Atraso vial en el suroccidente colombiano

Atraso vial en el suroccidente colombiano

La mayoría de grandes inversiones en esta materia se han dado en el centro del país, los llanos orientales, el eje cafetero y la costa atlántica

Por: Leandro Felipe Solarte Nates
marzo 19, 2021
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Atraso vial en el suroccidente colombiano

Con la violencia generada en el narcotráfico afectando directamente a las incomunicadas regiones montañosas y costeras de los departamentos de Nariño, Cauca y Valle, aún sin definir la suerte del contrato de construcción de la doble calzada Quilichao-Popayán, la asamblea departamental de Nariño, acaba de manifestar su decepción por las limitadas especificaciones técnicas, sin proyección internacional, de la vía Popayan-Pasto, que en los 271 km de trayecto a intervenir, solo contempla la construcción de 24 km de doble calzada, 82 km de vía nueva en calzada sencilla, 14 km de rehabilitación, y en general mejoramiento de 220 km y la construcción de 9 túneles.

Esta situación refleja el trato de segunda que los últimos gobiernos han dado al sur del país concentrando la mayoría de grandes inversiones viales en otras regiones como el centro, los Llanos orientales, Antioquia y el antiguo Eje cafetero y la costa atlántica.

Aunque el Valle del Cauca ha sido mejor tratado por bogotanos y paisas que han gobernado el país, sorprende que no hayan logrado construir la doble calzada a Buenaventura, ni el ferrocarril del Pacífico, ni que entiendan la importancia para potenciar  su desarrollo económico, de acercar más a fuentes de alimentos, materias primas y mercados para sus productos, como lo son  el Cauca, Nariño y el Ecuador.

También sobresale la cortedad de miras y visión parroquial de la clase dirigente vallecaucana que solo piensa en su departamento y no en la región, olvidándose de liderar a la bancada parlamentaria, gobernantes, gremios y organizaciones comunitarias del suroccidente, para lograr que Planeación Nacional y el alto gobierno, financien proyectos esenciales como las vías arterias que actualmente están paralizadas, sin que presionen a los contratistas para que las ejecuten según los tiempos y especificaciones técnicas acordadas.

Da berraquera ver cómo en el gobierno de Santos parejas sentimentales como las exministras de educación e infraestructura entre sábanas definieron la construcción del ramal Ocaña-Gamarra, desprendido de la ruta del sol II, simplemente porque favorecía los intereses económicos de la familia Parody, destinando alegremente más de un billón de pesos para financiarla con el agravante de estar untada en el escándalo de los sobornos de Odebrecht.

Hace un año viajé hacia el Ecuador y en el trayecto Popayán-Pasto me convencí de que en materia vial, a lo largo de la carretera Panamericana, el departamento del Cauca es el culo cagado del mapa de Colombia y no solo por el pésimo estado de la mayoría de tramos, especialmente los que limitan con el departamento de Nariño, llenos de huecos y sin señales.

También al recordar la desidia de las llamadas “fuerzas vivas” que más vale parecen “muertas”, que sin chistar, durante más de 5 años, se tragaron las mentiras que los contratistas de Nuevo Cauca, con su mejor tropilla de abogados que de ingenieros, les metieron sobre las verdaderas causas de la demora de cinco años en iniciar la construcción de la doble calzada Quilichao-Popayan.

Ya se sabe que los problemas internos entre familiares socios de la empresa, las consecuencias legales y financieras de estar implicados en los sobornos de Odebrecht y la iliquidez financiera son causas más poderosas que las licencias ambientales y los acuerdos con las comunidades ubicadas a lo largo del trayecto.

Para que el inicio de la obra no se retrase otros cinco años, es más conveniente que la empresa Nuevo Cauca ceda el contrato, tal como acaba de hacerlo con el de la obra Santa Ana-Neiva-Mocoa, previa autorización de la licencia ambiental por parte de la ANLA.

Decretar la caducidad del contrato para abrir nueva licitación, como en reciente columna de prensa lo recomendó el exvicepresidente Germán Vargas Lleras, sería garantizar que se convierta en otra “carretera de la eternidad”,  pues tocaría tramitar nuevas licencias y negociaciones de predios con nuevos propietarios y comunidades, mientras el parque y el tráfico automotor cada vez más crecen congestionando la estrecha vía actual.

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