La jueza, el acusado y el video del reencuentro
Opinión

La jueza, el acusado y el video del reencuentro

Por:
julio 05, 2015
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Profundamente conmovido. Conmovido por la imagen sin artificio ni HD, conmovido por las palabras que dice la jueza, conmovido por la única frase que repite el acusado, conmovido por las miradas de ambos, conmovido por el desenlace obvio que sigue en su vida luego de que has dejado de ver esos dos planos fijos que registran un trámite cotidiano en un tribunal de Miami: ella terminará el día en su casa y contará lo que vivió, tal vez llorará un poco cuando nadie la vea mientras él pasa la noche en una penitenciaria de Florida confundiendo lágrimas con recuerdos de cuando jugaba fútbol en el bachillerato a la vez que piensa ¿de dónde voy a sacar 43.000 dólares para la fianza?

Video BBC Mundo

Ella: la jueza Mindy Glazer, Él: el acusado Arthur Booth. El cargo: allanamiento de morada, robo de alta cuantía, fue detenido mientras huía en un carro robado. El caso sigue su curso luego de la audiencia en que se fija, en primera instancia, la fianza pues el asunto ahí es de un hombre que es peligroso para la sociedad y la justicia.

Lo que ha llevado la mirada de tantos hacia ese video es que ella y él fueron compañeros de colegio, en el bachillerato, en la escuela Nautilus en Miami. Cuando eran jóvenes, hoy él tiene 48 años y ella una edad parecida. Y por un instante ella no habla de él como un caso con un número de folio tal como comienza la cita sino que le llama por su nombre y recuerda la historia compartida “era el mejor chico de la secundaria” dice. Hay un instante, justo cuando Mindy le pregunta a Arthur que si la recuerda, un instante breve en que él sonríe acaso por un segundo como lo hacemos todos con la alegría de un reencuentro pero al segundo después de ese primer segundo la realidad abrumadora de estar vestido de naranja como convicto mientras ella lleva la toga del juez lo devuelve al abismo insalvable entre un lugar y otro en la misma sala.

El dolor de la vergüenza toma su cuerpo y su cara que en vano esconde tras sus manos “oh my god, oh my god” y sientes que casi duele más esa pena que la sentencia misma que vendrá después. Alcanzas a pensar esto: si el código penal no lo intimidó lo suficiente, ahorrarse ese instante frente a su compañera de colegio habría sido suficiente para disuadirlo de hacer lo que hizo. Esa es la clave del control social, una de las llaves que abre puertas de convivencia y regulación al momento de vivir en comunidad.

Esa sanción que nace en la mirada de los demás puede ser más efectiva que sumarle años a la más severa de las condenas judiciales. Y si una madre en lugar de alegrarse porque su hijo desempleado llega de buenas a primeras con una nevera nueva para la casa y cambia esa sonrisa complaciente ante el regalo por un “¿usted de dónde sacó eso?” a esta casa entra usted pero esa nevera no”. Algo cambiará verdaderamente el día en que la censura colectiva, incluso familiar, del circulo más íntimo, logre dejar claro que ser pillo da vergüenza y que no es motivo de orgullo en el barrio. A partir de ahí otra historia podría contarse, pienso.

Vuelvo al video que me trajo aquí. La jueza dice al acusado "Lamento verlo en ese sitio, siempre me pregunté qué pasó con usted” y comenta a un asistente fuera de foco "Este era el chico más amable de la escuela, era el mejor chico de la secundaria. Yo solía jugar fútbol con él y todos los chicos" y hay en ella  melancolía en los ojos y lamento en la voz, definitivamente se respira decepción en el aire. Entonces piensas ¿qué pasó para que se apartaran tanto las líneas que alguna vez fueron paralelas? Todos caminamos con el viento en contra, todos tenemos tragedias que nos acompañan (del tamaño que sean, pero son nuestras tragedias) todos somos, luego de varias décadas de existencia, un poco sobrevivientes de nosotros mismos. Algunos toman el abismo por destino, otros buscan puentes y de cuando en cuando miran atrás para preguntarse dónde están los demás.

La vida también se parece a las películas y contra toda probabilidad estadística produce una escena real como la de este video. El único título que se me ocurre no funciona por largo, pero es lo que pienso sobre esos folios y expedientes que están sobre el estrado: Este día está escrito en tinta de lluvia sobre papel de invierno.

Aún queda tiempo en esta secuencia que dura apenas menos de un minuto para un consejo que bien oído puede cambiar varias vidas: "Señor Booth, espero que pueda cambiar su vida, su forma de actuar, buena suerte. Lo que es triste es cómo ha envejecido. Buena suerte, señor, espero que pueda superar esto y vivir dentro de la ley". Hemos sido testigos en 56 segundos de un reencuentro escolar en el que no hay promesas de “nos seguimos viendo” donde nadie dijo “yo te llamo” porque ha sido obvia la respuesta a “¿cómo te está yendo?” aunque nadie haya preguntado. Queda una pregunta luego del minuto mínimo cuando empieza el silencio y el video ha terminado ¿cómo serían nuestros reencuentros escolares si sucedieran hoy mismo?

@lluevelove

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