Colombia, en la soledad de la paz negada...

Colombia, en la soledad de la paz negada...

¿Será que estamos condenados a vivir en la eterna violencia?

Por: Jhon Jairo Salinas
agosto 25, 2020
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Colombia, en la soledad de la paz negada...

Antes de la llegada de los invasores europeos, existió una extensa selva habitada por aborígenes indomables. Su única ley, la supervivencia por la vida y la adoración al culto de sus dioses.

Pero lo que nunca imaginaron aquellas tribus fue encontrarse con monstruos venidos de un mundo lleno de aberraciones, codicia, maldad y crueldad; a nombre de un "Dios"(Jesús) que mil quinientos años atrás había sido símbolo de rebeldía contra la tiranía del imperio romano. Esa misma tiranía llegaba a la tierra de la Abya Yala.

El asombro del cartógrafo Cristóbal Colón cuando pisó estas tierras inhóspitas fue como un relámpago de mil batallas. Años más tarde vendría la expedición más cruel y bárbara de toda la historia de la humanidad.

España emprendía la expedición alocada por la "Conquista del Dorado". La mutilación y devastación de la Abya Yala, en esta parte del continente, hizo que genéticamente fuéramos una tierra perdida en la historia.

Sí. Colombia, tierra de ventrudos guerreros pijaos, caribes, taironas, quindus, paeces, emberas y otros que hicieron que los europeos no la tuvieran nada fácil en su expedición sanguinaria. Aquellos hombres con arcabuces, caballos, escudos, espadas y posteriormente con la pólvora hacían de la muerte una orgía de terror en el Nuevo Reino de Granada.

Es así como en el siglo XVII, el tribunal de la "Santa" inquisición, a nombre de un rey, un "Dios" y una espada, empieza a impartir "justicia" contra un pueblo que clamaba un mínimo asomó de libertad; pero la tiranía hacía de las suyas. La hoguera, el látigo, la horca, las desmembraciones, el destierro, la burla y la humillación, hacían de estas una sinfonía macabra de horror.

Justo reconocimiento a la primera mujer Indígena que luchó y peleó por la dignidad de los pueblos originarios, "La Gaitana", el primer esclavo sublevado, Benckos Biojo, la primera mujer mestiza que rompió los edictos contra los impuestos exagerados de la corona española, Manuela Beltrán y José Antonio Galán, el primer campesino que armó una de las más grandes rebeliones de la época en la Colonia. Ellos fueron los primeros acicates de la lucha, por la dignidad y la libertad del Nuevo Reino de Granada. Ellos, después, terminarían siendo ajusticiados por los sátrapas de la Corona española.

Ya, a mediados del siglo XIX, se empieza a edificar y consolidar la gesta de la independencia, con Nariño, Carbonel, Bolívar, Santander, Miranda, Sucre, Córdoba y las grandes heroínas, Manuelita Sáenz, Policarpa Salavarrieta, y miles de mujeres más, quienes hicieron de la conciencia revolucionaria una lucha por la dignidad de un pueblo, que trescientos años atrás había sufrido los vejámenes de la tiranía Ibérica.

El triunfo de la libertad, ya nos había costado miles y miles de vidas, dejándonos un idioma, como el español, que los aristócratas y herederos de la Corona española, nos han dicho repetidas veces, que es el Idioma más "hermoso" del mundo. ¡Qué regalo tan caro!

En el siglo XX, Colombia inicia una nueva era en su interminable camino a la soledad eterna; a la “barbarie”, La guerra de los mil días (1899 -1902) un conflicto civil de disputas, por inconformidades políticas y resultados anteriores de la política de la Regeneración apoyada por el Partido Nacional, movimiento inicialmente encabezado por Rafael Núñez, trescientos mil muertos, se calcula, dejó esta confrontación; la entrega del Canal de Panamá (1903); el asesinato de Rafael Uribe Uribe, el gran librepensador de la época (1914); la masacre de las Bananeras (1928) y, el asesinato del caudillo liberal Jorge Eliecer Gaitán (1948); el pacto del Frente Nacional entre liberales y conservadores (1957) para repartirsen el poder, daría el inicio y origen del movimiento guerrillero en Colombia (1964), y el surgimiento del narcotráfico en la décadas de los 70,s y los 80,s hechos que harían de esta Colombia una democracia teñida de sangre; a costa de los casi 300 mil colombianos pobres, inocentes, de una fábrica de terror.

El exterminio de todo un partido político como fue la Unión Patriótica (cinco mil muertos se calcula) y el asesinato de tres candidatos a la presidencia a inicios de la década de los noventas (Bernardo Jaramillo Ossa, Luis Carlos Galán Sarmiento y Carlos Pizarro León Gómez) servirá para extirpar la retrógrada constitución de 1886 y dar nacimiento a una constitución, con la cual creímos que por fin tendríamos nuestro propio contrato social, para una verdadera paz con justicia social.

Los fallidos acuerdos de paz, que anteriormente se habían firmado con las guerrillas, fueron solo un canto de sirenas para desarmar a unos hombres y mujeres que creyeron ingenuamente que la luz solar posaría en una nueva Colombia. Y así no fue.

Como lo describo en este pequeño párrafo, tomado del portentoso discurso de nuestro gigante de las letras, Gabriel García Márquez, en la entrega del Premio Nobel de Literatura, en la tierra de los Vikingos, Estocolmo - Suecia, (1982): “Pues si estas dificultades nos entorpecen a nosotros, que somos de su esencia, no es difícil entender que los talentos racionales de este lado del mundo, extasiados en la contemplación de sus propias culturas, se hayan quedado sin un método válido para interpretarnos”.

El referéndum planteado por Juan Manuel Santos, donde se nos convocó como colombianos a preguntarnos si estábamos de con la culminación del conflicto armado interno para llegar a una “paz estable y duradera”, generó tremenda sorpresa para el mundo civilizado, ya que ganó el "no", qué ironía. La comunidad internacional se quedó sin un método para interpretarnos. Como dijo el expresidente de Uruguay, José Pepe Mujica: "Colombia pareciese estar condenada genéricamente a vivir en eterna violencia".

Colombia, ese hermoso jardín de nuestro continente, acunado por dos océanos, hermosos bosques, esmeraldinas montañas, hace que los colores de nuestra bandera no sean un arcoíris de paz, por el contrario, estos se dibujan en medio de la soledad de esta absurda y maldita guerra que se ensaña como un cáncer terminal.

Como un colombiano descalzo, que anda en las brasas de la guerra interna de mi país, solo dejo estas palabras: ¡Colombia tendrá que ser la policromía en la piel de su pueblo!

Hoy Colombia está latiendo en la cantarina cascada de la paz negada y burlada. Su pueblo clama por vivir dignamente en el paraíso de oníricos paisajes, de selvas, de azules océanos y del canto lírico de sus aves. ¡Lo mínimo!

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