24 horas sin medios de comunicación

24 horas sin medios de comunicación

Este hombre decidió embarcarse en un reto reflexivo: desconectarse por un día de la inmediatez del mundo actual. Acá sus inquietudes y reflexiones

Por: Juan Perez Trujillo
enero 21, 2019
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24 horas sin medios de comunicación
Foto: Pixabay

"Cada año habrá menos palabras y el radio de acción de la conciencia será cada vez más pequeño. ¿No se te ha ocurrido pensar, Winston, que, lo más tarde hacia el año 2050, ni un solo ser humano podrá entender una conversación como esta que ahora mantenemos?" 1984, George Orwell.

Antes de tomar la decisión de dar inicio a esta actividad, quise generar un espacio de comprensión ya que tenía muy claro el cómo más no el por qué. Y para ello entendía que relativizar cualquier propuesta que mi hiciera reflexionar era la negación de una oportunidad. Por lo tanto, el primer paso para darle sentido a estas 24 horas sin medios era encontrar a lo largo del proceso respuestas a preguntas que previamente me había formulado.

1 hora. ¿Qué echaré de menos? ¿Aparecerán conclusiones relevantes que me lleven incluso adoptar cambios en mi vida?

4 horas. Noto la ausencia de algo. El inconsciente pareciera generar órdenes muy establecidas a querer revisar, mirar, responder, saber de algo, alguien… Tengo la sensación de creer que los mass media me han inducido a pensar que en un lapso de tiempo muy corto, muchas cosas pueden pasar.

7 horas. Es irónico pero las estrategias por las que he decidido reemplazar los espacios que llenan los medios de comunicación, son acciones directamente relacionadas con compartir, dialogar, escuchar, estar acompañado de personas. El tiempo libre es realmente liberado. Los silencios pasan a ser totalmente relevantes y la atención plena se comienza a estimular.

9 horas. La socialización está permanentemente ligada al estímulo sensorial que ofrecen diversos distractores. La diversión en los sitios públicos es directamente proporcional al estímulo sensorial que se disponga. Para compartir este sábado con un par de amigos tenemos en un bar tres televisores plasmas con partidos de fútbol, una máquina de apuestas deportivas, una clásica máquina de juegos, zona WIFI, un móvil por persona con conexión de datos a internet y sus respectivas aplicaciones.

20 horas. He podido entender el alcance y condicionamiento que genera el exceso de estimulación que tienen los medios de comunicación en nuestras vidas. Justo en este preciso momento pienso en internet, en esta gran nube que de manera intencional ha creado a cada uno de nosotros una identidad digital, un lugar y un rol determinado y tal como lo describe George Orwell en su novela 1984 crea un sistema que va rehaciendo sus intereses en la medida que cada individuo pueda autoconvencerse de que puede tener la falsa libertad de crear y satisfacer sus necesidades de inmediatez. Una reflexión sale aflorar: en estos tiempos de inmediatez sí hay algo que se ha relativizado y ha perdido peso, los valores. El derecho a la privacidad en el Gran Hermano que pondera la nube de internet no existe. El acoso, espiar, rastrear información de otras personas puede redimirse en un acto intencional que ha sido normalizado. En este Gran Hermano en el que todos estamos inmersos existen límites oscuros que se sobrepasan.

24 horas. A la pregunta inicial de qué echaré de menos, puedo contestar: sin duda, el alcance de inmediatez que genera un medio como internet. Así mismo, la rutina informal y cada vez más necesaria para mí de sentirme informado, de acortar distancias con personas. Sobre la segunda pregunta que hacía énfasis en las conclusiones y posibles cambios, pienso que no he perdido absolutamente nada con esta actividad, he sentido más tranquilidad y acercamiento hacia rutinas más sociales e incluso sanas, aunque es irónico porque soy consciente de que no es fácil sostenerla en el tiempo. Sin embargo, algo sí he reiterado, los nuevos medios deben reafirmarse en nuestras vidas como lo que son: un medio y no una finalidad.

Al día de hoy observo que uno de los medios de carácter masivo más influyentes es el internet. Sin embargo, creo que es un canal de comunicación sobrevalorado. Podemos vivir sin aquella inmediatez que en su esencia es irrelevante, efímera y que tiene un componente implícito de ser excluyente en su utilización. Sigo considerando la comunicación presencial como insustituible, de hecho en este reto me di cuenta de que volví a tener en cuenta ese sentimiento de búsqueda y necesidad de desplazarme físicamente en busca de una conversación literal, sin abreviaciones y objetos distractores... humana, recíproca y con elementos sensitivos de carácter espontáneo.

Por último, ha sido una actividad con una carga trascendental. Dada mi satisfacción por estar libre de medios, he decidido librarme de algunos compromisos irreales con las redes sociales, más que con estas mismas con el tiempo que me suscita entenderlas y utilizarlas. No es un cambio definitivo, quizás es temporal. Sigo insistiendo en mantenerme en una línea crítica que no se exceda de positivista pero tampoco de apocalíptica.

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