Antes y después del papel

Antes y después del papel

Este material, usado en tareas cotidianas y que ha permitido la transmisión del conocimiento y las memorias humanas, tiene una historia que vale la pena conocer

Por: ismael suárez_córdoba -
agosto 19, 2021
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Antes y después del papel
Foto: Pixabay

Cuando el hombre quiso entenderse por medio de inscripciones, modo específicamente humano de conservar y transmitir información, tuvo que recorrer un largo camino hasta llegar al descubrimiento de un soporte idóneo, que mediante un lenguaje gráfico (signos, trazados, grabados) facilitara el expresar de sus ideas y conocimientos.

Este lenguaje equiparó civilización con alfabetización y escritura con conocimiento, perfeccionándose como proceso interpretativo desde los símbolos como los jeroglíficos hasta los que representan sonidos como el alfabeto. Esto mediante la utilización de soportes que en principio fueron la piedra, la madera, los metales, la cera o la arcilla y aprovechando fragmentos de hueso, hierro, bronce, para grabar o borrar los signos.

Encontró así, después de cientos de años, materiales más apropiados, como el papiro, el pergamino y, finalmente, el papel. El vocablo papel (papyrus en latín) hace alusión a la planta egipcia Cyperus papirus, llamada thuf en el antiguo Egipto. Esta planta, de la familia de las Ciperáceas, se caracteriza por sus hojas largas, tallos blandos de parte inferior triangular y gruesa, cuyas hojas y capas estiradas a partir de la médula se ordenaban de manera transversal impregnadas de agua para prensarlas y secarlas posteriormente.

Así se obtenían láminas de manera cuadrada entre 12,5 x 12,5 cm y 22,5 x 37,5 cm, que se unían hasta formar rollos de 6 a 9 metros de longitud y que sirvieron como soporte de escritura a egipcios, griegos y romanos durante los 2.500 años (2000 a C. a 500 d. C.).

Tales láminas se fabricaron en China a partir de la seda y el lino, obteniendo un papel de baja calidad que solo era utilizado para envolturas. En el año 105 d. C., Tsai Lun, funcionario del emperador chino Ho Ti, creó por primera vez un papel a partir de una pasta vegetal formada por fibras de caña de bambú y otras plantas, dando origen al papel de escritura. Técnica de elaboración del papel que durante los siguientes 500 años guardaron celosamente los chinos y que en el año 600 d. C. llegó a Corea y Japón (gracias al monje budista Dam Jing), países en los cuales se comenzó a fabricar de manera manual, de acuerdo a la tradición.

De esta manera se perfeccionó paulatinamente en Japón el sistema de elaboración, surgiendo el método Washi (和紙), Kozo para grabado, Gampi y Mitsumata para diversos usos, a partir de la corteza del árbol de morera probablemente la más fuerte de todas las fibras empleadas en la fabricación de papeles.

Árbol morus alba, nativo de Persia (Broussonetia papyrifera), de tronco recto cuyas hojas sirven de alimento al gusano de seda, pero de savia tóxica muy resistente a los daños causados por los insectos. Con el que se logra un papel dimensionalmente estable, de alto poder de absorción y que suele tener una larga vida útil, ya que no se deforma con el uso y se mantiene firme incluso cuando se arruga o se dobla.

Este material es muy resistente y de extrema ligereza, no se decolora ni se vuelve quebradizo con el tiempo, y está presente en todos los talleres del mundo dedicados a la restauración o reintegración de documentos; utilizado en el oriente en artes tradicionales (origami o papiroflexia, shodō o caligrafía, ukiyo-e o pintura xilográfica) y en varios productos de la vida diaria (ropa, lámparas, adornos, juguetes). El sistema de elaboración del papel Washi japonés fue designado por la Unesco como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad en noviembre de 2014.

Los conocimientos generales para la fabricación del papel se transmitieron en el año 650 d. C., por medio de Asia Central (antiguamente conocida como Turkestán), al Tíbet y a la India. Familiarizándose los árabes musulmanes con el proceso de producción del papel de escritura durante los comienzos de la expansión del islam de mediados del siglo VII (Mesopotamia, Persia, Siria, Palestina, Egipto, península ibérica).

Así se construyeron los molinos de papel en Bagdad, Damasco, El Cairo, Marruecos y Sicilia, y al no disponer por ese entonces de fibras vegetales frescas, extrajeron materia prima de alfombras o de zarandas hechas de caña para fabricar hojas de papel delgadas y de apariencia fina recubiertas con pasta de almidón. Los árabes posteriormente introdujeron el proceso en Europa, por España e Italia, siendo evidente que la posesión del conocimiento de fabricación del papel fomentó en el imperio islámico su esplendor cultural de los siglos VIII a XII (instrucción pública, erudición, literatura), llegando a tener el califato omeya de Córdoba (antigua capital de la Hispania romana del siglo II a. C.) 40.000 libros de consulta en su biblioteca.

Las técnicas árabes de fabricación del papel aportaron al proceso la utilización de energía hidráulica, el blanqueo de las fibras con cal, el encolado con goma arábiga (o engrudo de almidón), el perfeccionamiento de su formación y la utilización de materias primas como el ramio, el lino y el cáñamo. La primera fábrica se estableció en Europa cerca del año 1150 (en Játiva, provincia valenciana de España) y a mediados del siglo XV se extendió la técnica de fabricación a la mayoría de países europeos.

Su proceso requería una gran cantidad de energía mecánica, de forma que en la localidad italiana de Fabriano usaban para producir papel de dibujo (acuarela, carboncillo, óleo), las «aguas bravas», rápidos o correderas de ríos de las montañas, para activar unos martillos gigantes y así poder macerar las hilachas de tela de algodón. Papeleros de Fabriano que también introdujeron al proceso importantes innovaciones, entre ellas: el encolado de hojas con gelatina animal, como aditivo contra insectos y la invención de 'marcas de agua' como sistema de autenticación de documentos, por medio del 'afiligranado' del papel con finos hilos metálicos.

Este material, con el invento de la imprenta de tipos móviles* (método mecánico de Johannes Gutenberg / 1440), facilitó la circulación de libros a más bajo costo y requirió el uso de mayores volúmenes de papel, motivando tal escasez de telas y trapos que los recolectores recorrían los campos de batalla para quitarles los uniformes a los muertos. Puesto que antes de la aparición del papel los europeos solo utilizaban el pergamino (producido a partir de delgadas capas de piel de vaca, oveja o cabra) para escribir con un instrumento afilado hecho de caña de junco o de pluma de ave, impregnado de tinta (de un tintero denominado theca calamaría) con la que fijaban la escritura sobre este material. Una carta árabe que data del año 806, conservada en Holanda en la Biblioteca Universitaria de Leyden, fue el primer ejemplar de papel escrito a mano.

Esos métodos de producción del papel fueron introducidos en el continente americano por los españoles cerca de la ciudad de México y alrededor de 1580. Material que, sin embargo, ya era conocido por la civilización Maya, quienes utilizaban una especie de sustrato suave a partir de la corteza de árboles de higo, de mora o de la planta de ágabe mediante técnicas aún empleadas por indígenas del sureste de México. Papel que, con el desarrollo de la alfabetización en Europa, requirió que los fabricantes del material mejoraran los mecanismos de producción.

Los esfuerzos que convergerían hacia el perfeccionamiento de máquinas**, técnicas de fabricación, renovación de materiales y disminución de tiempos de producción, de un material como el papel que permitió la mecanización de la escritura, contribuyeron significativamente a la evolución de diversos campos de la actividad humana.

-Notas al texto

* Imprenta que es una técnica de reproducción de textos e imágenes, cuyos antecedentes se remontan a la época de los sumerios (años 3500 a 2000 a.C.), con tallados en piedras y el uso de sellos cilíndricos y de arcilla blanda. Realizándose también en la cultura china reproducciones de signos y frases cortas con tinta presionada sobre bloques de madera (xilografía); e igualmente por parte de monjes budistas (año 893), que impregnaban tallas de color en sedas y trapos. Siendo el holandés Laurens Coster, el primero en utilizar libros móviles hechos de madera. Arcillas con formas en negativo y bases de diferentes tipos de metal, que hicieron posible los avances de la técnica tipográfica de impresión de Gutenberg con moldes de letras en plomo fundido y planchas de cobre (avance que permitió la creación de 48 ejemplares de una biblia de 42 líneas).

Invención sin la que aún estaríamos reproduciendo los libros a mano, como hacían los copistas medievales, por medio de tablillas talladas sobre papeles hechos a mano. Creándose en 1822 la imprenta litográfica, proceso de impresión en plano con placas de piedra caliza humedecidas con agua, que reemplazó la composición manual con tipos de plomo y los tipos de pigmentos utilizados. Adelanto que permitió impresiones de tricromías y de grabados de formas en relieve, con máquinas automatizadas de puntos y de mayores velocidades, facilitando la impresión y divulgación de millares de textos, y la conservación de conocimientos de diversas culturas.

** La primera máquina automatizada para la fabricación del papel fue diseñada por Nicholas Louis Robert, como empleado del taller Didot en Francia, a principios del siglo XIX (molino patentado en 1801 por su cuñado John Gemble), cuyo desarrollo y construcción en Inglaterra fue financiado por Henry y Seale Fourdrinier.  Para principios del siglo XVIII el papel en Europa era tan barato, que se utilizó para imprimir el primer periódico del mundo de circulación diaria (The Daily Courant de Londres publicado en 1702).

Hacia 1817 M Treverton, vendió en Londres la primera caja de cartón plegadizo, elaborada a partir de un tipo de papel más pesado (cartulina). Y ya sobre 1871, Albert L. Jones, se le ocurrió hacer estrías o resaltos de forma regular sobre el papel (corrugar), a fin de asegurar su inmovilidad y amortiguar los golpes durante el transporte, logrando evitar las frecuentes roturas de los envases de sus perfumes.

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