A 30 años del autogolpe: así fue como Fujimori disolvió el Congreso

A 30 años del autogolpe: así fue como Fujimori disolvió el Congreso

En su reciente autobiografía 'La palabra del chino: el intruso', el mismo Fujimori reconstruye las condiciones que le facilitaron llegar y consolidarse en el poder

Por: Fredy Alexánder Chaverra Colorado
junio 13, 2022
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A 30 años del autogolpe: así fue como Fujimori disolvió el Congreso
Foto: Canva

Corría el año 1989 y Perú asistía a la mayor crisis económica de su historia. A la intensa hiperinflación se sumaba la arremetida armada de la guerrilla de Sendero Luminoso —de inspiración maoísta y liderada por Abimael Guzmán— y una profunda desafección ciudadana hacia los partidos políticos tradicionales.

Esta crisis múltiple fue el caldo de cultivo que permitió el ascenso del outsider Alberto Fujimori; un verdadero “intruso” al sistema político que atizando un discurso antisistema —con el lema Honradez, Tecnología y Trabajo— salió de la marginalidad electoral y terminó imponiéndose en la segunda vuelta presidencial de 1990 ante Mario Vargas Llosa.

El resto es historia harto conocida: el “chino” —como también es conocido, aunque su ascendencia es japonesa— embarcó a Perú en una década de autoritarismo, con violaciones sistemáticas a los derechos humanos en su arremetida frontal contra los grupos guerrilleros (Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru), con una corrupción endémica, y la creación de un fujimorismo que todavía persiste en los cimientos del inestable sistema político peruano.

En su reciente autobiografía La palabra del chino: El Intruso, el mismo Fujimori reconstruye las condiciones que le facilitaron llegar y consolidarse en el poder, siendo la más importante, sin lugar a discusión, el autogolpe de Estado del 5 de abril de 1992 también conocido como el fujimorazo. Ese día, tras una alocución en cadena nacional, Fujimori suspendió el poder judicial, militarizó los medios de comunicación y disolvió el Congreso. Un episodio de gran resonancia en América latina y del que recientemente se conmemoraron 30 años.

El trasfondo del fujimorazo

Para las elecciones de 1990 el Congreso peruano seguía siendo bicameral; es decir, se componía de un Senado -integrado por 60 legisladores- y una Cámara —integrada por 180 diputados—. En total, se conformaba por 240 congresistas. Aunque Fujimori ganó la elección presidencial en segunda vuelta con 4.522.563 votos, su partido, Cambio 90, solo alcanzó 14 escaños en el Senado y 32 en la Cámara. Esta débil representación sumada a la incapacidad de agregar otras fuerzas partidistas, derivó en una relación hostil entre el presidente y el Congreso; al punto, que Fujimori llegó a tildar al Congreso como obstruccionista.

No obstante, la relación entre Fujimori y el Congreso tuvo leves encuentros; inclusive, las mayorías —articuladas en torno al Partido Aprista y el Frente Democrático— le aprobaron tres periodos de facultades legislativas para avanzar en sus reformas económicas de corte neoliberal (conocidas como el fujishock). Pero esto no fue suficiente para el presidente que en medio de una guerra contra Sendero Luminoso —donde se registraron violaciones a los derechos humanos— le exigió al Congreso que le aprobara poderes absolutos para legislar.

Ante la negativa de las cámaras y tras la aprobación de una ley que limitaba sus facultades, Fujimori optó por disolver el Congreso —algo que le permitía la Constitución— y anunció la creación de un Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional con la finalidad de reestructurar el Estado. Además, contando con el pleno respaldo de las fuerzas militares —entre las cuales su asesor Montesinos tenía mucha influencia—, militarizó medios de comunicación, suspendió el poder judicial y a los gobiernos regionales, arrestó a sus principales opositores, y censuró varios artículos de la Constitución de 1979.

El fujimorato  

Consumado el autogolpe —apoyado por amplios sectores de la población— y tras una inmediata reacción por parte de la comunidad internacional, Fujimori se vio presionado a “reestablecer el orden democrático” y convocó una elección para integrar un Congreso Constitutivo que diseñara una nueva Constitución. Pero este solo sería un paso adicional para acrecentar su poder, pues una gran mayoría de los partidos que integraban el disuelto Congreso se abstuvo participar y esto le permitió al fujimorismo, aupado en Cambio 90 y Nueva Mayoría, obtener, con 44 de 80 escaños, una mayoría absoluta en el Congreso Constituyente Democrático.

Del Constituyente salió el mayor legado de Fujimori: la Constitución de 1993 —aprobada mediante un referendo—. De esta forma el “intruso” liquidó al antiguo sistema de partidos y a los sectores opositores, pues la nueva Constitución amplió sus facultades presidenciales, le otorgó mayor control sobre las fuerzas militares y le permitió ajustar cuentas con el Congreso “obstruccionista”, ya que, instó a sus aliados en el Constituyente a convertirlo en un Congreso unicameral con solo 120 miembros.

Para 1995 y concentrando todos los poderes, Fujimori se reeligió con 4.798.515 votos, asimismo, su coalición obtuvo mayoría absoluta en el nuevo Congreso.

Las secuelas del autogolpe

Cuando se analizan rupturas en el orden institucional o derivas dictatoriales, el fujimorazo emerge como uno del episodio más estudiados, y lo es en la medida en que evidencia, sin mayor reserva, los riesgos de una relación conflictiva entre un Congreso fuerte y un Ejecutivo autoritario. Además, porque resulta siendo el más exitoso, pues Fujimori se valió de los resquicios de la Constitución vigente en ese momento para liquidar el orden institucional e instaurar un régimen autoritario, a su vez, respaldado en un férreo control de los medios y en varios procesos electorales.

Acaso, otro ejemplo conocido de autogolpe fue el instigado el 25 de mayo de 1993 por Jorge Antonio Serrano Elias, a la usanza presidente de Guatemala. Pero este episodio de cierre del Congreso y restricción del poder judicial, también conocido como el “serranazo”, solo duró unos pocos días y terminó en el exilio del presidente. En contraste con el fujimorazo, el serranazo no contó con el respaldo de las fuerzas militares o la ciudadanía.

Lo cierto es que sistema político peruano aún no se logra sacudir del legado del fujimorismo, este pervive como una fuerza importante en el Congreso y goza de cierto arraigo social, para muchos peruanos, el “chino” fue el presidente que los salvó del terrorismo de Sendero Luminoso y acabó con la hiperinflación.

Poco les importa que en ese camino haya liquidado el orden institucional y creado un régimen autoritario y violento.

Ad portas de cumplir 84 años, Alberto Fujimori, quien fuera el hombre fuerte del Perú, el “intruso” que llegó de la nada para cambiarlo todo, espera la muerte pagando una condena por crímenes contra lesa humanidad.

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