Carolina Sanín, la Epa Colombia de la literatura

Carolina Sanín, la Epa Colombia de la literatura

El reconocimiento que no ha alcanzado con sus libros lo ha conseguido haciendo el ridículo en Facebook

Por: Jorge Alexander Rojas Amado
enero 22, 2017
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Carolina Sanín, la Epa Colombia de la literatura

A continuación las que, presumo, fueron las reflexiones y cavilaciones de esta escritora frustrada instantes previos, durante y posterior a asumir el papel que la inmortalizaría, el de verdulera:
A este paso, y muy a pesar de mis apellidos y de ser una niña bien y preparada, voy camino a ser una don nadie en el mundo de las letras, a pasar sin pena ni gloria. Urjo de algo, o de alguien, que me saque del oscuro abismo del anonimato, que me lleve a trascender y a apartarme del aburrido círculo de intelectual de este país.
¡Ya sé!, ¡lo tengo!, a lo Daneidys Barrera con su epa la arepa, a lo Yina Calderón, y cual protagonista de novela, ese mérito y reconocimiento que no he podido alcanzar con ninguno de los ocho libros que he escrito, voy a lograrlo haciendo el ridículo, generando polémica y escándalo. Voy a sacar a relucir ese ñera que todos llevamos dentro, y, cual verdulera, voy a agarrar a madrear a Raimundo a todo el mundo a través de las redes. Así logro llamar la atención, mojar prensa, y que me inviten a programas radiales. De paso cojo fama de contestataria y rebelde.
No se diga más, voy a irme lanza en ristre y a emprenderla en contra de… ¡este caballero! Y así, de chévere, y como quien no quiere la cosa, voy a decirle parido por el ano. Y si el man se toca le digo que era un chiste, humor que, por fino y complejo, él no entendió, pero que si la risa me deja yo misma le explico que a nadie jua, jua lo paren por el ano y que, jua jua, pero que todo bien.
Ahora, si el man se pone muy salsa vuelvo y me pongo en modo “ñera de la loma” y lo trato de pirobo, o de lambón, y… - se queda pensando, no olvidemos que estamos frente a una intelectual- … si más bien, y a través de un discurso barato y enredado reclamo mi legítimo derecho a madrear a quien se me dé la gana, pero, eso sí, que a mí me dejen sana.
Mientras estructuro mi discurso, le respondo a este otro man que comentó y calificó de flojo uno de mis vídeos: “tan flojo como el esfínter de su mamá” uff, me inspiré. Cuanta genialidad y sarcasmo de mi parte, lástima que muy a pesar de mi talento, y contrario a este otro niño bien de apellido Samper, yo no logré volverme famosa y vender mi puto libro haciendo payasadas en youtube.
Voy a crear todo un tratado alrededor del insulto, a redefinirlo, no importa si, como lo he venido haciendo, me contradigo o digo cosas tan absurdas como que un insulto no es un irrespeto, ni genera violencia. Aunque, depende, mejor dicho, un insulto es humor fino y libertad de expresión si proviene de mi parte, pero es matoneo, acoso y amenaza si es usado en mi contra.
En el tratado debe quedar claro que yo sí tengo derecho a ofender a los hombres, incluso, y en son de chiste, según yo, a tratarlos como excremento, pero ellos no tienen derecho a decirme a mí ni mu porque soy mujer, porque eso se llama violencia de género, y porque las mujeres merecemos respeto.

Y para que no se note lo ramplón, a ese humor chabacano y de mal gusto que me caracteriza, voy a llamarlo escatológico o de la forma más rebuscada que se me ocurra, o ¿qué tal circunloquio?, así lo definí en esa entrevista radial en la que vuelta y se me salió lo arrabalera.
Quiere decir todo lo anterior que si como una forma de darme a probar una cucharada de mi propia medicina, o de entrar en ese juego de ofensas que yo misma planteé, un grupo se atreve a responderme, o a dárselas de chistoso conmigo diciendo que me quiere “comer” o poner el ojo morado, los demando pa que afinen, les hago cerrar la página, y les dejo claro que aquí se puede ofender y hacer chistes de todo el mundo menos de nosotras las mujeres. Y que conste que tan sólo busco la igualdad de género, y que no me amparo en mi condición ni pretendo sacar ventaja de ella.
Y para cerrar con broche de oro, voy a emprenderla contra esa institución que, como ninguna otra, representa a la gente de mi estirpe. En un gesto de niña rebelde y contestataria voy a tildarla de cárcel y de centro comercial. Así es, voy a darme el lujo de renegar de mis raíces, de los míos, y de patear la cuchara, el todo es dar de qué hablar.
Y si por andar cazando peleas y lanzando improperios a diestra y siniestra, esa institución decide echarme por vulgar y rastrera, la demando, hago valer mis apellidos y abolengo de niña rica ( lo de rica lo digo porque tengo plata y no por “buena”, odio ser cosificada) y me hago reintegrar.
Pero antes, regreso a mi papel de erudita, dejo de lado las groserías y mezclo insensateces con críticas justas, como las que le hice al programa ser pilo paga. Así me convenzo y convenzo a los demás de que fue por ser mujer y antisistema que me echaron. En fin, me hago la víctima.
De paso exacerbo susceptibilidades y desato una ola feminista a mi favor. Y para congraciarme aún más con mi género argumento que lo del esfínter, lo del ano, y lo del diminutivo que con todo respeto le sugerí a un lector metérselo culo arriba, lo dije por lograr la igualdad de género y reivindicar los derechos de las mujeres. ¿Qué tiene que ver lo uno con lo otro? Ni yo misma sé.
Si el fallo sale a mi favor me las doy de heroína, me creo la Pola versión 2017, arengo, grito vivas a favor de la justicia y de los estudiantes, esos mismos estudiantes a los que trate de delincuentes y de los que dije que prefería verlos vomitar y encendiéndose a pata antes que jugando naipes.
En fin, que relajo y que enredo tan tenaz el que tengo en mi cabeza, que forma tan peculiar que tengo de razonar “todo pa mi lado”, que inconsistencia de argumentos, que cuento tan raro este en el que ando y que papel de mamarracho en el que me metí. Pero, ey, no vayan a pensar que estoy tantico mal de la cabeza, y que mis ganas de surgir como escritora me tostaron el cerebro.
Todas las vulgaridades que incluí en este texto, menos puto, esa pertenece a otro famoso personaje, las pronunció o escribió esta destacada escritora, literata y profesora en algún momento de su brillante y erudita carrera.

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