Calvos: no mesarse los cabellos con desesperación
Opinión

Calvos: no mesarse los cabellos con desesperación

Por:
mayo 15, 2015
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pedro homero

Esta columna está escrita en tono ligero aunque científico.  Pero, por favor, amigo lector no tome decisiones definitivas de peluquería o raparse sin consultarlo con su pareja. Espere también, como siempre, confirmación de la investigación que resumiremos. Nos referiremos fundamentalmente a la calvicie de patrón masculino. La alopecia o calvicie femenina no es cosa de sonrisa o trato ligero pues afecta cruelmente la autoestima de las mujeres. La calvicie masculina me parece distinta y no creo que sea enfermedad.  Sonreímos reconociendo una ilusa vanidad varonil en el entusiasmo de Homero Simpson al hablarle a Marge de un nuevo producto para la regeneración capilar: “¡Es una conquista milagrosa, no uno de esos hallazgos falsos y engañosos, Dios mío!” (La ciencia de Los Simpson, Marco Malaspina, Publicacions de la Universitat de València, 2011). Sabemos que Homero seguirá calvo al final del episodio pero aún para él puede haber esperanza.

La calvicie de patrón masculino comienza usualmente en la línea de implantación frontal que retrocede (aunque puede iniciarse en la corona posterior de la cabeza) formando primero una M siguiendo las entradas del cabello y finalmente una gran U que brilla varonilmente a los rayos del sol. Puede ocultarse con un sombrero fedora elegantemente inclinado hacia delante dando sombra a unos atractivos ojos de Indiana Jones o espía de los cuarenta. Y quizás esa sea la mejor solución pues no hay bisoñé perfecto.

Se han buscado entretanto soluciones médicas para ganar ese lucrativo mercado de sombreros, boinas  y pelucas. Los implantes de folículos pilosos toman tiempo, son costosos y sin resultados garantizados. El minoxidil, un vasodilatador con efectos cardiovasculares, hace crecer cabello en diversas regiones del cuerpo.  La finasterida es un antiandrógeno que puede tener efectos adversos en la función sexual y me parece contradictorio privilegiar imagen sobre resultados concretos. Estos son hoy los únicos tratamientos médicos aprobados para el ansioso varón alopécico (Medline Plus). Además existen cientos de remedios y tratamientos naturales con dudosos o fraudulentos resultados.

Ahora, hay una pregunta casi filosófica: ¿es la calvicie masculina una enfermedad? Una condición que afecta a más de la mitad de los hombres después de los cincuenta años es más bien una característica de género, asociada a la situación hormonal del varón, que difícilmente puede ser clasificada como enfermedad. Pero nuestra sociedad y su práctica médica cultural le dan tratamiento médico.  Como se le da a los senos femeninos pequeños, las narices insatisfactorias, las arrugas de la cara o la ausencia de hoyuelo en la barbilla de algunos actores de Hollywood pues para todo eso hay “tratamiento”.  Quizás la mejor solución sería que los hombres aceptáramos nuestra frente despejada y socrática como signo de madurez y sabiduría. Pero el mercado de millones de Homeros Simpson impulsa la investigación científica.

E investigación seria publicada en la prestigiosa revista Cell (Volume 161, Issue 2, p277–290, 9 April 2015): arrancar en ratones 200 folículos pilosos produce la aparición de 1300 nuevos folículos pilosos si se hace dentro de un círculo de 5 mm. Pero si se hace en un círculo menos denso de 6 mm de diámetro no hay regeneración de folículos y si se hace en un círculo más pequeño y denso, 4 mm de diámetro, solo se regeneran 780.  Todo esto se explica por mecanismos inflamatorios y se postula que los cabellos “sienten” cuando falta “quórum” de folículos pilosos en su región cutánea, dicen los autores, activando un “proceso de decisión colectiva”. Es como si tuviéramos no una cabellera sino una Cámara o Senado interconectada de pelos. Aunque esto por ahora es solo investigación básica en ratones quizás la solución futura de la calvicie estará en mesarse los cabellos con ciencia, precisión y paciente esperanza.

El hallazgo no solo es curioso sino señala también una interesante comunicación entre folículos pilosos por medio de señales inflamatorias. Cuando arrancamos un pelo producimos una pequeña inflamación que le dice a los folículos vecinos básicamente lo que gritan muchos señores ante el espejo al peinarse: ¡me estoy quedando calvo! El enciclopedista romano Celso describió los signos cardinales de la inflamación: enrojecimiento, edema, calor y dolor o como lo aprendían en latín los estudiantes de medicina durante la Edad Media “Inflamatioest rubor cum tumor et calore et dolore”  Hoy sabemos que la inflamación es un complejo mecanismo de comunicación entre células con “palabras” moleculares. Florey, el patólogo codescubridor de la penicilina, afirmaba que si se comprende la inflamación se entienden todas las enfermedades.  Y la calvicie.

Aunque repito, no creo que la calvicie sea necesariamente enfermedad. Quizás es sólo signo de haber llegado a la edad plena de la madurez masculina.  Pero no de la sabiduría, “Homeros” del mundo.  Y los folículos pilosos quizás se lo comunican unos a otros como se muestra en estas investigaciones.

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