¡Colombia, desuribízate!

¡Colombia, desuribízate!

"Ha llegado el momento de la construcción de una sociedad humana y progresista"

Por: Emilio Lagos Cortés
octubre 26, 2020
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¡Colombia, desuribízate!
Foto: Instagram @alvarouribevelez

Chile ha dado un gran paso adelante hacia la democratización de su sociedad. En un histórico referendo, con el 78 por ciento de los votos, se ha aprobado la elaboración de una nueva constitución que reemplace a la terrible constitución neoliberal de 1980, última herencia de la criminal dictadura de derechas de Augusto Pinochet. Ese es el resultado de las formidables manifestaciones y protestas llevadas a cabo por el pueblo chileno, particularmente la juventud, desde el año pasado. La principal causa de ello es que el modelo neoliberal ha llevado al país austral a un momento histórico en el que gran parte de su población no ve ningún futuro, más allá de su supervivencia biológica, sin posibilidades de progreso social. Así Chile reitera su decisión de despinochetizar su futuro.

El pueblo chileno y su juventud le dan un gran ejemplo a Colombia. Ha llegado el momento de la desuribización de nuestro país. Ha llegado el momento de la construcción de una sociedad humana y progresista. Ha llegado del momento de detener el modelo neoliberal que destruye el medio ambiente y enriquece a una minoría mezquina que conforma a las corruptas elites política y económica. ¿Pero qué significa desuribizar a Colombia?

Desuribizarse significa sacar del poder a una elite política que es agente y representante del narcotráfico en las más altas esferas del Estado, conformada por quienes desde otorgaron licencias a aviones y pistas del narcotráfico desde los días de Pablo Escobar.

Desuribizarse es dejar de llamar buenos muchachos y gente de bien al sicario que asesina desde las posiciones de estatales de poder; al político que comparte en fiestas y campañas con narcotraficantes que les compran votos; a quienes piden ponerse al día con los muertos atrasados y a los que solicitan masacres con criterio social; y a los que ofrecen plomo todos los días.

Desuribizarse es rechazar la aberración de la lista al senado del Centro Democrático, que sintetiza y reúne lo más bajo de la política colombiana, y que también reúne a las mayores vacuidades políticas, que saben que su curul solo se debe a su lambonería hacia el patrón: Mejía y sus gritos de perro bulldog, Paloma y sus gritos de posesa, Macías y sus jugaditas y plaquita, y Manguito, sacamicas de última hora.

Desuribizarse es rechazar los influencers huecos y baladíes como Nati, que piensa que lo más interesante que tiene es una foto en bikini junto a la Cabal; como Polo Polo, el que se arrastra a diario, aunque en el uribismo lo desprecien por pobre y por negro; como Hassan, el que en un debate presidencial pregunta por la talla de los zapatos del expresidente expresidiario; o como Vicky, que se cree tan honorable y decente como su patrón, aunque siempre actúe como publicista de la corruptela que de momento ostente el poder.

Desuribizarse significa no llamar “mujer fascinante” a quien funge como administradora de los bienes que sus familiares han acaparado mediante la teta del Estado, el tráfico de influencias y la relación con la economía del narcotráfico; menos cuando su actividad más reciente es una leguleyada para legalizar la adquisición de tierras baldías (destinadas a los campesinos más pobres de Colombia).

Desuribizarse es dejar de ver una heroína en la vicepresidenta, quien pagó 150.000 dólares para liberar a su hermano narcotraficante capturado, al tiempo que persiguía a campesinos cultivadores de coca; que denuncia el castrochavismo, aunque mediante sus empresas es probable que haya recibido dólares chavistas; y que ataca al narcotráfico con palabras, al tiempo que se dice que hace negocios que lavan los dólares del Memo Fantasma.

Desuribizarse significa llevar al poder político a quienes durante su vida y ejercicio político han mostrado un compromiso inclaudicable en la lucha contra la corrupción y el narcotráfico en la política; a quienes desde el congreso denunciaron la parapolítica, a senadores que llevaron a la cárcel, así sea hacienda por cárcel, a los delincuentes más encumbrados.

Desuribizarse es dejar de creer en el coco del castrochavismo —ya estamos grandecitos para cuentos de hadas—, que nunca ha existido, y que no tiene voceros políticos en Colombia, y entender que los verdaderos enemigos de Colombia son quienes desde el poder y asociados con el narcotráfico y el paramilitarismo han despojado de sus tierras a millones de colombianos, y los condenaron a vivir en los cinturones de miseria de las grandes ciudades, en donde les pueden comprar sus votos con un mercado o un billete cincuenta mil pesos.

Desuribizarse es dejar de pensar que Petro y Uribe son iguales. El primero es el vocero político del narcotráfico, la corrupción y el paramilitarismo; el segundo es el representante político de las mayorías desposeídas y anhelantes de cambios profundos en la sociedad colombiana, para crear una realidad en la que todos tengan oportunidades de progresar económica y socialmente.

Desuribizarse es dejar de repetir como loros, para satisfacción del uribismo, que no hay que polarizar, que no hay que denunciar la corrupción ni denunciar las políticas retrogradas y antipopulares del uribismo. Al contrario, toca, como enseña el pueblo chileno, definir claramente los campos políticos, determinar sin margen de error quienes están por la continuidad del régimen de la corrupción, y quienes están decididos a jugársela por la transformación de Colombia.

En síntesis, desuribizarse significa quitar del poder político a los representantes del narcotráfico, la corrupción y el gran capital, y reemplazarlos por voceros genuinos de las más amplias mayorías colombianas; de los trabajadores, los campesinos, los pobres, los estudiantes, los desempleados, los ambientalistas, los indígenas, y las mujeres.

Adenda. Mientras la elite política maniobra a diario para aislar a Petro y a la Colombia Humana, por todas partes se percibe cómo crece la aceptación de Gustavo como la gran figura política capaz de amenazar la continuidad del régimen de la corrupción uribista en el 2022.

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