Canción a los desaparecidos

Canción a los desaparecidos

Un poema más que pertinente por la controversia desatada alrededor de la fosa común de Dabeiba (Antioquia), donde habría al menos 50 cuerpos de falsos positivos

Por: Guillermo Borrero Aragón
diciembre 16, 2019
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Canción a los desaparecidos
Foto: Pixabay

A mediados de octubre del 2007

encontraron el cuerpo del estudiante

Luis A. Pérez Mercado fusilado.

Estaba vestido con ropas militares.

Ese mismo día por la mañana en la

clase de literatura había escuchado

al profesor Heredia hablar sobre la muerte

de un poeta que decía era muy bueno.

Cosa de otro tiempo en época de guerra.

El profesor Heredia les había contado la vida

de este hombre que escribía canciones de gitanos

y hablaba con el viento y con la Luna.

Escucharon de su boca la historia de su muerte.

Federico García Lorca, el poeta gitano

había muerto recitándole a la noche.

Fue un guardia con sombrero de tricornio

quien le quitó la vida, dijo Heredia con voz entre-cortada

Luis quedó sin habla imaginando lo que habría pensado.

Pero en Soacha no hay gitanos ni es España

ni tampoco, hay guerra ni hay tricornios.

Luis y sus amigos salieron del colegio meditando

en el camino no encontraron nardos por el suelo,

ni árboles de oliva, ni espigas amarillas, ni limones

que pintaran de color el agua de los ríos.

Algunas piedras se encontraron regadas en desorden,

pasaron caminando junto a un árbol de eucalipto florecido

de ahí doblaron por el atajo que los llevaría

a sus casas al terminar el día.

Dejémoslos que pasen les dijo Luis a sus amigos

cuando vio el pelotón de soldados al otro lado del camino

se miraron pensativos, curioso, asustados.

Aún era de día, muy temprano para ver la Luna.

El sol de venado hizo que los soldados

miembros de la Brigada Móvil 15 del Ejército

proyectaran sobre ellos sombras largas

a manera de guadañas.

Eran las seis y quince de la tarde cuando los mataron.

Qué iba a pensar Luis A. Pérez Mercado

que esa tarde yacería con los hermanos

Jaime de Jesús y José Antonio Agudelo

sin vida, con la mirada seca y la cara contra el suelo.

Habían sido ejecutados por la espalda y

luego los había vestidos de fatiga.

Luis se murió con el pesar de no

haber podido despedirse de la Luna.

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