Cinco grandes del jazz que se llevó el coronavirus
Opinión

Cinco grandes del jazz que se llevó el coronavirus

Noticias de la otra orilla

Por:
abril 04, 2020
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Cinco importantes nombres, vinculados a la que Stravinsky llamó como la “única gran música que el siglo XX dejaría a la posteridad”, se han sumado a la lista dolorosa que ha dejado hasta hoy la peste del coronavirus. Cinco figuras que generaron, desde sus particulares experiencias jazzísticas, una memoria y una huella sonora que el mundo (o lo que quede de él) podrá seguir escuchando como un testimonio de máxima importancia de lo que también ha hecho posible la naturaleza humana. No todo ha sido muerte y miseria. ¡Por fortuna el Arte! En este caso, el jazz.

El primero de ellos fue el saxofonista camerunés Manu Dibango que desde los años 70 con su emblemático “Soul Makossa” se coló en los grandes escenarios del jazz del mundo para empezar a abrirle a la música africana un camino que se convirtió en corriente de jazz contemporánea, ampliando y potenciando las repercusiones que habían tenido ya otros africanos un poco anteriores a él como Miriam Makeba (Mamá Africa), y el trompetista Huge Masakela. Dibango creó desde Francia un foco crucial de expansión para este nuevo lenguaje y desde allí se convirtió en un sonido planetario. De él me quedo y recomiendo una rareza: “Manu Dibango toca a Sidney Bechet”.

 

Wallace Roney, 59 años; mi preferido, "Verses", su disco de 1987 

   Le siguió en infortunio el trompetista Wallace Roney, el menor de los cinco fallecidos, con sólo 59 años, que había sido pupilo del gran patriarca de la educación jazzística en New Orleans, Ellis Marsalis, que fue quien lo recomendó ante el baterista Art Blaky para que ingresara a la legendaria formación de los Jazz Messanger. Roney, cuyo más grande mérito no era precisamente el de ser un extraordinario imitador de Miles Davis, sino el de ser un trompetista de gran dominio técnico del registro medio y un gran conocedor del estilo del “Príncipe de las tinieblas”, y por eso podía permitirse visitar con inmejorable fortuna los predios del genio de “Kind of Blues”. Si hubiera sido un simple imitador como otros muchos, muy buenos, el mismo Davis lo hubiera mandado al carajo. Por eso fue que Davis le pidió a Quincy Jones que lo invitara al gran concierto de Montreux en 1991 para que le sirviera de ayuda en algunos pasajes de esa presentación. Allí fue él el padrino de Davis. Debería decir que me quedo con su “Tributo a Miles”, pero prefiero “Verses”, su disco de 1987.

 

Ellis Marsalis, formó la generación de los young lions. Me quedo con su "Duke in Blue"

 

Murió también Ellis Marsalis, el padre de los talentosos hermanos Brandford, Winton, Delfeayos y Jason, y formador de casi todos los prospectos de la que se conoció como la generación de los young lions, que luego pasarían a ser parte de las distintas agrupaciones y proyectos que lideró en los últimos 30 años su hijo Winton, prestigiosas figuras como Marcus Robert, Reginald Veal, Terence Blanchard, Nicolás Payton, Robert Hurst, Herlin Riley, Jeff Watts, Wallace Roney…

Ellis Marsalis no era sólo un extraordinario pianista, dueño de una sofisticada técnica y conocedor como pocos de la gran tradición pianística del jazz y de la música y la cultura negroamericana, sino un sabio educador formado seriamente para ello, oficio al que se consagró totalmente. Son muchos sus trabajos que amo, pero me quedo con “Duke in Blue”, de piano solo.

Bucky Pizzarelli, 92 años; su disco titulado “A flower for all season”, es mi favorito

Por su parte Bucky Pizzarelli, fallecido el primero de abril a los 92 años, padre de John Pizzarelli, gran guitarrista también, que acompañó durante varios años a la pianista canadiense Diana Krall, y del bajista Martin Pizzarelli, era uno de los guitarristas en el que los lenguajes de ayer y de hoy coexistían con gran naturalidad y solvencia. Su discurso, procedente del estilo gitano de Django Reinhardt supo actualizarse con otras voces de su época como la del gran Freddie Green que duró tantos años en la orquesta de Count Basie. Lo descubrí a finales de los años 70 en Barranquilla, en un disco a dúo con el violinista Stephane Grappelli, y más tarde en otro disco a dúo con el saxofonista y flautista Eddie Daniels. Este disco, titulado “A flower for all season”, es mi favorito.

 

Mike Longo, muy cercano a Dizzi Gillespie, director musical de su quinteto.
Me quedo con su disco “To my surprise”

El quinto jazzista víctima del Covid 19, es el pianista Mike Longo. Otro educador consagrado que consideraba como definitivamente importante la enseñanza del jazz como una alternativa profunda de construcción de vida y no como el simple aprendizaje conveniente de tocar un instrumento. Creció en el jazz en el entorno privilegiado de los hermanos Adderley, Nat y Cannonball, alrededor de las iglesias negras, aunque era blanco, pero lo que lanzó su carrera fue el haberse conformado en un trío extraordinario al lado de Paul West, Ray Mosca y Adam Rafferty, o en otro con Bob Cranshaw, Lewis Nash y Lance Bryant. Pero su gran consolidación llega con su cercanía personal y profesional a Dizzy Gillespie para convertirse primero en el director musical de su quinteto y luego en el pianista de varios de sus proyectos bandísticos. Son muchos también los trabajos de Longo que me han interesado, especialmente con el quinteto de Gillespie, pero me quedo con un disco suyo del segundo trío, titulado “To my surprise”.

Larga vida de todos ellos en la memoria del mundo.

 

 

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