¿A dónde va el paro nacional del 3 de marzo?

¿A dónde va el paro nacional del 3 de marzo?

Si bien es cierto que hay condiciones socioeconómicas objetivas para llamar a un paro, también lo es que lo prioritario es pasar a la ofensiva electoral

Por: Tiberio Gutiérrez Echeverri
febrero 23, 2022
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¿A dónde va el paro nacional del 3 de marzo?
Foto: Leoner Cordero

El Comité Nacional de Paro ha llamado a los trabajadores y a la ciudadanía en general a una protesta nacional para el día tres de marzo, seguramente motivado por el creciente deterioro de las condiciones de la calidad de vida de las mayorías populares y de las llamadas clases medias, como el alto costo de la vida, el desempleo, la violencia, la informalidad, la inseguridad, la pobreza, la desigualdad, las masacres, los asesinatos, la corrupción; elementos que tienen su expresión en un 85 % de colombianos que piensan que todo va de mal en peor, y un 73 % que desaprueba la gestión del Gobierno en todos los campos; con las alarmas prendidas por el defensor del pueblo sobre el alto riesgo de fraude electoral en las próximas elecciones con la utilización del desmonte de la ley de garantías electorales, la compra de votos y los trámites fraudulentos de la Registraduría el día de las elecciones y en el desarrollo de los escrutinios electorales.

Es innegable la descomposición democrática, ética y moral del régimen político, especialmente del gobierno del presidente Duque y de sus clases dominantes, a tal punto que parecería que en estos momentos no quedara otro camino que llamar a la protesta nacional, a la desobediencia civil, sin calibrar las consecuencias que podría traer este llamado, y sin medir a que corriente política le podría servir en estos momentos, a diez días de elecciones para Congreso y para las consultas de las coaliciones presidenciales, los posibles desbordamientos de fanáticos infiltrados en las manifestaciones de masas, y de la respuesta provocadora y homicida de la policía del Esmad y de los cuerpos de inteligencia del Estado, si es que supuestamente existen las condiciones psicológicas, de estado de ánimo, de organización y de unidad para participar en una eventual protesta nacional de masas.

En esta coyuntura política, cuando las fuerzas progresistas del cambio tienen la iniciativa electoral, cuando existe la posibilidad real de ganar la presidencia de la República con el Pacto Histórico según las encuestas y las manifestaciones de masas en las plazas públicas, en un hecho nunca antes visto en la historia reciente del país; cuando la ultraderecha del Equipo Colombia y los sectores vacilantes del Centro Esperanza no han podido ponerse de acuerdo para seguir gobernando como antes, viene el Comando Nacional de Paro y propone una protesta nacional para el 3 de marzo, a diez días de las elecciones del 13 de marzo, cuya consigna de lucha y propósitos concretos están consignados, supuestamente, contra el estado de cosas descrito anteriormente.

No obstante, piensa uno que, después de un análisis objetivo y multilateral de la situación política, del nivel de la conciencia, de organización y de unidad del movimiento popular, de la capacidad de la burguesía para sostenerse en el poder, después de un análisis profundo de la situación, se haya concluido que existen las condiciones objetivas y subjetivas para sabotear las elecciones y tomar el poder político de los trabajadores mediante la insurrección popular.

Una manera muy particular de combinar las diferentes formas de lucha de masas, de tal modo que, en esta coyuntura, le pueden estar sirviendo objetivamente a la oligarquía dominante para justificar ante la opinión pública el gastado argumento del principio de autoridad, y de la necesidad de un gobierno autoritario para salvar la democracia, la libertad de empresa, la propiedad privada, la familia cristiana, y los valores individualistas del capitalismo neoliberal, de los “sectores extremistas que componen el Pacto Histórico”.

Las corrientes del Comité de Paro que tomaron la decisión de llamar a la protesta nacional parece que están divorciadas de la realidad política del país, pues no tuvieron en cuenta el balance político del momento electoral que estamos viviendo, donde lleva la iniciativa el movimiento progresista y democrático del Pacto Histórico, ni mucho menos comprenden la dialéctica de la combinación acertada de las diferentes formas de la lucha de masas, desconociendo las prioridades del momento que ahora asume la forma de lucha electoral.

Si bien es cierto que hay condiciones sociales y económicas objetivas para llamar a un paro nacional, también es cierto que lo prioritario en estos momentos para el movimiento democrático es pasar a la ofensiva electoral; de la resistencia de la oposición democrática a la alternativa de un nuevo poder popular.

Y esa alternativa real existe en la actualidad de una manera tan ostensible que las vacas sagradas del establecimiento están llamando desesperadas a “cuidar la democracia” en las elecciones del 13 marzo, contra “la corriente extremista que puede llegar a tomarse el Congreso de la República y destruir la institucionalidad democrática”.

Entonces flaco servicio le está prestando el Comité Nacional de Paro a los trabajadores colombianos llamándolos a una protesta nacional con las posibilidades de que sea aprovechada por las corrientes reaccionarias para sembrar el caos con los saboteadores profesionales del establecimiento, aprovechando la situación para pescar en río revuelto, justificando la violencia y los atropellos contra los manifestantes por parte del Gobierno, y culpando de los desmanes, los lesionados, las mujeres violadas, los muertos, los desaparecidos, y hasta de la inflación y de los altos precios de los productos esenciales de la canasta familiar, a la coalición política del Pacto Histórico que en estos momentos se a presta a pasar de la resistencia de la oposición democrática a la alternativa de un gobierno popular.

Esto es lo que no han comprendido los “dirigentes de los trabajadores”, que, con su actitud extemporánea y fuera de contexto, le llevan agua al molino de la contrarrevolución; al establecimiento fascista, violento y paramilitar que se dispone a tomar el poder en las próximas elecciones utilizando todos los medios de lucha a su alcance, con tal de sostener los privilegios de su régimen político.

De lo que se trata, si es que en verdad asumimos la defensa de los trabajadores, es de comprender el marco de la situación política, la correlación de fuerzas de clase, y consecuentemente, asumir la acumulación de fuerzas para poder tener la capacidad de sostener y defender el eventual gobierno democrático y popular de la arremetida desesperada de la clase dominante.

La verdad es que desde la rebelión popular de masas, de abril y mayo de 2021, el Comité Nacional de Paro no ha tenido una respuesta significativa de los trabajadores a sus llamados a la protesta popular, y esperamos que ahora, en estas condiciones políticas concretas, la indignación y la rabia contenida de la gente del común se exprese masivamente con el voto de las mayorías por un nuevo poder para los cambios democráticos.

De tal manera que, parodiando el refrán popular, “el paro no está para cucharas”, ni para estar jugando al escondite ni y a las escaramuzas temerarias sin perspectiva política inmediata, sino para construir la unidad de masas hacia la conquista y defensa de un gobierno de transición hacia la democracia popular.

Precisamente el pliego de peticiones presentado por el Comité Nacional de Paro al gobierno del presidente Duque tiene que ver con las prioridades de las líneas programáticas del Pacto Histórico, y por lo tanto debemos trabajar por un gobierno que haga posible llevar a efecto estas peticiones. El llamado a un paro nacional en estos momentos y en estas circunstancias políticas es un desenfoque de la realidad, que no conduciría sino a resultados contraproducentes para los cambios democráticos y en beneficio de los sectores reaccionarios del país, que quieren perpetuarse en el poder para seguir defendiendo sus privilegios de siempre.

No es descartable que ahora se pueda repetir la situación de la protesta nacional de abril y mayo de 2021, cuando el Comité Nacional de Paro se vio desbordado por los hechos, en una situación sin salida, sin poder definir la consigna del momento, sin la iniciativa política ante el manejo demagógico del gobierno que terminó por ganar la partida no solo políticamente, sino también desde el punto de vista del control militar de grandes ciudades, con todas las consecuencias de pérdidas de vidas humanas, violación de mujeres, graves lesiones físicas a jóvenes manifestantes, deterioro de la infraestructura, y, sobre todo, con la posibilidad real de que estos hechos sean aprovechados por el desprestigiado gobierno del presidente Duque para montar la campaña presidencial de las corrientes reaccionarias en contra del avance progresivo de las tendencias democráticas.

Desde luego no nos estamos sujetando a una determinada forma de lucha política, en este caso concreto a la lucha electoral y parlamentaria, sino que tenemos presente el momento político y la correlación de fuerzas de clase, que son los que determinan la conducta a seguir, y pensamos que, en consecuencia, en esta situación es la lucha electoral, la campaña electoral, las elecciones al Congreso, las consultas de las coaliciones, y las elecciones presidenciales las que determinan el momento político y la forma principal de lucha de masas, frente a la cual no se debe desviar el enfoque principal de los sectores democráticos y revolucionarios.

Sería lo ideal poder manifestar la indignación y la impotencia mendicante ante tanta injusticia mediante una manifestación de masas multitudinaria contra el gobierno del presidente Duque; un paro total de la producción y de la movilidad en las grandes ciudades y en todo el territorio nacional por cuarenta y ocho horas, con pleno dominio de la disciplina de masas, una organización unitaria, consciente y activa de las mayorías participantes, lo cual sería una verdadera declaración política por un nuevo poder.

Pero en estos momentos no tenemos las condiciones para un nivel político de tal magnitud, de tal manera que lo importante es situarnos en la realidad concreta de la lucha de clases y coger el eslabón que arrastre la cadena de las rebeldías, que en este momento tiene que ver con la conquista de las mayorías en el Congreso de la República por parte del movimiento popular y democrático, venciendo la tendencia constante de la abstención electoral.

A no ser que se comparta la posición de algunos grupos abstencionistas y militaristas de “izquierda” que, con su accionar desconectado de la realidad política concreta le hacen el juego al bloque de poder de la oligarquía dominante.

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