Asociación Colombiana de Actores: planetas descarrilados

Asociación Colombiana de Actores: planetas descarrilados

Opinión del actor colombiano Rodrigo Vélez: 'Me parece que la discusión que quiere sostener la ACA es provinciana'

Por: Rodrigo Vélez Ángel
junio 23, 2016
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Asociación Colombiana de Actores: planetas descarrilados

En 2010, alguien me decía que le preocupaba que los actores naturales estuvieran ocupando el lugar de nosotros, los profesionales (es decir, con diploma). Cuando intentó que apoyara esa idea, respondí que eso no me preocupaba: '¿por qué me iba a preocupar, le dije, si ni siquiera había suficientes películas ni para unos ni para otros?' Esa persona hoy engorda las filas de actores y actrices que salen en televisión, por lo que confirmé que no estaba hablando tanto de arte como de afán de reconocimiento.

Me parece que la discusión que quiere sostener ACA (Asociación Colombiana de Actores) es tan provinciana. Y la ley del actor donde exigen, sin merecerlo, un 90% en la participación del cine producido con fondos nacionales ronda Actualidad Panamericana. Cómo se ve que los capos de la actuación, que tienen más partes que Parque jurásico, quieren aplicar a la producción cinematográfica la lógica de la producción de buñuelos. No es discutible que la actuación sea un medio de subsistencia, pues creo que en su caso ha sido más un fin. Si es un medio de subsistencia, ¿cómo ha subsistido el teatro cuando la televisión todavía era impensable?: el argumento, pues, es baladí, y se ríen desde Tebas hasta Bogotá.

Yo creo que el cheque es corrosivo, y los que así lo entienden me parecen más sensatos. Actores que interpretaron cantantes dijeron que esos espíritus ya ligeros los poseían cuando actuaban, y habrían dicho lo mismo si hubieran interpretado un transformer. Si los actores de la televisión hubieran estado preocupados por el arte nacional y el actor nacional, también se habrían preocupado por el contenido de los medios privados nacionales a los que ellos, sin un mínimo de rechazo, han contribuido para el empobrecimiento de mi país. La televisión privada fue capaz de hacerle una telenovela a Diomedes Díaz y no la tuvo difícil: ni las actrices se solidarizaron en su condición de mujeres con Doris Adriana Niño ni los actores, que hoy se piensan como agremiación. El cheque, nuevamente, fue corrosivo.

No esperaba yo que este gremio de espaldas a la realidad nacional quisiera ahora corroer el cine. El cine, financiado estatalmente, quieren cuestionarlo con un inmeditado punto de vista moralizante. (No se preocupan por el arte –hacen televisión– y quieren posicionarse como curadores de la interpretación –en el cine.) ¿Cuál de los artículos que impulsaron protege los significados profundos de la cultura colombiana, hecho que sí está presente en el reciente cine? ¿En cuál podemos leer su fuero ético donde se exija al Estado proteger al país de los contenidos que nos imponen los canales privados de los que ustedes mismos, cuando se secó la vaca, quieren protegerse? Frente a eso son fríos. Si ese punto lo hubieran acentuado, intentaría creer en una auténtica preocupación de su parte, y aun así su exigencia sería un pensamiento descarrilado. Para Edipo (y aquí me quedo sin público porque empiezo a hablar sólo a los dos o tres que lo conocen) su palabra, que era forma jurídica, fue su condenación. Con ese artículo están haciendo un ridículo que ya le pesa a ese gremio, como un embarazo de 24 horas. Edipo, por su lado, se quedó ciego. Su visión, como gremio, frente al cine, cuando más lejos llega, alcanza la visión de un topo.

Cuando la ACA más lejos llega en el tema de patrimonio cultural, su artículo se basa en la protección de los derechos laborales y la consolidación cultural que de allí se desprende y nada más: cuerpos vestidos de narco y esposas histéricas de exfutbolistas: eso es lo que entienden por patrimonio cultural. Separan el derecho laboral del territorio donde laboran.

La exigencia que quieren hacer al cine está bien para la televisión, pues no es un secreto que la mayoría de los actores allí se han formado actoralmente entre el spa y el gimnasio, y sin embargo la televisión no empeora. Me pregunto cómo irán a aplicar esta ley a los reallity shows donde el insumo de bobada sentimental viene de una producción que garantiza una total novatada de parte de los seres humanos que allí exhiben.

Ahora bien, ¿por qué esta curiosa ley de restricción no aplica a menores de 18 años, y no de 12, como quieren hacerlo en los Estatutos de la Asociación Colombiana de Actores , o de 6 ó 3 años, edad en que se podría alegar uso de razón y que, por lo tanto, ya sabe el niño lo que quiere, si hay actores de 13 años que han demostrado más sensibilidad que extranjeros y nacionales de 48 años [Cap. III Artículo 6]?

¡Le tendremos que decir a Víctor Gaviria que nos disculpe pero que no es un asunto personal contra su cine! Para irnos acostumbrando tendremos que imaginar a Marlon Moreno como acordeonero en Los viajes del viento mascando chicle y a Óscar Borda protagonizando Siembra, con lo cual el acordeonero parecerá narco que huye de la ley y Siembra parecerá En busca del destino. Asumen todavía algo más freak: proponen un Comité de Acreditación Actoral que decidirá si una producción cinematográfica realmente urge de actores naturales. ¿Con qué criterio? ¿El mismo con que formularon este penoso artículo?

La agremiación se constituye tan poco nacional que hacen esta pobre exigencia:

Artículo 27 [capítulo III]. Cuotas de dramatizados en la televisión nacional. Debe garantizarse al menos un 20% [¡20%!] de dramatizados, series o producciones que requieran para su realización de actores y actrices, en la programación de la televisión colombiana, tanto pública como privada, del nivel nacional o territorial.

Eso no es una exigencia, es una súplica. Con éste artículo 27 se están demostrando a ustedes mismos lo tibios que sí son frente a las cadenas privadas.

Lo demás: las regalías, la pensión, los derechos de imagen, el privilegio frente a extranjeros, es otro tema. Hacer valer la televisión como medio de subsistencia no debe sino entrar en una lógica de mercado: la televisión no es arte, ni una auténtica pasión; parecen artistas, no más, y ese es el espejismo que la televisión vende. Que ahora quieran desentenderlo y empiecen a meterse contra el cine es rastrero con la gente que sí está haciendo las cosas bien.

Cuando un actor no puede subsistir de la actuación, da clases en un colegio. Consideren esa opción y maduren parejamente con el cine.

*Actor profesional titulado por la Universidad del Valle, estudiante de Maestría en Literatura de la Universidad del Valle y Maestría en Dramaturgia de Buenos Aires. Protagonista de las películas colombianas El vuelco del cangrejo, de Óscar Ruiz Navia, y Violencia, de Jorge Forero.

 

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