Despúes de las elecciones: ¿la izquierda y los afros qué?

Despúes de las elecciones: ¿la izquierda y los afros qué?

'No hemos podido lograr los cambios por los cuales hemos luchamos, aunque hemos logrado varias victorias por medio de la movilización'

Por: Aiden Salgado Cassiani
noviembre 09, 2015
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Despúes de las elecciones: ¿la izquierda y los afros qué?
Foto: tomada de terra.com.co

Los resultados de los comicios del 25 de octubre de 2015 fueron un fracaso para la ultraderecha, representada en el Centro Democrático, como también para los sectores democráticos o sectores de izquierda que son el interés de este artículo. Los sectores progresistas de izquierda retrocedieron en la política del país al no mantener los espacios ganados anteriormente, y como consecuencia perder el segundo puesto de elección popular más importante del país: la Alcaldía de Bogotá. Ante esta realidad podemos escuchar diferentes interpretaciones a modo de excusa frente a esta debacle electoral. Lo anterior nos debe llevar a  reflexionar sobre nuestra apuesta de izquierda, realizando una autocrítica con análisis profundo, más allá de una simple demagogia con respecto al sistema electoral, ya que decidimos y participamos en él con causa y conocimiento.

Los recientes resultados en el seno de los sectores democráticos son un reto para pensar y repensar nuestro papel en la sociedad colombiana. Como sector social que tenemos la aspiración de convivir en una sociedad diferente a la que hoy vivimos y estamos comprometidos con su transformación. Buscamos construir una sociedad que nos brinde condiciones de vida real, dignificando la vida humana y el medioambiente. En este sentido, debemos tener estrategias para lograr nuestro objetivo y los medios electorales son una de estas herramientas para alcanzar dichas metas; de allí la preocupación por nuestra aceptación ante los votantes. Nuestra reflexión debe ser por la forma, no solo por cómo hacemos políticas sino por el cómo desarrollamos el trabajo que hacemos a diario.

La realidad actual de la sociedad colombiana nos muestra que la forma como la izquierda ha adelantado el trabajo no es la mejor. No hemos podido lograr  los cambios por los cuales hemos luchamos; aunque hemos logrado varias victorias por medio de la movilización, que es un mecanismo para llegar a escenarios de poder y  oma de decisiones; por nombrar uno, la Alcaldía de Bogotá y otras entidades de poder distrital; en dichos espacios no hemos logrado hacer una administración de política diferentes a la derecha, y por ello se notan nuestros errores con mucha más fuerza. Esto sucede por múltiples razones: el hecho de no poder acceder a los medios masivos de comunicaciones e incluso estar en confrontación con estos; vernos enfrentados a una oposición que bloquea cualquiera de nuestra apuestas, sosteniendo el statuos quo de nuestra sociedad, marcadamente excluyente, entre otras razones. Por ello necesitamos gobernar diferente, con cero corrupción y clientelismo, mostrando resultados, empoderando al pueblo, logrando cambies tangibles y visibles que modelen una sociedad distinta a la que hoy luchamos por transformar, hacia modelos mucho más humanos y dignificantes.

Por otro lado, debemos y necesitamos como izquierda autoevaluarnos y llamar a que los movimientos sociales y partidos políticos de nuestra línea a que tengan cambios reales en su accionar y  ejerzan nuevas formas de hacer  política. No puede ser que nos quedemos anclados en las tesis del marxismo ortodoxo. Es necesario que la izquierda sepa interpretar la nueva sociedad en que vive. Los partidos y movimientos de izquierda tienen que ser atractivos y esperanzadores para la clase oprimida o las clases que se encuentra inconformes en una sociedad como la colombiana. No hemos acogido como izquierda las nuevas subjetividades que se encuentran en nuestra sociedad. No hemos mostrado alternativas desde nuestro caminar al poder hegemónico que oprime a los  excluidos, los invisibilizados, los racializados, los discriminados y todos los que no pueden gozar de sus derechos;  lamentablemente no hemos tenido propuestas incluyentes a sus necesidades y realidades de carestía y opresión. En los momentos en que hemos debido reconocer estas subjetividades solo hemos respondido a través de oportunismo político al nombrarlos dentro coyunturas como la electoral. Muchos dirán que efectivamente los nombran y tienen en cuenta en muchas de sus acciones, como por ejemplo nombrarlos en un discurso, en una declaración, en los documentos, pero estos nombramientos no son reales, no plantean una trasformación real de esos sujetos y tampoco genera una incorporación del otro, generando una transformación de la izquierda.

Hoy seguimos incorporando las subjetividades como las étnicas, las diferentes orientaciones sexuales, el género, los ambientalistas; de forma coyuntural o en la medida que estos han ido ganando sus propios lugares dentro de la izquierda a través de sus procesos sociales. Usualmente estos son adheridos dependiendo del beneficio que como izquierda se pueda obtener de ellos, pero no se hace de forma real, no se logra una implicación que mueva a  repensar lo estructural y el funcionamiento del partido o movimiento; ni mucho menos logramos ver  el beneficio real de esas subjetividades para nuestros objetivos como proceso alternativo, dado que en últimas solo les aprovechamos de forma utilitarista ya que no juegan el papel protagónico que deben jugar desde su esencia, su naturaleza, su ser, etc.  No se puede seguir viendo estas subjetividades como unas conveniencias hipócritas donde  yo te acojo pensando en que gano como movimiento, desde mi cuadricula formativa, orientada por los principios del marxismo ortodoxo; sino que debemos empezar a verles y aceptarles como un fin en sí mismos, comprendiendo todo  lo que  puede ganar la sociedad  y los mismos partidos políticos y movimientos sociales, desde el contexto de estas subjetividades, que amerita la reelaboración de sus quehaceres políticos y sociales.

Ejemplo de lo anterior lo encontramos en los movimientos o partidos políticos de izquierda, su funcionamiento y administración no denota una real participación del enfoque étnico diferencial, ni una real apertura hacia las personas con diferentes orientaciones sexuales; reflexiones frente a estas subjetividades siempre se les ha dado un trato de segunda y tercera categoría. Sin comprender que los grupos étnicos son un 25 %  a 30 % de la población, sin incluir las personas con diferencias sexuales, estos dos grupos junto a otros,  que hacen parte de la población nacional,  han sido excluidos por el poder hegemónico y no le hemos planteado alternativas reales desde la izquierda,  es allí donde debemos auto reflexionar, pensemos en los siguiente:  cuál es la agenda para el pueblo afro en el partido comunista, en el polo democrático, en los progresistas, en marcha patriótica; en las administraciones de izquierda en  Bogotá durante estos últimos  12 años y  algunas en el resto del país,  no han hecho más  que generar o crear una dependencia decadente sin recursos, sin autonomías, creando una oficina  clientelista sin un papel protagónico en el funcionamiento de la administración central.

Por otro lado, dentro de los partidos y movimientos sociales, no encontramos una evidencia relevante de mención y nombramiento de estas poblaciones diferenciadas dentro de sus documentos o cargos,  aparecen muy tampoco en lo reglones de los documentos orientadores de la política y el funcionamiento de los partidos, y la participación no es superior a pequeñas cuotas en algunas estructura del partido o del movimiento. Ni el nombramiento de personas ni el reconocimiento en unas palabras dentro de los documentos, tienen incidencia real  en el funcionamiento de los  movimientos o partidos de izquierda,   el nombrar esa subjetividad ni quita ni pone ya que se hace para dar contentillo y decir yo reconozco pero es un reconocimiento de tercera, ya que no transforma la vieja forma de hacer política  y en ese reconocimiento esas subjetividades no se sienten recogida realmente. Los que si se sienten recogidos  y reconocidos  son las personas pertenecen a esas subjetividades, y logran disfrutar de las mieles del placer que implica participar de los entes de poder dentro de los partidos o movimientos de izquierda; con esas acciones se realiza una división en el seno de esas subjetividades para crear dentro de ellas una pequeña elite que en última le toca asimilarse al funcionamiento del partido o el movimiento pero que no son agentes de trasformación reales para su subjetividad.  Esta situación debe convertirse en un reto  para los movimientos sociales y partidos de izquierda, lograr superar esta realidad de relacionamiento con los grupos étnico y las personas con orientación sexual diferente, en marcha patriótica empezamos pero falta mucho.

Finalizaría diciendo que la izquierda, al desconocer la realidad de estas subjetividad, no observa que estas comunidades cuentan con las peores situaciones económicas y sociales del país; son excluidas por los que han manejado el poder en el país desde su fundación, y si queremos refundar este país debemos cambiar las relaciones de poder y el sistema electoral es una forma para ello desde una valoración de la diferencia y no un simple oportunismo electoral. Para ello es necesario contar con estos excluidos.

Ahora bien, este debate lo pongo como persona afro que también tiene responsabilidad en el seno de la izquierda, dado que creo que es allí donde los grupos oprimidos tienen la esperanza de cambiar sus condiciones de vida, todo el debate dentro de la izquierda por fuera nada

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