Yo vine a conocer el mundo cuando comencé a bailar: Duván Arizala

Yo vine a conocer el mundo cuando comencé a bailar: Duván Arizala

Duván Arizala, actor, bailarín y coreógrafo que surgió de las calles caleñas, es la imágen de la 4ta Bienal Internacional de danza de Cali

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octubre 07, 2019

Empezó a bailar en su barrio Comuneros Sur, de Cali, a los 16 años. Bailó contra todo pronóstico, contra sus inicios arduos. Bailó a pesar de la muerte de sus amigos, a causa de la violencia. Bailó para sobreponerse a las limitaciones y descubrió el mundo a través de sus pasos. Del baile saltó a los escenarios y de las coreografías a la actuación.

Este año, Arizala posó para el lente de la reconocida fotógrafa Sylvia Patiño Spitzer: todo con el objetivo de convertirse en la imagen oficial de la 4ta Bienal Internacional de Danza de Cali, la cita imperdible con lo mejor de la danza del mundo, que se realizará del 28 de octubre al 4 de noviembre.

Esta es la historia de Duván Arizala, conocido como Reymon Yonowk, y famoso por su papel protagónico en la película 'Somos calentura'.

Sylvia Patiño Spitzer

¿Cómo se acercó a la danza?

Estábamos en mi barrio, Comuneros Sur, con mis parceros. Era una tarde de esas en las que uno se la pasa en la esquina, sin hacer nada. Uno de los muchachos dijo como que ‘Ve, hay una academia de baile, vamos a verla’ y resultó que no era una academia sino una fundación que se llama Casa Juvenil de Raíces Culturales de la Corporación Juan Bosco. Ese día estaba bailando el grupo de Hip Hop, y pues, vi bailando a un muchacho que resultó ser mi primo. Yo me enamoré de la forma de bailar de él y me convertí en su alumno. Se llama Yerson Nicolás Hurtado. Ese fue mi primer acercamiento con la danza. Aunque solo duré un año porque yo era muy travieso y peleón. Y a mí me mantenían echando.

¿De dónde lo echaban?

Me echaron de la fundación dos veces y del grupo por ahí unas cinco, porque en serio era muy peleón. Y bueno digamos que el proceso en la fundación consistía en un proceso de maduración de pequeños grupos que habían en aquel entonces. Cuando los estudiantes cumplían la mayoría de edad, se iban. Entonces, cuando cumplí los 18 me dijeron ‘Bueno hasta aquí llegó su proceso. Ahora, busque un espacio donde ensayar”.

¿Qué hizo luego?

Luego tuve la oportunidad de ingresar a mi primera competencia local: un programa de televisión que se llamaba Metrópolis. Eso fue en 2012 y después de eso me sacaron del grupo.  Siendo líder, me sacaron por diferencias y me quedé bailando solo. La mamá de mi hijo quedó en embarazo y dejé de bailar un buen tiempo. Dejé de bailar casi dos años y me pegué una engordada tremenda.

Obviamente entonces no vivía del baile. El baile no me generaba los recursos como para mantener a mi hijo; entonces, mientras tanto trabajaba haciendo cosas: vendía chicles en los semáforos. Cositas así. Ayudé a mi papá a vender fruta en la carreta y después se me dio la oportunidad de volver a bailar. Ingresé a un grupo que se llama Latín People y pasé a ser alumno becado en Be Danza. En ocasiones me tocaba pagar mi aprendizaje haciendo trabajos como cuidar la academia o hacer tareas allí. Luego, pasé a ser profesor en la academia y a recibir de una u otra forma mis primeros sueldos por medio de la danza.

¿Cómo fue el proceso para hacer parte de Recital Colombia?

Una vez estaba en la Be Danza, pasé a enseñar en un colegio, en un programa que se llamaba ‘Jornadas complementarias’. Además enseñaba en otra academia que se llamaba Let Art Studio. En 2015 se me presentó la oportunidad de presentar el casting para Recital Colombia. Ese fue el primer proyecto grande en el que tuve la oportunidad de participar. El director era Maura Metsuki. Fue un proceso que duró aproximadamente tres años. Allí tuvimos un proceso de formación personal. La primera presentación la tuvimos aquí en la segunda Bienal. También estuvimos en Bogotá, Cartagena, Villavicencio, Francia y Costa Rica. Fui ponente para la presentación del libro ‘Somos Iberoamérica’ en Madrid, España, gracias a ese proyecto.

¿Y esta experiencia qué le aportó en lo personal y en lo profesional?

Uno viene de un barrio donde las posibilidades son casi nulas, donde son pocas las personas que salen de ahí y que miran más allá. Con decirte que yo vine a conocer el Museo de la Tertulia como a los 16 años ¿Ya me entiendes a qué me refiero? En aquel entonces yo no sabía que la danza se podía presentar en ese tipo de espacios. Mi conocimiento era demasiado poco. Ese proceso me permitió conocer una persona que potencializó la danza urbana en Francia y que la puso en un status mucho más alto. Además, fuimos el primer grupo en Colombia en presentársele a los 22 presidentes de Iberoamérica en Cartagena, durante la Cumbre Iberoamericana de 2016. También fuimos el primer grupo urbano en presentarnos en el Teatro Colón y en ser presentados por un presidente. Juan Manuel Santos nos dio la entrada para poder bailar ante el presidente de Francia.

Luego de Recital Colombia, vinieron experiencias con el modelaje y el cine...

Sí. Yo me fui para Bogotá, entrené. Era uno de los más quedados de todos los muchachos, me llamaban mucho la atención. Pero sin embargo la motivación estaba. Cada vez que llegaba a la casa me ponía a repasar las coreografías. En octubre del 2015, una muy buena amiga se ganó la participación de la colección de moda en el Bogotá Fashion Week. Y ella me dijo “¿Sabes qué? Yo me gané esto y yo quiero compartirlo con vos”. Y así fue. Me presenté en el evento y allí, una modelo me preguntó que si yo sabía actuar. Le dije que no, pero que si se daba la oportunidad se hacía. Resultó que ella era la novia del escritor de la película ‘Somos calentura’.

Lo más curioso de todo esto es que yo presenté el casting de actuación de la pelícyla y yo le decía a la mamá de mi hijo ‘Ve, qué chévere participar en la película y ser el amigo del protagonista’. Y bueno, presenté el casting de actuación, pero fue más por asistir, porque yo nunca en la vida había actuado. Y así se dio la oportunidad de protagonizar ‘Somos calentura’.

¿Cómo fue la experiencia de hacer ‘Somos calentura’?

El rodaje de ‘Somos calentura’ duró cinco semanas. El proceso duró cuatro meses y el proceso de formación actoral con coreografías duró casi dos meses. Siento que la experiencia marcó un  posible antes y después de Duvan Arizala. Cada proyecto me ha dejado una nueva forma de proyectarme en la vida.

¿Y qué ha pasado después de la película?

Pues, más que el trabajo y como los reconocimientos externos, a mi lo que me llena mucho es el reconocimiento de mi gente, de mi barrio: cómo, por medio de eso, se comienza a transformar el pensamiento. Cómo está cambiando el pensamiento de los peladitos en mi barrio, que ya saben que hay una persona que ha salido, que conoce, que sale en televisión.

Aunque a mí la verdad no me interesa tampoco como convertirme en la Madre Teresa de Calcuta o que me vean a mí del todo como un referente. Antes, esa era mi misión y pero ahora me da miedo perderme. Cuando vos te conviertes en un referente es como una carga.

¿En qué proyecto está trabajando?

En este momento estoy haciendo la coreografía de una obra de teatro que se llama Juan Caracol y estoy actuando en la misma. La dirige el maestro Fernando Vidal, junto a María Clara Lara.

¿Vive de la danza actualmente?

Sí, gracias a Dios sí.

¿Antes de la danza cuáles eran sus posibilidades?

Nulas, eran nulas. Yo vine a conocer el mundo, por así decirlo, y las posibilidades del mismo, cuando comencé a bailar. Comencé a relacionarme con otras personas, comencé a escuchar diferentes experiencias de vida. Para mí escuchar a otra persona hablar inglés era como ¡Wow, que chévere, tan bacano! y nada, me doy cuenta que es lo más normal del mundo.

¿Y sus amigos de esa época de la infancia, qué hacen hoy en día?

El más cercano en este momento está en la universidad. Está estudiando Administración de empresas. Creo que es el único de todos nosotros que fue a la universidad. De hecho, hace poquito ingresó otro. Unos ya están muertos: la gran mayoría de amigos de mi infancia están muertos. Otros están en prisión. Otros trabajan.

¿Qué cree que hubiese en su vida sin la danza?

Francamente, dentro de mis sueño estaba ser un matoncito más, y muchas de las cosas que conseguí ahora son cosas que han llegado a mi vida, no porque de una u otra forma las haya buscado. La danza fue la luz que se me abrió y fue la oportunidad que se me dio y en algún momento llegue a dudar muchísimo, pero pues era lo único que tenía y decidí apostárselo todo. Y si no hubiera llegado la danza posiblemente estaría muerto.

Es más yo repito mucho esto: cuando yo decidí meterme de lleno a la danza, antes de que me pegaran un tiro en la pierna, yo tenía un amigo que de alguna forma era cercano. Me acuerdo tanto que yo lo vi el 25 de diciembre del 2011, no recuerdo muy bien la fecha, y a él le habían pegado un tiro en el brazo. Y yo le dije: “Qué Estiven, vos que, en qué andás, todo perdido” y él me dijo “No parce, que estos manes, de este pedazo acá, me pegaron un tiro. Pero espera, que yo los cojo y les voy a dar es chatarra”. Y bueno, el 31 de diciembre yo le fui a comprar una torta de cumpleaños a mi papá y me encontré a mi amigo todo golpeado. Como que se había dado juete con los del otro lado. Ya el 2 de enero del siguiente año, lo mataron. Al siguiente día, el 3 de enero, yo fui a la casa de él. Y estaba el pelado en el ataúd. Y entro yo a la sala. Solo estábamos yo y él. Y claro, me quedé mirando al pelado y me ví reflejado en él, porque nos peinábamos igual. Y ahí es el momento en que yo digo, “No puedo seguir por donde voy”.

¿Cómo llegó a ser la imagen de la Bienal este año?

A mí me han hecho esta pregunta un montón de veces. Me han dicho que si es porque yo soy el protagonista de una película o porque yo tengo la rosca en la Bienal. Yo no sé. Yo lo que siento es que posiblemente porque llegué a ser a imagen de la Bienal porque, primero que todo, soy de Cali. Segundo, porque tengo una cercanía en cuanto al proceso de la danza urbana aquí en Cali. También porque tengo cierta cercanía con el proceso de la Bienal, ya que participe en la segunda edición y fui uno de los integrantes del grupo Recital Colombia. Como ya dije, cuando yo ingrese a Recital no era uno de los mejores bailarines. Tampoco lo soy ahora. Sin embargo he tenido un proceso de maduración.

¿Y qué piensa de la Bienal?

Creo que eso es algo que se necesita en Cali. Cali era o es una de las ciudades más violentas de Colombia. Es una ciudad que necesita espacios como estos, donde la gente conozca, se culturice; donde la gente vea que hay otro tipo de expresiones aparte de la salsa y que hay espacios de socialización de una nueva visión de ciudad.

Cali como ciudad trae a diferentes artistas de diferentes partes del mundo a un espacio donde no se está acostumbrado a ver este tipo de espectáculos y yo creo que la Bienal está logrando eso, creo que es algo que se tenía que hacer y que está ayudando al desarrollo de la danza en Colombia. Además, la Bienal está proyectando a los bailarines locales mucho más allá.

¿Cómo se sueña en el futuro?

Complejo, pero en general me veo como un reconocido actor. De verdad, siento que me podría ir muy bien en esa carrera. Y también como un reconocido bailarín y coreógrafo. Me veo con una fundación.

Sylvia Patiño Spitzer.

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