Algunos analistas y comentadores políticos han presentado el fenómeno de la polarización como el más característico del gobierno de Petro.
Al respecto, debemos recordar que dicha polarización no es nueva, que en nuestra historia siempre la ha habido y en condiciones aún más radicales, como la que se dio entre las corrientes gaitanistas y laureanistas en la primera mitad del siglo pasado, y a la cual unos nos la presenta como causa y otros como efecto de la violencia liberal conservadora de ese entonces, y hasta muchos años después, y también como causa de la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla y la posterior suscripción del Pacto de Benidorm, que le dio nacimiento al Frente Nacional.
Tan grave castración de la democracia, como la que representó ese pacto, no podía ser causa de armonía entre los actores políticos de entonces. Lo que le sobrevino fue el nacimiento del MRL y de la ANAPO, la burla del triunfo electoral de 1970, alcanzado por este partido, y la consecuencial creación del M19.
Otro fenómeno de polarización fue el que se dio como consecuencia de los acuerdos suscritos entre Belisario Betancourt y las Farc, de los cuales surgió la Unión Patriótica, partido al que se le sacó del ruedo político a sangre y fuego, asesinándosele a más de seis mil de sus líderes y activistas.
La polarización llegó incluso a convertirse en política de Estado en tiempos de Virgilio Barco, cuando este expresidente, estando en ejercicio de su mandato, convirtió la figura “gobierno – oposición” en esencia de su relación con los partidos que no estaban del lado de sus iniciativas gubernamentales.
La polarización del momento presente podría tener un efecto mayor a las de antes, de no ser por lo acompañada que ha estado de la invocación del presidente Petro a suscribir un gran acuerdo nacional. De todas formas, es una polarización que tiene de fondo a un presidente salido de la entraña popular, con claras posiciones democráticas y de izquierda y defensor insumiso de los intereses populares.
Se trata de una polarización claramente fundamentada en intereses de clase, así estos no versen sobre aspectos inherentes a la estructura capitalista. Es una polarización que confronta las conveniencias de los de arriba con las de los de abajo en aspectos pensionales, de educación, de salud, de régimen laboral y tributario y de tenencia de la tierra, entre otros.
No nos equivoquemos. Polarización siempre hemos tenido. Solo que la de hoy nada tiene que ver, como las de antaño, con meros aspectos ligados a las repartijas del poder, sin que de ella pueda derivarse algún beneficio para los del común.
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