"Un colombiano es más inteligente que un japonés, pero dos japoneses son más inteligentes que cien colombianos"

"Un colombiano es más inteligente que un japonés, pero dos japoneses son más inteligentes que cien colombianos"

Las colombianos se muestran muy recursivos y trabajadores cuando se trata de resolver sus asuntos. Sin embargo, cuando se trata de causas colectivas, la cosa cambia

Por: Arley Fernando Gómez Hernández
agosto 08, 2017
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Foto: Depositphotos

Si de algo me han servido las campañas que se emprendieron en pro del "No más peaje" y en contra de la sísmica en nuestras montañas del Meta, ha sido para reflexionar acerca del comportamiento humano. Podría empezar por decir que me resultaron muchísimos más enemigos políticos que adeptos a estas campañas en sí.

Hace algún tiempo escuché que un profesor japonés, que da clases en la universidad Nacional, decía: “Un colombiano es más inteligente que un japonés, pero dos japoneses son más inteligentes que cien colombianos”. No podía entender el por qué de esa afirmación hasta que me correspondió vivirlo en carne propia.

Pues bien, mi deducción de esta frase es la siguiente: los colombianos tenemos la enorme capacidad de rebuscar y de una u otra forma solucionar nuestros problemas personales, que normalmente son de carácter económico, haciendo lo que sea necesario para poder cumplir con las obligaciones en la casa y lograr darse uno que otro lujo. Para ello, el colombiano destina buena parte de su inteligencia inventando la forma de ganarse el dinero. Si para esto necesita emplearse dos veces como lo hacen los colombianos en EE.UU, o en Europa, lo hacemos. Si necesitan madrugar más, lo hacemos. Si para ello hay necesidad de robar o matar, lastimosamente también lo hacemos. Podríamos decir que somos sobrevivientes de una sociedad que se marchita, pero que no se amilana ante las adversidades. Eso me parece absolutamente valioso y tal vez no haya otro tipo de ciudadano en el mundo más recursivo y trabajador que el colombiano y de eso sí que tenemos fama en el orbe.

Pero el problema es que nos limitamos exclusivamente a solucionar lo nuestro y lo demás nos importa un pito. Por esta razón, cuando las cosas son o tienen que ver con el interés general ahí se termina nuestra capacidad de liderazgo. Desafortunadamente, cuando los problemas no son personales, sino que tienen que ver con temas inherentes a toda la sociedad, los colombianos tenemos la desagradable costumbre de dejar que los demás hagan las cosas por nosotros. Para demostrar que lo que digo es verdad voy a escribir varias frases que, estoy seguro, todos o la gran mayoría hemos dicho en algún momento de nuestras vidas. PRIMERA: “En Colombia suben el precio de la gasolina todos los meses y acá nadie dice nada”. SEGUNDA: “Los peajes suben de precio y las carreteras no mejoran en este país y nadie dice nada”. TERCERA: “Todos los presidentes hacen reformas tributarias para sacarnos más dinero y en Colombia nadie protesta por eso”.

Como sé que quienes leen este artículo están diciendo sí con la cabeza, les digo que es precisamente en ese momento cuando las cosas que nos son comunes a todos se nos salen de las manos. Es que lo que todos debemos decir es: “no decimos”, “no protestamos”, “no levantamos nuestra voz”, “no hacemos Nada”. Resulta que en esos momentos en que la patria nos necesita, creemos que la obligación es de todos, menos nuestra. Si queremos encontrar al responsable de que a nuestro estado se lo roben, lo dinamiten, lo extorsionen, lo deforesten, lo acaben, lo único que debemos hacer es mirarnos al espejo, ahí está el culpable. Hay que incluirnos en el problema para que entre todos saquemos el país adelante y no esperemos que los demás hagan por nosotros lo que es nuestra total responsabilidad.

Al principio decía que encontré mas opositores a la causa que personas dispuestas a sacrificar tiempo y energía en un tema, que aunque común, resulta de primordial importancia, como lo es el costo del peaje y la sísmica en la montaña, que de permitirla, terminaremos importando agua del Ecuador.

He encontrado gente muy buena y muy comprometida que lo anima a uno como ser humano a proseguir en la causa; sin embargo, resulta que los acacireños somos cerca de setenta mil y quienes sienten como propio el problema se limitan en muchas ocasiones a decir que están de acuerdo pero que “no tienen tiempo”, “que es una perdedera de tiempo”, “que se me olvido”, “que sí, pero que no”, en fin, excusas por montones. Los demás, la gran mayoría, simplemente se hacen los que no escucharon y están convencidos de que no es un problema de ellos y que necesariamente debe ser el alcalde el que les solucione todos los problemas de vías, seguridad, empleo, aseo y demás, cuando en realidad somos todos y no uno solo, los responsables de lo que pasa en nuestro alrededor.

A quienes en corrillos y en los medios de comunicación critican mi actitud con estas causas (que la verdad son muy pocos) como un acto de plataforma política, debo decirles lo que ellos siempre han sabido; a mí me gusta la política, sin vivir de ella. Participo de la política, porque lo considero un deber y una obligación, no un negocio. Sí me gustaría ser alcalde de mi pueblo para hacer cosas que sé que con voluntad se pueden hacer sin que ello requiera inmensas cantidades de recursos del erario público, pero a lo que si no estoy dispuesto es a ser alcalde de un municipio de gente que no tiene sentido de pertenencia y de unidad, que tiene en la indiferencia por la cosas de todos a la más fiel de sus normas.

Y a quienes ven en mí a un posible candidato en unas próximas elecciones, les digo que pueden respirar con tranquilidad porque afortunadamente estas luchas me han servido para entender que desde afuera también se puede servir y lo seguiré haciendo por el bien de todos. Así jamás lo agradezcan. Mi afán, de una u otra forma, es no pasar por este mundo sin dejar una huella y si lo puedo hace sin meterme en el berenjenal de una alcaldía, entonces ¿por qué no hacerlo?

De esta forma entendí que los japoneses son lo que son y están donde están por unidos, por pensar en equipo y por tener como norma que es entre todos y halando del mismo lado como se progresa y se sale adelante. El día que lleguemos a pensar de esa forma, seremos mejor familia, mejor sociedad, mejor nación.

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