Aguinaldos
Opinión

Aguinaldos

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diciembre 15, 2014
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Para mí, la palabra “aguinaldos” fue, primero, la forma como mi abuela paisa le decía a los regalos de navidad.

Más adelante los aguinaldos fueron juegos que se jugaban en diciembre, como pajita en boca, al si y al no o el más osado beso robado; en los que se hacían apuestas. Me demoré en entender que uno apostaba “el aguinaldo” y que por eso el juego se llamaba así... Muy por esta época me enteré también de que el nombre completo de la “Novena” —fácilmente una de mis celebraciones favoritas en el mundo porque qué mejor combinación que comer y cantar con familia y amigos— era “La novena de aguinaldos”. Y fue hace unos días, pensando en esta columna, que me enteré de que la novena la creó un Fray quiteño como en 1730 y de que, según la RAE puede que la palabra venga de la expresión en latín hoc in anno: “En este año”.

¿Qué decir del año 2014 (mío)? ¡Que pasó volando! Sobre todo esta segunda mitad se deslizó como el pedazo final de una montaña rusa. De repente heme aquí, otra vez, oyendo pólvora, con la gripa que siempre me da en diciembre y evita que mis propósitos deportivos de “vacaciones” se ejecuten en su totalidad y pensando, de nuevo, en el año que pasó y en el que viene. Y, claro, querría que algunas cosas hubieran pasado de manera distinta, que otras no hubieran pasado y que otras hubieran pasado (aunque, para esas, tenemos todavía dos semanas mal contadas, pilas pues).

Pero creo que  la mejor manera de honrar el pasado es aprender de él para el presente (porque el futuro es como indeterminado) y en el 2014 aprendí muchas cosas, no sé si todas nuevas pero a lo mejor, entonces, fue un año productivo. Y así, como este año estuve bien analítica aquí, cerrémoslo igual. Va mi lista de cosas que aprendí hoc in anno y que son, también, metas para el 2015:

Siete cosas que aprendí (y que son publicables)
porque siete es mi número favorito:

Uno. Que a los amigos hay que cuidarlos. Ya no vemos clases juntos, ni nos encontramos en la cafetería. Casi como ir al dentista una vez al año, hay que estar pendiente un poquito por WhatsApp pero hay que agarrar el teléfono y llamar y salir a dar una vuelta juntos. Pasa igual con la familia.

Dos. Que dormir y hacer ejercicio si es importante. Porque es sano, sí, pero porque descansar es de-li-cio-so, y porque, como los niños en recreo, salir y correr un rato también.

Tres. Que decir la verdad es más fácil y más práctico de lo que parece. Creo que, sobre todo las mujeres —o bueno, yo— tiendo a subestimar mis verdades y a elaborar historias un poco complicadas para explicar por qué voy o quiero hacer alguna cosa. La gente es más comprensiva de lo que parece y la honestidad crea una coartada inigualable, no tiene quiebre. Y si al interlocutor no entiende mi verdad pues, buena suerte, a lo mejor es un interlocutor al que no vale la pena convencer.

Cuatro. La vida es ahora. Suena a cita de Pinterest (otro descubrimiento del año que amo) pero sí, ya no es “cuando me gradúe” o “cuando sea grande”. Todavía me queda un montón por crecer, pero las cosas que quiero hacer más vale ir haciéndolas. No se trata de que Mark Zuckenberg o Hilary Hahn ya eran superestrellas a mi edad, sino de que ya soy yo, porque ajá.

Quinto. Nadie tiene la respuesta correcta. Toca ser valiente y jugársela por alguna. También porque nadie sabe bien, no se necesita la aprobación de todo el mundo. En el peor de los casos, casi todos los caminos tienen bifurcaciones o casi siempre se puede echar reversa un poquito. Descubrir que incluso los ya “adultísimos” dudan (creo), puede ser parte de crecer.

Sexto. Es importante plantarse y asumir una posición en las cosas. Yo odio las controversias y por eso escondo mis opiniones. Pero poco peor que la falta de carácter. Mejor equivocada que tibia.

Séptimo. Lo peor, lo peor es estar demasiado ocupada. Demasiado ocupada para reírse, para salir a almorzar, para escuchar una historia. Es (creo) peor que llegar un poco tarde. Y de manera equivalente, lo mejor (el mejor regalo, lo que más le agradezco a unas personas este año) es tener tiempo para dedicarle a alguien.

Esas son mis 7. Ahora los buenos deseos:

Volviendo a aguinaldos contemporáneos, ojalá que a todos el Niño les traiga el regalo prometido, que canten y coman mucho y muy rico con gente que quieren y, por qué no, que jueguen beso robado y les ganen.

 

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