La video columna de Carito Sanín el domingo pasado fue igual o más divertida que el Consejo de Ministros del martes 4 de febrero: estaba aterrada, indignada, brava y triste, todo al tiempo.
En los cursos que dicta sobre la divina comedia y la tragedia griega ella habla, el resto oyen, toman apuntes y le pagan, a eso se reduce el negocio de la misia.
Sería interesante que ella tomara uno sobre rendición de cuentas, no para que nos explique en otra sesuda video columna en qué se gasta la plata obtenida gracias a sus cursos, eso solo le importará a ella y a sus amigues, (¿tertulias con pasta, vino y porro?), sino para que descubriera que lo que pasó el 4 de febrero pasa en reuniones de empresas de seguros, de bancos, de comidas y me imagino que hasta en reuniones de extorsionistas.
Es simple de entender, se monta un negocio, se pone un capital como inversión, y cada cierto tiempo el CEO pregunta que ha pasado con esa plata y si se descubre que da perdidas, echan gente.
Lo anterior pasó en vivo y en directo cuando Petro dijo que de los 196 proyectos solo se han ejecutado por mucho solo una cuarta parte, pero como la Sanín en su vida ha estado en una empresa, por eso se horroriza, noticia: en las reuniones empresariales es peor, madrazos, recriminaciones, portazos y humillaciones vuelan por la sala de juntas en todas direcciones.
El asunto es que no lo televisan, todo queda en familia y la empresa en este caso es nada más y nada menos que el Gobierno de un país, por eso está pasando lo que está pasando.
Obviamente, Carolina no desaprovecha oportunidad para mostrar su profundo asco por los pobres, y remeda a Laura Sarabia como si fuera una ñera, —o lo que ella entiende por ñera, que es lo que seguramente ve y oye cuando le compra un talego de bolsas de basura a alguien en un semáforo—.
Por eso es tan divertida la video columna, porque la profe de español descubre como es el mundo laboral y se le sale todo el clasismo contenido por años y años de vivir en la “aristocracia”, así dijo, “soy aristócrata”.
Ojalá en próximos consejos le sirvan comida al gabinete —o lo que quede de él—, y nos muestren qué comen y cómo se lo comen, para que la Sanín se indigne de nuevo porque solo hay carbohidratos en el menú, o porque tal ministro cogió el tenedor con la mano equivocada, o que el mesero entro por el lado equivocado, y además nos enseñe en una video columna cómo preparar pasta al burro o a la puttanesca y cómo se arma un porro.
Pago por ver eso.
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