador Maduro y el chavismo de Chávez, fruto de la revolución bolivariana y el proceso revolucionario del caracazo, grupos sociales afines al gobierno enjuiciaron y derribaron el Monumento a Colón (1904) en el Golfo Triste en 2004, 100 años después, siendo reemplazada por una estatua del cacique indígena Guaicaipuro en 2015.

Con el derribo y decapitación de Colón se nivelan un tanto las cargas, pues el derribo de estatuas en Europa Oriental y Ucrania desde el 89 del genio político soviético y amigo de la humanidad, V. I. Lenin, el mejor alumno de Marx, lejos de mostrar el fracaso del socialismo y la victoria de la civilización del capitalismo, mostró por el contrario su mejor producto moderno, el desprestigio del stalinismo y su arte idolátrico de la burocracia –usurpadora y sepulturera de la revolución de octubre– y del chovinismo ruso de Putin (aliado de Venezuela), en su opresión de pueblos circundantes y residentes.

Hace poco en la “democrática Alemania”, verduga de la UE en crisis, en medio de la pandemia, fue re erigida el 20 de junio de 2020 una vieja estatua de Lenin, por lo demás, bastante fea y recubierta con un mate gris brillante, en la pequeña ciudad de Gelsenkirchen (Renania del Norte). A través de un acto político-cultural en una sede del partido maoísta MLPD, parte de la corriente federativa internacional ICOR, lo cual causó un revuelo social y global, similar al Colón Decapitado, lo cual muestra cierta izquierdización de sectores de la población, pese a la caída del Muro de Berlín stalinista. Solo los trabajadores en el poder podrán reconstruir, democráticamente, nuevos monumentos y dejar algunos viejos, eso sí, no tener más en parques, calles y plazas a Cristóbal Colón ni al conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada.

Palabras concluyentes: anti-Colón y un nuevo mundo civilizado

Como nada está predeterminado y escrito, desde nuestro espíritu anticolonialista, sostenemos que la cuestión dependerá de la lucha de clases y la producción material en su intercambio contradictorio con la naturaleza terráquea, en un planeta cada día más caliente y más difícil de sobrevivir. La civilización capitalista no da más.

En Estados Unidos y el resto del mundo, esto implica crear un movimiento social que resuelva el problema concreto de la pandemia y la crisis económica en favor de los de abajo, a su vez, construir un “tercer partido” de los trabajadores y socialista por la conquista insurreccional del poder político y económico –no una “tercería reformista” de un nuevo Podemos de Pablo Iglesias, hoy integrado al gobierno español de Sánchez; o una Colombia Humana de Petro; tampoco los viejos y nuevos traidores partidos pseudo-comunistas–, es decir, un movimiento revolucionario con influencia de masas, diferente a los tradicionales polos liberal-conservador y a los dirigentes reformistas tipo Bernie Sanders, a la postre, comprometidos con el statu quo y traidor de su electorado y las recientes movilizaciones.

Hay que reorientar el barco civilizatorio, a navegar desde el infierno terrenal actual y los peligros de la civilización moderna de Colón en decadencia (autoritarismo, fascismo, capitalismos barbáricos, etc.) hacia una transtopia terrena[13]. Esta significa la revolución social de masas y negación de Colón, su decapitación, un cambio de modelo, una transición civilizatoria al socialismo-comunismo contemporáneo, que contemple el principio de factibilidad sociohistórica, el principio de democracia en un gobierno de los trabajadores y federación de repúblicas y el principio de sostenibilidad material ecológica de las economías planificadas, como un puerto imperfecto y contradictorio por donde pasar, al reino de la “libertad relativa” terrena (crítica de Nahuel Moreno a Marx)[14]con unas fuerzas productivas menguadas y disponibles. Dejando atrás todo tipo de utopías de la modernidad liberal e izquierdista, hiper-tecnológicas y armónicas, pero jamás materializables.

De lo contrario, hundirnos en una distopía y camino de barbarie, la ruina de la civilización, planteada hoy por algunos arqueólogos, antropólogos, ecólogos y científicos naturales: el fin prematuro de toda civilización humana y sus conquistas culturales, a precio de sangre y trabajo, por ende, de nuestra especie sapiens sapiens de muchos colores y la vida compleja, o menos peor, una civilización humana postmoderna, descompleja y miserable, con una involución de sus fuerzas productivas, similares pero no iguales, a las viejas sociedades primitivas premodernas o precolombinas, clasistas, comunistas e indígenas.

No por ser una cultura anti-Colón debemos glorificar la pre-modernidad o una hiper-modernidad civilizatoria, más bien, debemos apostarle a una trans-modernidad, mucho más mesurada pero no menos ambiciosa, esto es: una civilización socialista.

La historia del siglo XXI lo dirá.

REFERENCIAS:

[1] https://www.nycgovparks.org/parks/columbus-park/monuments/298

[2] Soy Sudaca (Martin Caparrós, 4/2/2019, The New York Times): https://www.nytimes.com/es/2019/02/04/espanol/opinion/martin-caparros-sudaca.html

 

[3] Vandalized statue of Christopher Columbus will be removed pending a review, Mayor Walsh says (Brian MacQuarrie, 10/6/2020, The Boston Globe):

https://www.bostonglobe.com/2020/06/10/metro/statue-christopher-columbus-vandalized-north-end/

 

[4] ¡Un proceso revolucionario sacude a Estados Unidos! (Declaración de la Liga Internacional de los Trabajadores – Cuarta Internacional, 10/6/2020, LIT-CI): https://litci.org/es/menu/mundo/norteamerica/estados-unidos/un-proceso-revolucionario-sacude-estados-unidos/

[5] Balances y perspectivas de los “indignados”: La clase trabajadora española y estadounidense en tiempo de la crisis capitalista mundial (Sergio Ch, 19/6/2020, Blog Educativo Socialista 21): https://blogsocialist21.wordpress.com/2016/01/19/balance-y-perspectivas-las-masas-indignadas-de-espana-y-usa-en-tiempos-de-crisis-capitalista-mundial/

 

[6] Análisis socialista del líder afroamericano Malcolm X (Sergio Ch, 5/6/2016, Blog Educativo Socialista XXI): https://blogsocialist21.wordpress.com/2016/06/05/analisis-socialista-del-lider-negro-malcolmx-x/

 

[7] https://www.eltiempo.com/mundo/eeuu-y-canada/decapitan-una-estatua-de-cristo-bal-colo-n-en-boston-505696, https://www.semana.com/mundo/articulo/decapitan-una-estatua-de-cristobal-colon-en-boston/678580

 

[8] Véase nota 3.

[9] El epíteto lo plasma el grupo vargasviliano y anticolombino de GP Jimmy Jazz y Punkies y Cerebro en su canción “Patente de Corso” (Álbum: La última revolución del punk rock, 2009, pista 4): “¡Adelante mi Comandante Colón!, Juan de la Cosa, presentándose”: https://www.youtube.com/watch?v=mru60-YMPMg

[10] https://enriquedussel.com/txt/Textos_Libros/45.1492_encubrimiento_del_otro.pdf

[11] ¡No toquen los monumentos a Washington, Jefferson, Lincoln y Grant! (Tom Mackaman, Niles Netmuth, 22/6/2020, World Socialist Web Site), La política comunalista racial y el segundo asesinato de Abraham Lincoln (Niles Nietmuth y David North, 26/6/2020, World Socialist Web Site):  https://www.wsws.org/es/articles/2020/06/23/pers-j23.html y https://www.wsws.org/es/articles/2020/06/26/pers-j26.html

[12] Sus símbolos y los nuestros (Daniel Sugasti, 19/6/2020, LIT-CI): https://litci.org/es/menu/teoria/historia/sus-simbolos-y-los-nuestros/

[13] Una evocación de la prisión capitalista de la globalización, incluida la hermosa estatua en NYC Liberty Enlightening the World (1886), sueño de todo el proletariado inmigrante, y puertos inexistentes post-capitalistas utópicos:

No hay remedio, no hay receta: no existe el Puerto Libertad. Grita,  brinca, escupe y muerde:

pégate a la realidad. Sáltate todas las leyes, o marcharte hacia altamar. Que no hay libertad           completa: no existe el Puerto Libertad”, canción de Jimmy Jazz – GP Punkies y Cerebro (Medellín, Colombia), 2018:   https://www.youtube.com/watch?v=cdINq2uuuYM, https://www.youtube.com/watch?v=mhVXuo5BiWw

 

[14] Nahuel Moreno sobre la ecología y la crisis del capitalismo mundial (Eduardo Mahecha, 21/4/2020, Blog Educativo Socialista 21): https://blogsocialist21.wordpress.com/2019/04/21/nahuel-moreno-sobre-la-ecologia-y-la-crisis-del-capitalismo-mundial/

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