A Álvaro Gómez lo mataron las Farc, no lo duden
Opinión

A Álvaro Gómez lo mataron las Farc, no lo duden

De todas las consideraciones que pudieron hacer las antiguas Farc antes de su reconocimiento, es seguro que la única que jamás imaginaron fue que pondrían en cuestión su verdad

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noviembre 13, 2020
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La muerte de Álvaro Gómez Hurtado terminó convertida en una novela. En ello ha jugado un papel determinante la actitud asumida por su familia, cuyo dolor y sentimiento de afrenta solo inspiran respeto y solidaridad. Aunque terminen en lecturas distorsionadas de la realidad, que solo ven tras el hecho conspiraciones desatadas en las alturas del poder, muy al estilo de su patriarca Laureano Gómez Castro. Igual azuza el uribismo.

El pasado tiene la virtud de enseñar a quienes desean aprender, por lo que vale recordar el asesinato del exboxeador, expolicía y exentrenador de boxeo de la misma institución, Francisco A. Pérez, más conocido como Mamatoco, a quien hallaron con 19 puñaladas en la espalda en un parque del barrio La Magdalena de Bogotá, el 15 de julio de 1943. Laureano Gómez, furioso e indiscutido jefe conservador, hizo de esa muerte un crimen de Estado.

El ambiente de entonces, momentos cruentos de la segunda guerra mundial, movía a pensar en conspiraciones internacionales de alemanes para tumbar gobiernos no proclives al nazismo. De hecho el gobierno de los Estados Unidos había advertido de eso un par de años atrás a su par colombiano, lo que le significó a Mamatoco, involucrado desafortunadamente en esos rumores, pasar una temporada en la cárcel, hasta ser puesto en libertad.

Su pecado era publicar un semanario titulado La voz del pueblo, que se dedicaba a defender los derechos de los policías, mal pagados, pesimamente alimentados y deficientemente dotados, hechos que Mamatoco atribuía a corrupción en las esferas de dirección de la institución y el propio gobierno. Sus publicaciones le ganaban las simpatías de los policías de baja graduación, pero a la vez le ganaban la animadversión de los altos mandos policiales.

Laureano, empeñado siempre en combatir al partido liberal y sus gobiernos, ordenó que el diario conservador El Siglo titulara a 8 columnas durante meses, a grandes letras, la pregunta ¿Quién mató a Mamatoco? Todas sus baterías se dirigían a hacer aparecer como responsable del crimen al Presidente liberal Alfonso López Pumarejo. Hubo versiones de que su hijo Alfonso había sido sorprendido en un amor prohibido con la mujer de un alto funcionario.

El supuesto policía que lo había descubierto dentro de un automóvil, podría haberle contado el hecho a Mamatoco, razón por la cual se habría ordenado su muerte para evitar el escándalo. El hecho de que el semanario de Mamatoco se dedicara a denunciar al gobierno y su policía por diferentes hechos, lo cual le daba carácter de opositor, así como que lo hiciera en un medio propio, lo cual lo hacía periodista, contribuyó a las encendidas acusaciones contra el Presidente.

López Pumarejo sería objeto de un golpe de Estado fallido un tiempo después, y finalmente se vio obligado a renunciar a su cargo un año antes de la terminación de su período. Pasos que llevarían al partido conservador a ocupar la Presidencia en las siguientes elecciones, en 1946. Es curioso que temas en cierta forma similares surgieran con relación al gobierno liberal de Ernesto Samper, embarbascado en el affaire de los dineros del narcotráfico en su campaña.

Conspiraciones, rumores de golpe, investigaciones judiciales en la cámara de representantes, supuestas conjuras en el alto gobierno para callar a sus adversarios, todo de algún modo resultaba propicio para que los herederos políticos y familiares del doctor Laureano, se empecinaran en una nueva cruzada, para responsabilizar al presidente indeseable y su ministro del Interior por el asesinato. Sin mencionar la jugosa reparación económica que puede derivar un crimen de Estado.

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Políticos y familiares del doctor Laureano se empecinaron en una nueva cruzada, para responsabilizar al presidente indeseable y su ministro del Interior por el asesinato

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Un presidente untado de dineros mafiosos se había aliado con los narcos para consumar el crimen. Levadura para hacer crecer el pan. Todo esto es lo que se ha venido al piso con el reconocimiento de responsabilidad por parte de las antiguas Farc. De manera sencilla han explicado el hecho, faltando su declaración completa ante la JEP y la CEV. Álvaro Gómez fue el directo responsable de la tesis de las repúblicas independientes que originó la operación Marquetalia.

Es decir el largo conflicto que ensangrentó a Colombia. Su muerte no fue un hecho aislado, algo que se le vino a la mente un día al Secretariado de las Farc. Había una guerra, con miles y miles de muertos y millones de desplazados. El paramilitarismo hacía de las suyas en el país. Solamente en 1995, el año en que cayó el doctor Gómez, fueron asesinados 35 dirigentes y militantes de la Unión Patriótica. Pocos en realidad entre el espantoso arrume de las víctimas casi anónimas.

De todas las consideraciones que pudieron hacer las antiguas Farc antes de su reconocimiento, es seguro que la única que jamás imaginaron fue que pondrían en cuestión su verdad. Hay que ver lo que pueden los odios de Uribe, Duque y otros contradictores políticos. Cuidado, esas astutas manipulaciones empujan a otra guerra fratricida.

 

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