Álvaro Uribe, el nuevo Laureano Gómez

Álvaro Uribe, el nuevo Laureano Gómez

"La gente siempre puede ser llevada a defender a sus líderes. Todo lo que tienes que hacer es decirles que están siendo atacados y denunciar a los pacifistas"

Por: ALFREDO ANTONIO DE LEÓN MONSALVO
marzo 25, 2022
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
Álvaro Uribe, el nuevo Laureano Gómez
Foto: Archivo

“(…) Llegaremos hasta la acción intrépida y el atentado personal… y haremos invivible la república!”
(Laureano Gómez, 15 de septiembre de 1940).

Entonces, Alberto Lleras pronunció las siguientes palabras como respuesta a Gómez:

“Es el régimen de la amenaza (…) Guerra civil si el candidato elegido no es satisfactorio para el conservatismo. Guerra civil si no se deroga la constitución de 1936. Guerra civil si no se acaban las garantías a los trabajadores de Colombia. Guerra civil si no se deja, al fin, que el partido conservador gobierne la república a su antojo (…) La guerra civil no la van a ganar los conservadores sin hacerla.

No entregamos nada a una amenaza. No por jactancia, ni por ferocidad, ni por terquedad, sino porque una república se hace invivible cuando los extorsionadores se convierten en amos”

No solo las dictaduras fabrican enemigos internos o externos para imponer por la fuerza y el miedo los dictámenes de Estado sobre sus ciudadanos.

También lo hacen los paladines de la “democracia”, y es el caso de los Estados Unidos, país que, siempre ha contado con un “fantasma” para recorrer el mundo e imponer sus dictámenes, tales como, el siempre “enemigo ruso” o “eje del mal”, la guerra contra “el narcotráfico”, posteriormente contra la guerra contra el “terrorismo”, y recientemente volvió el cuento del “oso ruso”.

En Colombia no hemos sido ajenos a la creación de enemigos internos desde el Estado. A lo largo de todo el siglo XIX, liberales y conservadores se batieron en decenas de guerras civiles y cientos de estadillos militares, teniendo como telón de fondo el fantasma de la religión, la cual para los conservadores debía ser dogma de nuestras vidas, mientras para los liberales, acción de conducta individual más no social.

Esto en razón a que la Iglesia que se vio desprovista de poder por las reformas liberales de la época, siempre buscaba “recuperar la hegemonía de la educación, los bienes de manos muertas perdidos, el Concordato y el nombre de Dios en el prólogo de la Constitución, como fuente de todo poder”[i]. Hasta que finalmente Núñez en 1886 por fin dice: “la religión católica es la del Estado y de los colombianos”.

Apaciguados los ánimos a punta de bayonetas, el fantasma de la religión volvió a surgir en los años 30 del siglo XX, cuando tibios intentos liberales por reformar el Estado capitalista colombiano, chocaron contra el irracionalismo conservador; su paladín de entonces, el Uribe de ayer, Laureano Eleuterio Gómez Castro, agitó que los liberales eran el Diablo y había que combatirles a sangre y fuego.

Los púlpitos se volvieron la base de los incendios, y desde las Iglesias católicas salían hordas de campesinos gritando viva Cristo rey, y de inmediato incendiaban poblaciones liberales y ejecutaban a sus contradictores con el “corte de franela”.

Para Laureano Gómez “sin religión no hay justicia; sin esta, la sociedad civilizada es imposible”, ya que “Las gloriosas tradiciones de la patria estuvieron suficientemente ancladas en la conciencia del pueblo para poder resistir victoriosamente los embates con que se quiso colocar la nación sobre la resbaladiza pendiente de un materialismo pragmático cuya proclividad ineludible habría de arrastrarnos al aherrojamiento del Estado marxista”.[ii].

Es por eso que para Laureano “el liberalismo era el basilisco, el monstruo horrendo de pérfido corazón masónico, garras homicidas y pequeña cabeza comunista hambrienta de revolución”[iii].

Colombia ardió bajo la agitación de Laureano, pero con el Frente Nacional, se pusieron de acuerdo liberales y conservadores, y hasta hoy se han repartido los presupuestos públicos, por eso, no es de extrañar que los hijos de Uribe, los célebres Jerónimo y Tomás, se hayan enriquecido en solo 4 años, y el hijo de Andrés Pastrana peleche en el Banco Mundial a costilla de nuestros impuestos. Esto, solo para citar dos sencillos ejemplos.

Pero para perpetuarse en el poder liberales y conservadores han necesitado en los últimos tiempos del fantasma de un enemigo interno, y que mejor, que el ya citado “comunismo como eje del mal”, y que más papaya, que las guerrillas de izquierda, esas que como en el caso de las hoy fracasadas Farc con apenas 24 000 votos,  que nunca le hicieron daño al bloque de poder dominante, sino que al contrario, se cebaron contra el pueblo que decían defender, a la postre sirvieron de fuente para crear el eterno y aún dominante enemigo interno: el comunismo.

Y fue así, como el sistema apretó a todo el democrático movimiento social, ya fuera obrero, campesino, estudiantil, comunal, feminista defensores de animales y ecologistas. Nadie que proteste hasta ahora en Colombia, se ha salvado de las duras represiones del supuesto eslogan de “enemigo interno”.

El Paro Social de 2021 es el mejor ejemplo. Y cuando fue necesario, al supuesto enemigo interno se le combatió con el más puro fascismo representado en el paramilitarismo, sus hornos crematorios y la tortura de asesinar al oponente como un cerdo, cortándolo vivo.

Pero cuando se creía que ya se había llegado al máximo de represión contra el “enemigo interno” en nuestro país, aparece la figura del nuevo Laureano Gómez, que no es otra, que Álvaro Uribe, dispuesto a configurar en Colombia un proyecto de Estado autoritario, mediante el supuesto de “combatir al terrorismo” en todas sus manifestaciones posibles, mediante la denominada “Seguridad Democrática”, la cual se fundamentó en el “Proyecto Houston”, diseñado por grandes universidades de los Estados Unidos y la Universidad de los Andes en nuestro país[iv], política que ha tenido como característica real todo tipo de violencia estatal en contra del movimiento social que se encuentre al margen del bloque de poder.

Para tal propósito, Uribe vuelve y escoge el famoso enemigo interno, que para su caso han sido las Farc, Venezuela, y cuando un enemigo falla o se agota, se crea otro. Hoy el enemigo del Uribe y el uribismo es Gustavo Petro, supuesto eje del mal, enemigo de la honorable propiedad privada, y por ende de la sociedad.

Tengamos presente que alrededor de la figura de Uribe se constituye el uribismo como ideología, y para eso se diseña un plan a fin de permear a toda la sociedad colombiana, sobre la base de un proyecto histórico de corte agrícola/ganadero feudal, apoyado por el capital industrial, minero extractivo y financiero, a los cuales se les atrajo con beneficios económicos tributarios, al tiempo que se ha apoyado en los grandes medios de comunicación de propiedad de los anteriores, y se reforzó con el poder ideológico dominante de las pseudoiglesias cristianas o mercaderes de la fe, así como de la tradicional concepción católica del país conservador.

Pero la personalidad de Uribe con el correr de los años se ha caracterizado por visos sociópatas, por la sencilla razón que su característica central es su controvertida personalidad, alimentada por el constante deseo de hacer el mal a todos sus contradictores, y en este caso a la sociedad colombiana en general, sin que exista en su interior la más mínima acción de remordimiento por sus malignas ejecutorias.

Su personalidad, de acuerdo a tal carácter, es violenta por naturaleza y convicción. Ese es este personaje y con él, el uribismo como filosofía de vida y proyecto histórico. Tal cual como fue la figura de Laureano Gómez en el siglo XX.

En su afán de poder Uribe y el uribismo aglutinaron todo el poder en torno, asimismo, para lo cual compraron como todos los presidentes, las mayorías en el Congreso a base de prebendas, se hicieron a los órganos de control en sus diversas expresiones, y quienes se le interpusieran en su camino, fueran estos políticos como Petro o Iván Cepeda, o jueces y magistrados, se les perseguía y se les fabricaban montajes desde el entonces DAS. Y en cuanto al movimiento social, se le ha seguido asesinando con el enjambre de Duque.

Con el poder en sus manos, el uribismo aparte de proyecto político, es bienestar personal para los suyos, por eso la corrupción sin rubor alguno ha estado al orden del día en el enriquecimiento de su familia como el sonado caso de la Zona Franca de Occidente en Mosquera-Cundinamarca, para solo citar un referente de los varios que existen, los famosos hechos de desfalcos al Estado como son Odebrecht, Saludcoop, Reficar, Hidroituango, antiguo y extinto Seguro Social, crisis hospitalaria, quiebra del sistema de salud con la Ley 100, y cientos de robos más.

Hoy se ha demostrado que con el uribismo se llevaron a cabo grandes transacciones económicas con multinacionales de la minería y el petróleo a favor de éstas y en detrimento del país y su medio ambiente, en las que primaron las coimas, dinero que seguramente, quienes las alimentaron intelectualmente y quienes las concretaron en directo, lo enviaron a paraísos fiscales.

El bloque en el poder desde siempre se enriqueció a través de esquilmar lo público, y así también sucedió con lo creado por y alrededor de este personaje que es Uribe

Pero el uribismo quería más. Y cuando el Mesías no estaba en el gobierno, pero sí en el Estado, entonces se designaba al “que dijera Uribe”. Y si este no acataba las ordenes, como fue el caso de Juan Manuel Santos, entonces se erigió en política atacar al “faltón”, para lo cual, al mejor estilo de Laureano, se le responsabilizó de la quiebra del Estado y desde los medios de comunicación afines al uribismo, se le invento lo divino y lo humano, hasta el punto de hacer fracasar el proceso de paz.

Y en ese intento de perpetuar la política de la violencia como forma de acumulación capitalista, Uribe, el nuevo Laureano Eleuterio, se encuentra con la figura ladina, timorata, inocua, y vacía del ambicioso joven Duque, quien coloca a merced de su jefe, toda la toma final para que el Estado en su totalidad les pertenezca.

Sin aspavientos, nombran a diestra y siniestra a oscuros personajes en todas las ramas del Estado, casi ninguna les queda suelta.

Y cuando menos lo creía, pese a la dura represión en contra el movimiento social de 2021, se produce un punto de quiebre de una sociedad agotada, que se levanta en la protesta y las urnas. Pero creyendo que siguen dominado, y viéndose derrotados electoralmente, crea a un nuevo enemigo: el fraude electoral.

“El líder no tiene por qué ser una persona sensata. Puede ser un psicótico o un megalómano y embarcar a un país en una lucha a muerte contra un enemigo ficticio. O puede ser un digno representante del “hobbesianismo maquiavélico” y proyectar hacia el exterior los fantasmas del interior, consiguiendo así cohesionar al grupo y garantizarse la permanencia en el cargo.

Con un apoyo apropiado de los medios de comunicación, no hay por qué no creer a Goering cuando, en Nuremberg, decía: “La gente común no desea guerra [...]. Eso es obvio. Pero, a fin de cuentas, son los líderes de un país quienes determinan la política, y siempre es una simple cuestión de arrastrar a la gente, tanto en una democracia como en una dictadura fascista; tanto en un parlamento como en una dictadura comunista”[v].

Eso ha hecho Álvaro Uribe fomentar el enemigo interno en las masas, para tener a Colombia en confrontación permanente, miente él, su familia, el bloque de poder dominante que le acompaña, y los políticos clientelistas, se enriquecen.

Cuando a Goering se le señala sobre la capacidad de decisión que supuestamente tiene el pueblo en una democracia, replica: “La gente siempre puede ser llevada a defender a sus líderes. Eso es fácil. Todo lo que tienes que hacer es decirles que están siendo atacados y denunciar a los pacifistas por su falta de patriotismo y exponer al país al peligro. Funciona igual en cualquier país”.

Eso hace Uribe, lo mismo que Laureano, inventa, difama, ataca, miente, grita, agita, se levanta y te invita a pelear y cuando el discurso y la provocación no dan resultados, entonces viene como dijo Gómez: “llegaremos hasta la acción intrépida y el atentado personal… y haremos invivible la república!” Una dura advertencia para un posible gobierno de Gustavo Petro. Ya Uribe lo amenazó.

[i]https://repository.usta.edu.co/bitstream/handle/11634/23410/Capitulo3laureanogomez2018saraigomez.pdf?sequence=1

[ii] Ibid.

[iii]https://repository.usta.edu.co/bitstream/handle/11634/23417/Capitulo4representacionesliterarias2018saraigomez.pdf?sequence=1&isAllowed=y

[iv] http://sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/81526/Documento_completo.pdf-PDFA.pdf?sequence=1&isAllowed=y

V https://factual.afp.com/goering-no-dijo-en-los-juicios-de-nuremberg-que-para-esclavizar-las-personas-hay-que-asustarlas

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