Entre los rincones más acogedores de Antioquia se esconden paisajes, historias únicas y pueblos que parecen detenidos en el tiempo. Dentro de los 125 municipios que tiene el departamento, hay algunos que brillan no por ser los más visitados, sino por los encantos silenciosos que ofrecen a quien se toma el tiempo de descubrirlos. En esa lista no puede faltar Buriticá, un hermoso y tranquilo pueblito de Antioquia que alberga cerca de 7.000 habitantes y conserva una calidez difícil de encontrar.
Allí, la temperatura se mueve entre los 18 y 22 grados centígrados, el aire es fresco y el ambiente, pausado. Buriticá es uno de esos lugares donde el reloj parece ir más despacio, donde la gente saluda con calma y el paisaje invita a respirar. Pero, ¿qué hace tan atractivo este destino? ¿Por qué vale la pena visitarlo y conocer más de él?
Así se llega a Buriticá desde Medellín: un viaje entre montañas y silencio
No es un viaje corto, pero tampoco es largo. Es de esos trayectos que valen la pena porque rompen con la rutina. Para llegar a Buriticá desde Medellín, hay que recorrer aproximadamente 92 kilómetros, tomando la ruta que atraviesa el Túnel de Occidente. El recorrido dura unas dos horas y veinte minutos, aunque el tiempo puede variar según el tráfico de la ciudad o el de la vía.
El camino, sin embargo, es parte del encanto. A medida que se avanza por la Autopista al Mar 1, la carretera se abre paso entre montañas cubiertas de verde y pequeñas fincas que anuncian la cercanía con los pueblos del occidente antioqueño. En el trayecto se puede pasar por municipios como San Jerónimo o Santa Fe de Antioquia, hasta encontrar el desvío que conduce al destino final: Buriticá.
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La entrada al pueblo está llena de curvas suaves, aire limpio y una sensación de tranquilidad que envuelve. Es como si al llegar allí el ruido de la ciudad quedara completamente atrás.
Los encantos que hacen brillar a este colorido pueblito de Antioquia
Buriticá enamora desde sus calles. Las fachadas coloridas de sus casas crean un mosaico alegre que contrasta con las montañas que lo rodean. Su arquitectura conserva ese estilo tradicional antioqueño, con balcones de madera, techos de teja y puertas pintadas en tonos vivos. Es, literalmente, un pueblo que sonríe.

A lo largo del año, sus calles se llenan de música, color y tradición. Allí se celebran la Fiesta del Retorno, la Semana Santa, la Fiesta Religiosa de San Antonio, el Festival de Razas, Mitos y Leyendas y, por supuesto, la Navidad, una de las épocas más esperadas por sus habitantes. Cada celebración refleja el espíritu festivo y hospitalario que caracteriza al pueblo antioqueño.
Entre sus atractivos más destacados está la Iglesia San Antonio de Buriticá, ubicada en el parque principal, un punto de encuentro que atrae tanto a turistas como a peregrinos. También sobresale la Casa de la Cultura Juan de Dios Higuita Lara, inaugurada en 1995, que guarda objetos y piezas de gran valor histórico para los habitantes del municipio.
Pero no todo en Buriticá es historia y tradición. El pueblo también ofrece espacios para conectarse con la naturaleza. Uno de los más recomendados es el Cerro Cristo Rey, ideal para realizar caminatas ecológicas. Al llegar a la cima, la recompensa es una vista panorámica que abarca el verde de las montañas y el caserío que se extiende en el fondo, pequeño pero vibrante.
A solo siete kilómetros de la cabecera municipal se encuentra la Reserva Natural La Guarcana, un paraíso para los amantes del senderismo y la observación de fauna y flora. Sus senderos serpentean entre árboles nativos, riachuelos cristalinos y un silencio que solo interrumpen las aves.
Buriticá es, en esencia, un destino perfecto para quienes buscan respirar otro ritmo, reencontrarse con lo simple y disfrutar de la autenticidad de Antioquia. Un lugar donde el oro ya no solo está bajo tierra, sino en los colores, en la gente y en la paz que transmite.
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