Buenas tardes, estimados lectores
Miren ustedes lo que es la vida. Ayer estaba trabajando (qué palabra tan extraña para mí que ya solo trabajo por los laditos) en el capítulo de cierre de mi nuevo libro de modo provisional titulado Sandra y Tori-Putas cabales y otras cuantas y de paso les pregunto cuál título les gusta más; ese o Sandra y Tori-Mujeres cabales y otras damas.
Para mí es una disyuntiva este asunto y me gustaría oír sus opiniones, porque las historias del libro, enlazadas cual un seriado, se tratan de cómo ellas siendo putas son más berracas en defender sus principios que muchos hombres, pero el segundo es menos sugerente de lo que la historia trata, más higiénico para oídos castos.
Bueno, y esto, no teniendo que ver con el objeto de este artículo, sí tiene mucho que ver con él, pues se trata de las convicciones de Francia Márquez y los derechos de las mujeres.
Ya leí el artículo de El Espectador titulado: “¿Por qué hablar de 'mayores y mayoras' no es accidental?”, y otro del periódico El clero.co titulado “Carta abierta de un sacerdote a ‘Simona’”.
Los dos tratan de visiones de los derechos de la mujer, pero veamos, lo de las mayoras que Francia reivindica es un saber ancestral de las mujeres, y eso está bien, pero es un saber subyugado al del hombre; poco progresista, porque las luchas que ella ha dado en defensa de la naturaleza contra la minería ilegal en sus territorios y que la han catapultado a donde está son las luchas de los conservacionistas a ultranza. Esos que no quieren en sus territorios pozos petroleros, pero sí quieren tener motores y gasolina traída de otras partes. Es igual a la visión de Petro con el petróleo y los aguacates.
La lucha de las mayoras que ella reivindica es la lucha que tal vez dieron muchas de nuestras madres de cuidarnos a nosotros, sus hijos, de un padre muy castigador y estricto para endulzarnos un poco la vida y eso hay que valorarlo y merece respeto, pero no es la lucha que se ha de dar para que la mujer tenga autonomía y acceso a la dirección en cada uno de los conglomerados humanos. Eso es lo que hay que hacer. Nosotros los viejos, si algo apreciamos es haber logrado que nuestros hijos e hijas hayan llegado no un paso sino un montón más adelante de lo que nosotros logramos y sacamos pecho orgullosos de los logros de nuestras hijas.
Claro que nos gusta que ellas aprendan a hacer los platos típicos de nuestros ancestros, puede ser que con el tiempo ellas tomen este gusto y lo reivindiquen, y mis hijas ya están explorando de mano de mi esposa el prepararlos, pero esto es un gusto que se dan cuando ya han cumplido con sus compromisos laborales y como una de las cabezas del hogar.
Que nuestras mayoras enseñen a nuestras hijas e hijos a cocinar, sin olvidar que para mover el mundo hay que mirar hacia adelante.
Y a todas estas, ¿dónde está Rodolfo?, yo creo que el hombre se cansó de gastar platica en la campaña y está buscando la forma de salir por la puerta de adelante que, lamentablemente, para él ya está ocupada.
Rodolfo se reventó como una bomba de jabón o una de chicle.
Bueno, mejor vuelvo a los escarceos de Sandra y Tori, que son más estimulantes.
