Boca versus River: crónica de una guerra futbolera anunciada

Boca versus River: crónica de una guerra futbolera anunciada

Un relato sobre lo que fue la final de la Copa Libertadores 2018, también conocida como la más larga de la historia

Por: Carlos Andres Oyuela Gantivar
octubre 21, 2019
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Boca versus River: crónica de una guerra futbolera anunciada
Foto: Twitter @RiverPlate

Es la 1:00 de la tarde en Buenos Aires, Argentina. Las puertas del Estadio Monumental de Núñez ya estaban llenas. Se podía sentir la pasión de los aficionados esperando a su equipo favorito. A las 2:00 el sol comenzó a brillar con mayor fuerza, el calor no se hizo esperar. A pesar de esto, el entusiasmo de los asistentes no disminuyó, algunos comenzaron a comprar botellas con agua helada e incluso a mojarse unos a otros para refrescarse y también para divertirse. Sin embargo, de un momento a otro la hinchada del equipo local enfrentó a la policía metropolitana y sucedieron hechos bochornosos que impidieron la llegada del plantel visitante.

Me sentí melancólico, furioso y arrepentido de viajar desde Brasil hasta la Argentina solo para sentir la pasión y el amor de un pueblo con hambre de victoria. Como periodista, fotógrafo y aficionado nunca imaginé que en el mejor día de mi vida fuese uno de los veinte y nueve heridos del estallido emocional que causó un atentado al mundo del fútbol en la ronda del estadio de Núñez. Alfonso Bauza, un paramédico e hincha de Rosario Central, me atendió y me habló de anécdotas del fútbol argentino que vivió y que vive al estar en las gradas de un clásico, también de la guerra tras guerra, conflicto tras conflicto que gira de tal vez la historia más inverosímil, dramática e inesperada del fútbol sudamericano: la de la llamada final de todas las finales entre dos archirrivales del futbol pibe y que se posterga a sanciones disciplinarias, al alcance de la muerte entre la misma nación por un color o un escudo de un equipo.

Media hora después, fui llevado a una cafetería llena de cuadros y personas de la tercera edad, donde noté esculturas de las épocas doradas del equipo de la banda cruzada. Más que industria cultural, observé el sentimiento y el templo cardíaco de esas hermosísimas fotos que transmitían una sensación espectacular como Van Gogh y Da Vinci clasificaban sus obras; acuarela perfección, fantasías profundas, brutales e increíbles y con fuerte inspiración. Comparé los dos ejes de hinchada: la noble que representa compartir con amigos y charlar pacíficamente el antes y el después de un partido en son de paz, y la eufórica, rebelde, impulsiva de sus actos en no saber cómo comportarse en un encuentro drástico y decisivo que representará la imagen de su país y del continente americano.

Salí de la tienda con mis herramientas audiovisuales y analicé el paso de la caravana que acompañaba a la escuadra xeneize por la circunvalar. Girando ciento ochenta grados hacia el norte, el autobús que transportaba al Boca Juniors fue atacado con piedras y gases por parte de hinchas violentos del millonario en las inmediaciones del Monumental, en Buenos Aires. El vehículo ingresó al escenario con los vidrios laterales rotos. Corrí e hice unas tomas fotográficas y al instante en mi mente recordé las palabras de un paramédico que señalé. Ignorante, disperso e infausto del significado del fútbol, me senté y lloré diez minutos. No podía creer lo que estaba pasando en la ciudad, era un caos, la gente corría diciendo ¡¡¡es un acto terrorista!!! Los niños no eran conscientes de lo que sucedía. Los jugadores una vez descendieron iban tosiendo y con los ojos llorosos por efecto del químico obligaron a los directivos de ambos clubes y de la Conmebol a sostener una larguísima reunión para decidir la suerte del encuentro decisivo.

A las 3:00 de la tarde Darío Benedetto y Carlos Tevez, antes de retirarse del vestuario, dijeron estas palabras: "Que le den la Copa a River que tiene tanto peso en la Conmebol", “Que le den la Copa a River si siempre hacen lo que quieren. Lo que ha hecho es una vergüenza".

Pablo Pérez y Bébelo Reynoso fueron los jugadores más afectados por el lacrimógeno y cortaduras en la cara, fueron llevados a un centro médico. Recibieron un informe de su Comisión Médica.

Cuando escuché esta noticia por los pasillos, fríos y desolados, tuve una decaída, una desesperación al punto de romper los escuadrones de seguridad y hablar con el comisario deportivo, cuestionarlo y pedirle una justificación y pronta solución para que el evento celeste arrancara lo más pronto posible. Me comuniqué con mi familia, les dije que estaba muy bien. Las esquirlas no afectaron mi cuerpo, aunque me encontraba muy triste porque nunca soñé con que mi debut como comentador y reportero deportivo cayera en el fracaso, la destrucción y la soledad infinita del holocausto que produjo el atentado en mi vida y las huellas y heridas de dicho recuerdo.

Estaba previsto en primera instancia que el partido se jugara a la 5:00. Luego se postergó para las 6:00 y finalmente a las 7:15. Mientras que Boca se negaba a jugar debido a las heridas recibidas por algunos de sus jugadores, el gobierno argentino y de Buenos Aires resolvió la "clausura preventiva del Monumental por temas de seguridad. Por lo que ahora la incógnita era saber dónde se jugaría el partido.

Ya sobre las 6:00, algunos hinchas empezaron a retirarse del estadio, ya previendo que no se realizaría el partido. Andrés Oyuela concluyó: “Nos equivocamos todos, como sociedad, y queremos mostrar al mundo una realidad que no es jugando este partido así, el hincha de Boca seguramente siente furia hoy".

Minutos después, el presidente de Conmebol, Alejandro Domínguez, anunció a la prensa la suspensión del partido y su postergación: “La final se realizará en Madrid, España el 9 de diciembre".

Me contacté con la delegación deportiva de Brasil para informar lo sucedido. De paso, me alisté para viajar a Colombia a pasar unas vacaciones muy bien merecidas, con esa debilidad y tristeza al no poder contagiarme de la evolución del fútbol argentino y sentir la sensación que produce un encuentro de esta magnitud. Es realmente increíble ver la cantidad de gente que moviliza un fenómeno como el fútbol. Todo lo que gira en torno suyo interesa: los partidos, los jugadores, los fichajes, ¡hasta las lesiones!

Catorce días después, representantes de la delegación del gobierno en la capital de España, de la Policía Nacional y del Real Madrid se reunieron para hablar del dispositivo de seguridad para no volver a repetir lo sucedido semanas antes. Fuentes de la delegación del gobierno en Madrid informaron a Efe de esa reunión.

¡Llegó el día!, me encontraba en Medellín, Antioquia. Salí y me dirigí a la Avenida Colombia con mis colegas, no sentía la misma pasión por el partido, creí que era mejor no verlo a recordar los momentos difíciles que marcaron mi destino.

65.000 espectadores en el Santiago Bernabéu, grandes figuras del fútbol mundial asistieron al encuentro también llamado “la final más larga de la historia”. Determinó Messi y Jordi Alba. El encuentro quedó 3-1 a favor de River Plate, que se consagró campeón. La figura del partido fue Juan Fernando Quintero, quien se consagró como el héroe de la noche y marcó el gol más importante de River.

El fútbol sigue siendo pasión familiar, cuestión barrial. Ya no es un deporte que se juega sobre la hierba y se escucha por la radio, es un gran programa de televisión de mucha audiencia.

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