El presente, acaso, sea una extraña forma del pasado con la que el tiempo parece darnos el santo y seña para entrar al futuro. La resistencia contra el olvido es ya un legado presente del paso del ministro Juan David Correa por esta pequeña gran ínsula de lo público.
El ministro no solo dirigió un ministerio, sino que lo convirtió en una casa de historias, un refugio para la memoria y un espejo donde el país pudo mirarse sin miedo al olvido.
De su mano, todos fuimos aún más conscientes de que la cultura no es un adorno, sino una brújula en la tormenta. Fuimos conscientes de que la literatura, el arte y la memoria de los pueblos nos sostienen aun cuando el barro amenaza con sepultarnos.
Su paso por este Ministerio ha sido un conjuro contra la desaparición de las voces de los olvidados y de esas culturas constantemente amenazadas por la ceniza, la lluvia y el silencio.

Algunos decían "lo público no se debe editar” y, sin embargo, de su mano, ministro, la revista Gaceta tuvo su tercera oportunidad sobre esta tierra; con su decidido apoyo, el grito de La vorágine resuena aún más vigente en la espesa selva de nuestra identidad. Esos y tantos más logros son los que su gestión ha legado a nuestro país cultural.
«En cuestiones de cultura y de saber –decimos hoy con Machado- solo se pierde lo que se guarda; solo se gana lo que se da». Y con usted, señor ministro, las culturas nada se guardaron, las culturas se hicieron todas comunes, se entendieron todas colombianas.
Gracias, ministro. Gracias por recordarnos que la cultura es la forma más efectiva y luminosa de no olvidar.
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