Buenos vientos para la bici

Buenos vientos para la bici

Por: Jorge Vásquez Muñoz
febrero 26, 2015
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Buenos vientos para la bici

Crece el interés por el uso de la bicicleta como opción real de transporte. Tanto que hasta los líderes políticos lo han por fin incorporado a su lenguaje y a sus programas, donde el tema movilidad, trasnocho de los urbanitas, ocupa un lugar de privilegio, estemos o no en año electoral.

Un buen síntoma, a pesar del divorcio a que estamos acostumbrados los colombianos entre discursos y prácticas de nuestros gobernantes.

Crece tanto que esta semana se desarrollará en Medellín el Foro Mundial de la Bicicleta, gracias a un puñado de jóvenes entusiastas y comprometidos, que decidieron tomar en sus manos el destino de las ciudades, esos caóticos organismos donde los humanos estamos prefiriendo vivir. Foro Mundial que resulta una buena oportunidad para motivar la reflexión de los ciudadanos sobre sus prácticas cotidianas de movilidad, y de los empresarios y gobernantes por sus políticas y apuestas de desarrollo y competitividad territorial.
Con las irregularidades propias en la gestión de lo público, el Área Metropolitana y el Municipio de Medellín han venido construyendo un sistema de información que, aún con serias limitaciones, ofrece datos en cantidad para la gestión de la calidad del aire en el Valle de Aburrá. No obstante, parece claro que la profusión de la información no está encontrando suficiente eco en términos de la autoridad y el control, y en el desarrollo e implementación de procesos e instrumentos de gestión de la calidad del aire.

Calidad del aire que es la resultante de nuestra posición y condición geográfica, pero también de la naturaleza de nuestros sistemas productivos, y de la forma en que usamos y ordenamos (o no) el territorio. Calidad del aire que es un problema bastante serio de salud pública, al punto que investigadores de la Universidad de Antioquia hablan de 5 muertes al día en el Valle de Aburrá, por enfermedades conexas con contaminación atmosférica. Calidad del aire que, naturalmente, por su multicausalidad, debería estar adecuadamente considerada e integrada en las políticas y programas sectoriales de transporte y movilidad, industria, energía, flora, espacio público, gestión del riesgo, educación, cultura, recreación, y seguridad.

La articulación reclamada puede lograrse desde la comprensión sistémica de los fenómenos y procesos naturales, económicos y territoriales que están en la base de la calidad del aire. Recientemente, el Municipio de Medellín, apoyado técnicamente en otras instituciones nacionales y locales, bajo el liderazgo de la Corporación Parque Explora, construyó y adoptó una Propuesta de Gestión de la Biodiversidad y los Servicios Ecosistémicos. Apenas el primer esfuerzo por entender de forma más integral las complejas relaciones entre salud de los ecosistemas, bienestar de los ciudadanos, y competitividad del territorio.

Infortunadamente, a pesar de algunos avances sectoriales, hoy no parecen existir señales de tal articulación, y está dentro de lo posible que una actuación bienintencionada pero desordenada contribuya a aumentar la magnitud del problema y sus impactos en el bienestar de los ciudadanos. Un buen sistema de información y evaluación debería estar en grado de aportar a esta discusión, con el necesario equilibrio entre crítica y regocijo que debe estar presente en cualquier proceso de aprendizaje.

Tal articulación política y ciudadana debe dar lugar a estrategias acopladas: recientemente leí algunos trabajos donde se señalaba que los pulmones de los ciclistas urbanos en algunas ciudades europeas podrían estar “alojando” el triple del material particulado que los de los peatones, un aspecto que debe ser considerado, medido, y gestionado en nuestro particular contexto geográfico, y que refleja los posibles riesgos de una política coja, donde predomine la información sin acción, el fortalecimiento de sistemas públicos de transporte sin gestión sobre la calidad de los combustibles, el enriquecimiento de una red de ciclovías sin arborización que la acompañe, entre otras.

Entre muchos aspectos, resulta esencial en la política de gestión de la calidad del aire el papel de un adecuado ordenamiento del territorio, y específicamente, lo relacionado con la mezcla de usos del suelo y la funcionalidad de las centralidades barriales y zonales, de la que depende en medida la posibilidad de disminuir el número de viajes motorizados y las emisiones contaminantes del parque automotor, principal aportante del material particulado que respiramos. En ese hipotético sistema “smart” de información, los indicadores sobre el vigor y funcionalidad de las centralidades estarían correlacionados de un modo inteligente con las encuestas origen-destino, y la disminución en las consultas por morbilidad asociadas a calidad del aire. O sobre espacio público, donde temas como la calidad y cantidad de nuevos espacios verdes, las tipologías y configuraciones de la red vial, la caminabilidad de la ciudad, la cantidad e idoneidad de la flora urbana, y el diseño integral del paisaje cobren su real importancia y dimensión en la construcción de una ciudad que desee ser innovadora, sostenible, y todas esas cosas que hacen parte del universo de paradigmas y deseos con el que se suele adornar la inacción.

Existen algunos grupos académicos y colectivos ciudadanos con un capital de conocimiento valioso, y que como en otros temas, sería deseable escuchar, y derivar de ello cooperaciones valiosas que redunden en la mejoría de las condiciones del aire en el Valle de Aburrá, y con ello de su habitabilidad y competitividad. No podrá aspirarse a un territorio sostenible si no se entienden las relaciones sociales, institucionales, económicas y ecológicas, que subyacen a este problema de salud pública. Queda aún mucha sinergia por construir, mucha educación y pedagogía por desarrollar, y mucha voluntad y compromiso de todas las partes, bajo el liderazgo de instituciones que tienen esta competencia y responsabilidad.

El Foro Mundial de la Bicicleta puede ser un evento más para la agenda de la ciudad, y una fiesta para los actores del “cluster” de las ferias y las convenciones, pero me gusta pensar que es, sobre todo, una oportunidad valiosa para despertar interés de todos los ciudadanos en los problemas colectivos. En la medida en que nuestros gobernantes e instituciones ganan capacidad de escucha (no rían, en serio me lo parece), los ciudadanos debemos aumentar nuestro interés por lo público, procurarnos información suficiente, y enriquecer nuestro criterio, para que de ese diálogo salgan cosas bellas y constructivas, y buenos vientos de un futuro donde no exista el coro de toses que acompaña el actual paisaje urbano.

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