Álvaro Uribe se pastraniza
Opinión

Álvaro Uribe se pastraniza

La última jugada de ir en compañía de Andrés Pastrana a hablar con el presidente de los Estados Unidos no puede sino calificarse de que se ‘pastranizó’

Por:
abril 19, 2017
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Dice el Diccionario de la Real Academia de la Lengua: ‘Pastrana. Dicese de lo burdo o mal hecho. Mentira fabulosa, patraña.

En esta época de la ‘posverdad’, que podría ser definida como una mentira convertida en aparente verdad mediante su divulgación en los medios (para unos en los convencionales, para otros en las redes sociales), es fácil caer en la tentación del ‘pastranismo’, de coger el camino de las cosas mal hechas o de las grandes mentiras.

El presidente Álvaro Uribe cometió ahora la torpeza de asociarse con quien puede adaptarse más a esa definición de la lengua castellana.

La última jugada de ir en compañía de Andrés Pastrana a hablar con el presidente de los Estados Unidos no puede sino calificarse de que se ‘pastranizó’, pero sobre todo en ese sentido.

No se sabe qué esperaban o cuánto admiran a quien hoy es motivo de inquietud mundial, ni por qué el interés en dar a conocer tal contacto. Pero la imagen que logran proyectar es la del hijo que va donde el papá a pedir ayuda, o la del sapo de la clase que denuncia a sus condiscipulos. O, dada la naturaleza de Trump, no faltaron quienes lo interpretaron como ‘Dios los crea y ellos se juntan’.

Pero la calificación de torpeza no debe ocultar la verdadera dimensión de lo que esa acción significa. Porque una entrevista de dos exmandatarios de un país con un presidente en ejercicio de otro no puede ser visto como un acto personal sin significado respecto a las relaciones entre los dos países.

 

Una entrevista de dos exmandatarios de un país con un presidente en ejercicio de otro
no puede ser visto como un acto personal
sin significado respecto a las relaciones entre los dos países

 

Y menos cuando estos mandatarios representan la oposición al gobierno en ejercicio. Basta recordar el escándalo cuando Santos recibió al jefe de la oposición venezolana; o la sanción y bulling que cayó sobre Piedad Córdoba por decir que debería hacerse algo para acabar con el Gobierno amigo de las motosierras y los falsos positivos  (y eso sin que tuvieran la investidura de ex Jefe de Estado).

Dos interpretaciones se presentan: o el presidente de Estados Unidos se alinea con la oposición al gobierno colombiano y con los argumentos de esta contra el proceso de paz, y fue él a través de Mario Rubio quien aceptó o propició dicho encuentro, y entonces la influencia de la derecha colombiana en la derecha americana es tan grande que el recibir a estos expresidentes es más prioritario que recibir la jefe actual del gobierno quien solo hasta junio tendrá cita con el Sr. Trump. (Esto según la versión ‘pastranista’ o de Andrés Pastrana).

O, como parece ser, nuestra prensa decidió hacer más noticia de lo que en realidad sucedió y convirtió un encuentro casual en lo que tendría un significado de mucha más trascendencia; el síndrome de la ‘chiva’ o de la ‘primicia’ habría producido un engaño o un hecho que nunca existió. O como lo dice la Casa Blanca: siendo invitados por un miembro del Club ‘hubo una breve conversación y un apretón de manos’.

Pero sea lo uno o lo otro, lo cierto es que Andrés Pastrana lo presentó como un interés del presidente Trump en el tema colombiano y más correctamente en tener contacto con quienes representan el cuestionamiento al Acuerdo de Paz.

Y Álvaro Uribe, quien no deja que pase media hora de cualquier acontecimiento o declaración en el país sin emitir un tuit, no ha mencionado aún cual fue la realidad de tal encuentro. Ha preferido vivir de esa ‘mentira fabulosa’, de esa patraña. Eso solo con el fin de hacer daño, de beneficiarse dejando que se crea que en verdad lo que él objeta a lo logrado en La Habana sería un tema de conversación con el presidente americano.

No contento con esa ambigüedad, la complementa con una carta al Congreso Americano que puede ser lo más cercano a un delito de lesa patria, de no ser justamente por lo burdo.

Más burdo aún que se pretenda que quien es legitimado para calificar ese eventual encuentro sea ni más ni menos que el destituido exprocurador Ordóñez.

Queda uno sin saber que está peor (o es peor), si Ándrés Pastrana mismo, la prensa por el síndrome de buscar el rating, o este nuevo aspecto de Álvaro Uribe.

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