Match Point (2005): Un asesino, juguete de (concretos) poderes extraños (I Parte)

Match Point (2005): Un asesino, juguete de (concretos) poderes extraños (I Parte)

Con Match Point (2005), de Woody Allen, se llega al tercero de cuatro filmes el primer ciclo de Directores de ayer, hoy y siempre, del Cine-Club Al Filo del Tiempo

Por: Luis Carlos Muñoz Sarmiento
octubre 07, 2022
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Match Point (2005): Un asesino, juguete de (concretos) poderes extraños (I Parte)

Cásate: si por casualidad das con una buena mujer, serás feliz; si no, te volverás filósofo. SÓCRATES

Con Match Point (2005), de Woody Allen, se llega al tercero de cuatro filmes (luego vendrá Amélie, de Jeunet) del primer ciclo de Directores de ayer, hoy y siempre, presentado por el Cine-Club Al Filo del Tiempo, que se emite desde la bóveda interdisciplinaria de La Fábrica de Sueños. La obra del cineasta gringo juega con los géneros y va de la comedia a la tragedia, pasando por el thriller psicológico y el suspenso, pero también cae en el manido juego de los estereotipos, de las fórmulas usuales del guion, del preconcebido cine Made in Hollywood, así sea realizado por la BBC, de Londres. Carga, además, una alta dosis de ópera italiana, con sus respectivos créditos en italiano, lo que habla quizás del compromiso para poder financiar el filme. Un filme que va más allá del simple juego, y de la metáfora deportiva para pasar luego a la existencial, con su recurrencia al dilema entre si las personas deben tener más suerte que talento o al revés, o si en últimas el ser humano es juguete de poderes extraños.

La primera secuencia, en ralentí, ya marca la apuesta que tiene muchos rasgos del Allen autobiográfico y menos del Woody habitual con sus comedias desopilantes; sus dramas serios/trascendentes; sus tragicomedias signadas al tiempo por el humor y la amargura o la melancolía, con algunos ejemplos: Sueños de seductor, Annie Hall, Manhattan, Zelig, La rosa púrpura del Cairo, Hanna y sus hermanas, Días de radio, Maridos y esposas, Dulce & Melancólico. Cita a quien conocía la esencia de la vida porque dijo que es mejor tener suerte que talento, que gran parte depende de ella y que hay muchas cosas que escapan a nuestro control. Y viene la metáfora deportiva: a veces, cuando la pelota toca la red, o Net, durante un instante puede pasar o caer hacia atrás, entonces o se gana o se pierde. Pues bien, la historia de Match Point es la de un perdedor, así al final salga indemne, no de un ganador, de una derrota, no victoria, pues no se trata solo de un juego, sino de seres humanos comprometidos.

‘Tengo mucha experiencia’, dice Chris Wilton con jactancia, lo cual ya marca un punto en contra de este profesor de tenis del Beach Club Marbella et al, a quien la persona que lo recibe dice, además, que lo alaban. En cuanto a si añora el juego profesional, dice que no: odia las giras de campeonato. Mucho viaje y nunca sería un Rusedski o un Agassi, dice con tristeza. Mucha ansiedad, no cree tener talento y solo confía en la suerte. Un gran deseo de vivir ahora en Londres: los socios del club son muy selectos; así, empieza a trabajar el sábado. Chris agradece. De ahí al sitio de alojamiento: en suma, un aparta-estudio o ‘todo encima’. Vista preciosa, con intimidad. Como en toda oferta capitalista: ‘solo ventajas’. £ 225, ya que se trata de la capital del imperio británico. Si no le gusta, puede irse a Leeds, le dice con mal humor quien le entrega. ‘¿Ya tiene Wok?’ Ese sartén oriental cónico para descrestar a personas con afán de ascenso, a pequeño-burgueses o, en su defecto, a arribistas sin temores.

Del tenis, como ejercicio, a Crimen y castigo (1), como símbolo premonitorio, al que ya se sumó la bola en la red. Chris es presentado a Tom Hewett, quien dice de Wilton que es el profesor perfecto: mucha paciencia y analiza bien los defectos. Tom señala su falta de práctica, desde la U. Le dice a Chris que ni prisa ni desánimo. Ambos, comparan a Henman y Agassi: ambos fantásticos, dice Chris, para quedar bien. Según Tom, Chris les plantaba cara de maravilla. Los lujos de la ficción, permiten al que sea hacer parte de la realidad o a la mentira volverla verdad. Chris va a una tienda a conseguir algo de ópera: el clasudo Tom conoce una… Otra señal del duelo que se avecina. Solo falta la tragedia griega: Sófocles, Esquilo, Aristófanes. La lucha de clases surge: su papá dona fortunas al Covent Garden. Irán a La traviata. Mientras Chris pague su boleto será un placer compartir el amor a la ópera. Aunque, eso sí, todo suene muy previsible, harto gringo, aún en la flemática City de Londres.

Tom presenta a Chris con Alec, su padre, gran jugador de tenis: otra vez, la modestia. Seguro, Tom exagera mi juego, dice Chris, con igual humildad. Aparece Chloe, hermana de Tom y su futura esposa. La madre pasa ignorada. Primero: poder, dinero, machismo. Un gesto de Chloe delata quién seduce o se enamora… ¿a primera vista? Tom agradece a Chris las flores (esas cosas encantan a los…) y retorna favores: ‘son encantadores’. Chloe es muy inteligente. Ella lo invita a la casa de campo, claro, con sus padres. Chris dice que se aprende con uno mejor, con su sencillez y su toque seductor a la Elvis, pero tenista, no c… Chloe, con un ligero traje, destaca su casi anorexia. Al decir de Chris, ella tiene un estilo muy personal: patoso. Chloe se pregunta cómo él, por contraste, ha llegado a ser tan bueno. Pero, jugar con los mayores no ha sido tanto cuestión de calidad, como forma de salir de la pobreza. Como en Colombia a través del fútbol o en Kenia por vía del atletismo. A Chris no le gusta enseñar.

Menos para siempre, reconoce a Chloe: se cortaría el cuello. Ésta lo ve, maternal, como un pobre niño irlandés llegado a Londres. Porque ahí sí se reconoce al inmigrante. No cuando se les quita la lengua madre a Wilde, Joyce, Beckett, para pasarlos por ingleses. O al keniano Ngũgĩ wa Thiong’o para que escriba en inglés, no en swahili. Chris aprovecha y ensalza el arte y el teatro inglés. Chloe se los enseñará por su propia vía pues creció en Belgravia, barrio gomelo de Londres y, más allá, del mundo, ubicado al suroeste de Buckingham. Siempre y cuando Chris pague las entradas. Aunque el filme sea un producto BBC, más parece Made in Hollywood… Y así lo es, por sus guiones no tanto originales como producidos bajo patrones en serie y más en broma que en serio. Máxime si de por medio está un judío, así se trate de uno atípico: Woody Allen y peor si se lo llama con su original yiddish, A. S. Königsberg. Chloe y Chris van a la Saatchi por una dosis de roce social, bajo el mote artístico.

Pues se trata más de una muestra más del Sistema y aquí de la Industria Cultural hegemónica. Y suena la ópera, no como arte sino símbolo de Touch of Class. A ello ya se ha sumado el cricket, esa diversión con bolas de madera y tacos, que se juega a pie: no como el que se juega a caballo u otra forma de mirar al mundo desde (más) arriba. Surge la biblioteca, en la que seguro no faltan los 32 pesados volúmenes de la Enciclopedia Británica que, por siglos, encarnó la suma del saber humano, solo por el hecho de ser inglesa de origen e imperial. Chris se retira un poco amilanado: lo suyo es el deporte. Luego vendrá el deporte del sexo, cuando aparezca la Femme Fatale Nola Rice. Ella juega el deporte de toma-y-dame, con el asesor del club, que se retira al entrar Chris. Y lanza la pregunta enunciadora y que a la vez la denuncia, dada su belleza y potencia sensual/erótica: ‘¿Quién será mi próxima víctima? ¿Tú?’ Él, falso inocente dice, como Tom del tenis, llevar mucho tiempo sin jugar ping-pong.

Otra metáfora, vía onomatopeya, como la de la bola en la red; una más como en Crimen y castigo, del escritor que luego sería pionero del psicoanálisis, al decir del propio Freud, en obras como Dostoievski y el parricidio (1928) y ya antes en Totem y tabú (1913), sobre culpa, parricidio y vínculo con ese padre, Fiódor Pavlovich, luego asesinado en Los hermanos Karamazov (1879/80), por la horda de sus hijos: Dmitri, violento; Iván, intelectual frío/materialista; el pequeño Aliosha, pasivo y religioso; y Smerdiakov, ‘bastardo’ y resentido. Iván ‘no tiene Dios, sino una idea’, como dice Mitia al final del texto. Nola tasa un partido en £ 1.000. No es ardid que el dinero manda. Menos en sociedades en las que las cosas importan más que las personas. La historia ocurre en el país/cuna de la I Rev. Industrial, de la que, en gran parte, surge el capitalismo. Nola, no sabe en qué clase de juego se metió cual Caicedo en su novela ¡Que viva la música! a modo de El diferente, de Ray & Cruz. (2)

Pero, no es tanto como Chris, con su origen humilde e irlandés, aunque ahora se codee con la High Class londinense, gracias a Tom. A Nola le iba bien, al menos en el juego, hasta que apareció el ‘diferente’, el ‘derecho’ Chris: ella es diferente solo por ‘zurda’. Chris, ante la carencia de talento, echa la culpa al destino. Así, viene el entronque con la tragedia griega: Edipo, Electra, Medea. ¿Qué hace una bella gringuita, que juega ping-pong, mezclada con la clase alta inglesa, como se dijo de Chris? Nola prende su cigarro a la Bogart e inclina de paso la cabeza para que nadie deje de fijarse en su radiante belleza. La de sus ojos, mirada, manos, cabello, piel, en fin, la de su expresión toda. Nola recalca lo del juego agresivo de Chris, un adelanto del amor y del erotismo, de la violencia ligada al poder y de ahí a la sexualidad, y al cuerpo como arma política, y, por último, a la muerte. Su boca semiabierta, con sus labios carnosos ya arrastran la idea del desborde sexual, de la pasión arrobadora, del éxtasis erótico.

Chris le pregunta si sabe que su boca es la flor de la sensualidad. Y si Nola habla de lo agresivo que es su juego, Wilton habla de la competencia, por más que se oculte, uno de los pilares del capitalismo junto a avaricia, soberbia y éxito. De pronto, aparece Hewett con la idea de presentar a Nola con Chris, aunque ya, sin importar que por ahora es la novia de Tom mismo. Éste, ante la queja de Nola, advierte que el profe se gana la vida jugando con ventaja. La próxima vez estará preparada. Tom y ella llevan seis meses, desde que se colaron a una fiesta; y, qué curioso, Nola estudiaba arte dramático. Otro ‘colado’ será Chris, quien practicará dicho arte, con visos de thriller negro, suspenso y tragicomedia griega, y final entre onírico y fantástico. A ello ayuda que la madre de Tom tenga otros planes para él, los que no incluyen boda con la aspirante a actriz, menos si es gringa. Tom y Chris, sonríen. Esa semana almuerzan los cuatro y, a modo de brindis, el inglés propone al súbdito irlandés un escocés.

Con el Támesis al frente y al fondo la guardia de Buckingham, Chris y Chloe pasean, van a cine y festejan las tardes pasadas. Chris espera más alumnos, no ‘más dinero’. El mutuo entendimiento ayuda, claro. No se sabe si la película está en pantalla o la viven ellos en sus butacas frente a tan escaso público. De ahí saltan al sofá del proleto irlandés que inicia su ascenso social, partiendo de esa insignia llamada cama, con ópera de fondo. La madre cree que Chloe ha estado saliendo mucho con Chris. Ya basta. Aunque le cae bien, ignora qué se trae (la intuición femenina en marcha): al menos, no jugar tenis toda la vida. En cambio, a Alec le parece agradable, hecho a pulso y nada superficial. A propósito, conversaron sobre Dostoievski. Chloe averigua si Chris puede trabajar en una de las empresas paternas, no porque parta de su propio interés, sino porque es alguien abierto, ecléctico. La madre le pide no correr: mire que su hermano sale con una mujer que no lo sacude y que ignora qué quiere.

Chloe pone la nota xenófoba al observar que son felices, así ella sea gringa: y no ‘americana’. La madre opina con falso criterio, entre psicológico y psicoanalítico, que al ser malcriada/caprichosa y actriz, añade Chloe, son impulsivos: eso, de taco, incluye a los actores. Uno de ellos será ahora Chris mismo y Chloe lo padecerá: la lengua es el azote de esa parte donde acaba la espalda. Para la madre, Nola se engaña y tiene mal genio: no le conviene. Chloe ha tomado mucho cariño a Chris y lo cree recíproco. Ante la pregunta de su hija, dice que hablaba de Nola. Chloe llega agitada a la cita con Chris. Por el tráfico, piensa que Tom y Nola estarán atascados. Un socio de Alec llama a Chris para un trabajo, todo por Chloe al mediar con su padre. Chris reconoce el detalle. En todo caso, lo pensará pues no se imagina en los negocios. Alec hará lo posible para que ascienda deprisa o como sea. Así no sea exactamente un trabajo de despacho, le explica Chloe: ‘Considéralo como un escalón’.

En ningún caso ‘Escalones’, poema de Hesse en El juego de los abalorios sobre la utópica aldea pedagógica Castalia, de donde ¡ah, despropósito¡, derivó una cursi gaseosa. Para Chloe, la nueva opción laboral hay que tomarla como un puesto mejor, más responsabilidad y quizás mayores ganancias. Chris reconoce que, viniendo de un satélite del imperio, y la mayor cantera literaria, siempre haya admirado a tipos como el padre de Chloe. Rico, pero no estirado (como Berlusconi o Menem, por esa y otra razón, más cosmética que metálica); alguien que disfruta su fortuna (detrás de la cual siempre hay un crimen); pasándola bien, apoyando las artes (sin importar que unos pocos ignoren que hay un arte mayoritario pésimo y otro minoritario excelente). Alec, según Chloe, respeta cómo Chris ha salido avante ante la adversidad. Tras llevar a Nola a ver coches antiguos, ella y Tom llegan por fin a comer, debido al tráfico: qué tal en Bogotá o Medellín. Por la exposición, Tom casi se moja encima.

Será por el paroxismo, los precios de los autos, por ser el símbolo mayor del capitalismo, desde la Era del Ford-T. Conste que dicho símbolo no podía quedar por fuera, tratándose de un cineasta gringo… también judío. A Nola le gusta un Aston Martin que, oh coincidencia, ya condujo el ‘irlandés’ estando al servicio de un burgués. Al que, vaya meticulosidad, le lavaba los carros con un cepillo de dientes. Cuando se casen, Tom propone a Nola coleccionar coches antiguos. Hedley es perfecto para ellos y llega la cena. Tom pide patata al horno con trufa y Nola, igual: porque, dentro del machismo, a una mujer no puede ocurrírsele otra idea. Mientras ordena la carta de vinos, Chris reclama, solo mirándola, la atención de Nola. Chloe, más atrevida que su próxima rival, tomará blinis con caviar; en cambio, como en un shopping común, el plebeyo irlandés, ‘pollo asado’. Chloe se burla e invita a probar lo mismo que ella pidió. Velada crítica, entre cómica y triste, sobre cómo se nutren distinto los estratos sociales.

No falta la relativa a la lucha de clases: a Chris, según Chloe, lo han educado para pedir lo más sencillo, por ‘barato’. Pregunta si su padre era un obrero especializado en etiqueta. Mientras Chris recuerda a un padre austero, para Chris es un fanático religioso. Y eso tal vez surta igual efecto al de un insulto reciente. Al de la fanática que agravió a la vicepresidenta de Colombia: ‘Francia Márquez es un simio, qué educación puede tener un negro, los negros roban, atracan y matan…’ Petro salió en su defensa: ‘Este odio racista es irracional’. Chris agrega que su padre perdió las dos piernas, pero encontró a Jesús, lo cual no le parece a Tom un cambio justo: por ende, el silogismo parece decir que mejor no encontrarlo, ¿verdad? Entre el humor negro basado en blanco irlandés, todos ríen con un chiste que parece exclusivo de Allen, aquí usando dardos sionistas. Alec organiza una sesión de tiro, sin metáforas sexuales de por medio: otro tópico infaltable dentro del Sistema, así la historia ocurra en UK.

Nola llevará ropa diferente, para no disgustar a la madre de Tom, como sucedió con su micro vestido de baño. Lo que prende la tea de lascivia en los ojos de Chris. Nola se defiende: si supiera que se usó en un spot le resultaría chic: esto es, aceptación o rechazo según convenga. Al volver el tema de oportunidades, suerte, trabajo, al idealista Chris, que habla de suerte, le aparece un opositor casi natural, Chloe: ella cree en el trabajo, no en la suerte, como quien acata el diktat capitalista. Chris reacciona: el trabajo es vital, pero ‘todos’ temen reconocer el valor de la suerte. Propone un distractor: que para los científicos la existencia es fruto del azar. Lo que solo en parte es cierto, si no, ¿dónde quedarían los políticos, filántropos, empresarios, en fin, mercachifles que diseñan la agenda 2030, para diezmar a la Humanidad, con el pretexto fútil de que no hay cama pa’ tanta gente y hay que reducirla en un 15 o 20%, para luego decir que hasta un 15 o 20%, como hizo Bill Gates en una charla TED, en 2016?

Y Tom cita al cura de antaño: ‘La desesperación es el camino más fácil’. Chris le responde que la fe es el camino más fácil. Carl Sagan salta entre los dos: ‘Fe es la creencia en una falta de evidencias’. Como las cosas se ponen pesadas, Chloe cambia de tema y apunta que Nola hablaba de ser actriz, pero ella se replantea serlo. No soporta que en su ciudad piensen que fracasó. Y no es que piense volver a Boulder, CO. Los cuatro se quedan con dos de vino Puligny-Montrachet. Chris se encuentra con Rod Carver, como los muestra un contrapicado sobre un edificio con forma fálica. Trabajará para Alan Sinclair. Tal vez sus funciones sean poco estimulantes, hasta que él mismo descubra cómo van las cosas en su nuevo cargo. Alan y Rod le aseguran que, sin importar el sueldo, allí estará contento pues pasan grandes cosas. Chloe está feliz de que se haya sumado al ejército global del trabajo, para esa época aún no uberizado, como hoy, según muestra el filme Sorry We Missed You (2019), de K. Loach (3).

Pronto Chris dirigirá esa sección pues lo cree más vivo que Sinclair, de carisma, pero sin empuje. Chloe abre el regalo que le trajo aquél. CDs de ópera con ‘arias preciosas’ y una voz que sintetiza la tragedia de la vida. Chloe abre un vino, de ese francés que Tom le enseñó a Chris y al cual es adicto. Van al cine con Tom y Nola. Puede ser mejor divertirse ellos dos, solos. Al final, Nola no llega al cine por una migraña. Peor para ella, dice Tom porque verán ¡Diarios de motocicleta! (2004), biopic de W. Salles sobre diarios de viaje del Che y Granado por América Latina a bordo de ‘La Poderosa’ moto Norton 500. Viaje que atesora el rechazo de Guevara a la riqueza en que nació/creció y su camino como guerrillero para combatir toda injusticia y lograr la dignidad que el ser humano merece, sin distingos de origen o posición de clase. Según Chloe, Chris cae bien a todos en el trabajo, su padre ha oído loas al respecto. Dice que es un chico muy listo, sin saber por qué: ya se sabe que lo aparente nunca es lo real.

Y la realidad, muchas veces acaba por devorar a la apariencia aun con o a pesar de la colaboración o el rechazo de los implicados. Chris sale de Ralph Lauren y, oh sorpresa, se topa con Nola Rice. ‘¿Qué haces por aquí?’ ‘Buscaba un suéter’. Nola tiene una crisis nerviosa y una prueba médica en 10 min. Chris cuenta que se ponía muy nervioso antes de los partidos y a Nola que si ha probado con yoga para relajarse. Una copa la reanimaría. Chris, interesado/dúctil, acepta. La hermana de Nola fue a la U. por dos años, pero ella es, como él, autodidacta. Muy bella, se enganchó con las drogas: otro asunto inevitable, cuando de gringos, sobre todo, se habla. Y… ‘seguro que no es tan bella como tú’, acota el lambón irlandés en su afán de no aplazar más el gustico, como diría el genocida gran colombiano. Pero, Nola cree que ella es sexy y Linda es una belleza clásica. Chris pregunta si percibe su efecto sobre los hombres. Nola sigue con Linda y su ida, vía padres, a concursos de belleza.

Otro infaltable del canon capitalista, junto a efebofilia, vanidad y nihilismo. Es una broma o algo ridículo, expresa Nola sobre Linda. Su padre se largó, nunca envió dinero y su madre, por dipsomanía, jamás toleró trabajos. Conoció a Tom en una fiesta y vino como misil teledirigido. Le pareció apuesto. La llenó de regalos y a ella como oriunda de CO, le pareció alucinante. Pero, no se casó porque arrastra un matrimonio roto encima y la madre de Tom también la odia por eso. Se refiere a Eleanor, a quien solo ahora se cita por su nombre. Ella quiere casarlo con una prima lejana, una tal Olivia: con ello, va a la familia endogámica, en la que se casan entre sí para conservar sus fortunas: un asco. Así que más que amor a primera vista, fue atracción fatal/material o cupido al corazón de la vanidad. Chris dice a Nola que Chloe es un encanto; que así quisieran casarse, Eleanor también se opondría. Nola piensa que su caso es distinto porque no traga a Eleanor y lo sabe, pero a Chris lo alistan para el papel.

Lo dicho, un futuro artista dramático, con tragedia incluida. Así, por gajes de la justicia, salga indemne o no. Le ruega creerle: ellos casi se mueren al creer que Chloe había huido con el dueño de un club gastronómico de Londres. A Chris todo le irá bien, si no la embarra: como si supiera qué va a pasar. Fin de la dramaturgia del filme: poner una carnada hasta que el pez sea pescado. Así, cuando Chris intenta averiguar cómo podrá pifiarse, Nola, lacónica/segura le suelta: ‘Intentando ligarme’. Pues siempre intriga a los hombres, los ciega con su belleza, con su carácter respecto, v. gr., a lo material: nadie le pidió nunca devolver el dinero. Chris se pregunta cómo perdió su seguridad durante la prueba médica o si era un simple ardid, añado, para obtener sus fines con el nuevo actor. Surgido, además, del mundo obrero y ahora involucrado con la flor y nata de la sociedad londinense y, más allá, la clase alta inglesa. Nola ha bebido y pide un taxi. En BMW y Mercedes Benz, los invitados llegan a la casa campestre.

Donde hay establos, caballos y todo lo que distingue a los poderosos de los despojados. El caballo se pondrá bien porque ya Carmichael lo vio. Por vía de Alec, Chris tomará un curso de negocios, pagado por la empresa, mientras prepara su escopeta para la cacería: la otra se mueve tras bambalinas. Alec le confirma lo que dijo Chloe sobre su buen desempeño y que a inicios de año quedará libre un cargo clave, con mucha responsabilidad, otra vez, y un sueldo acorde con las funciones. El capitalismo siempre pinta maravilloso, hasta que lo real se transforma en dolor, alienación, duelo. El nuevo puesto incluye cuenta de gastos, chofer, otro estatus, etc. Alec no haría tal propuesta si no supiera que Chris está calificado de sobra. A lo cual responde de modo políticamente correcto, según cánones de la decencia vía Sistema y del guion esquemático: ‘Me dolería defraudarle’. Chris recibe su arma para ir de cacería, ese otro oficio de nobles, monarcas, arribistas: también, de narcos y paracos, en otros lares.

El ensayo de tiro, es apenas la puesta a punto para la temporada del urogallo, ave galliforme distribuida en parte de la Europa boreal hoy en peligro de extinción. Chris persiste en su ironía respecto a Chris, al decirle a Tom que no lo asuste pues su puntería es peor que su tenis. Su hermano hará de él un gran cazador de urogallos. Chris muestra que fuera de Dostoievski, lee teatro pues le pregunta por su libro de Strindberg, el genio sueco del drama (admirado por Bergman, August, Allen) precursor del teatro de la crueldad (Artaud, Weiss, Brook), teoría expuesta por Artaud en El teatro y su doble (1938), que busca concientizar al espectador de las fuerzas que dominan su interior y de las naturales. También pionero del teatro del absurdo (Godot, Beckett, Genet), con su corte existencialista (Kierkegaard, Heidegger, Camus) que interpela al hombre y a su sociedad. Algo de crueldad y de absurdo subyace en la trama de Match Point (punto que define un partido o una vida o dos asesinatos).

Como puede verse a través de la crueldad en el trato hacia los dos desclasados e inmigrantes. El absurdo, con la mixtura onirismo/fantasía, en esa secuencia/prodigio de apariencia natural, cuyo productor al inicio es ambiguo y luego sorprende con el que de verdad sueña. Todo ello, como en teatro/literatura con tramas sin sentido aparente, diálogos repetidos, dramaturgia sin continuidad de la que brota un ambiente onírico. Alec subestima a Nola en el ajedrez (juego masculino por excelencia hasta llegar a ser ‘la gran metáfora homosexual’) (4) y para compensar culpa a Tom por ponerla tensa, así él sea la causa real. En su afán por resolver el dilema peca y reza, Alec asegura que a Nola algo le saldrá bien. Para ella, por ahora, no hay un rol adecuado. Eleanor suelta su veneno: ‘¿Hasta cuándo aguantarás?’ Ella también es ‘zurda’, como Nola. Agrega que, si pasa el tiempo y no se concreta nada, deberá probar otra cosa si no quiere sucumbir. Del juego ciencia a la ciencia existencial o al ajedrez metafísico.

Tom defiende a Nola, pero Eleanor reitera que al llegar a cierto punto se cuestionará si eso es lo que quiere en la vida. Pero, ya lo hizo. Eleanor dice que es lógico, sobre todo en una mujer, ya que es una profesión cruel para el género: lo puede certificar el propio Woody con su CV. Alec, incómodo, parece preguntar qué pasa con su mujer y dice que Nola no es justo una ‘abuela’. Eleanor no se refiere a ella, es su disculpa, pero que jode, jode... Tom concluye que es su opinión y como tal puede quedársela. Alec le pide que no levante la voz a su madre: que a cada tiro acosa/desanima a Nola. Para Eleanor, ser actor es muy engañoso: los que valen, lo saben ya. Otra indirecta a Nola: como no vale, no sabe. Así que esperar para ocultar una derrota ante los amigos es poco realista, opina la bruja, alcohólica, del 77. Nola se disculpa y se va. Alec reconoce en su mujer un gin-tonic de más, como quien nota que para entenderse basta con reducir el alcohol como pensaría el abstemio que ahora se aburre sin él.

Chris ve llover, a Nola mojándose y él que se moja. Así que corre en busca de su heroína, la que ya húmeda refleja sus atributos. Chris no ha hecho bien siguiéndola, así le guste cuando bebe porque se pone coqueta, distinto al Neruda de ‘me gustas cuando callas /porque estás como ausente’. Lo que menos quiere Chris es que Nola desaparezca pues ya se instaló del todo en su cuerpo/mente. Como no hay culpa viene el desborde feromonal: también fenomenal, así Nola diga ‘no podemos hacer esto’. ¿Qué lo impide si pasión/erotismo mata novio y amigo a la vez? En España, no solo, se dice que arrastran más dos tetas (o dos bolas, por Tom y el género) que dos bueyes con su carreta. Nola: ‘Esto no lleva a ninguna parte’ y es así, pero es como si llevara a todas. Hasta que no queda más opción que tirar bajo el agua: los hechos son tozudos, dicen los que saben, así se les niegue que valen. Por ‘viejos’, aun con su experiencia. Chris se coge la cabeza en su curso de negocios. Hay oferta laboral para Nola.

Chris sale a ver qué pasa… la nota fría, distante, evasiva desde la ida al campo. Pero, no quiere fomentar nada y a lo hecho pecho: y el resto del cuerpo, diría un guion cómico. Culpa al desenfado y a la bebida. Pasión es pasión y el juego es de aquí y allá. No en los negocios, cuya mejor balanza es la unilateral. Nola le dice que su sueño de una noche de verano se ha cumplido. Fue un lapso, justo, pero ‘¡despierta!’, le dice la sabia taoísta del amor al ingenuo hijo de fanático irlandés: hasta aquí un tratado sobre paternalismo, no sobre solidaridad. Pues sus fines van más sobre las cosas que sobre las personas, lío en el cual Marx fincaba su esperanza de transformar el mundo y Rimbaud el de cambiar la vida, personal y societal. ‘Soñabas con hacer el amor […] y no digo que no me viniera la idea. Tuvimos nuestro momento, pero despierta’, enfatiza Nola. No olvidar que van a ser cuñados. Al decirle Chris que hicieron el amor como presentía, Nola lo aterriza: ¡Se acabó! Pero, ya se verá si es verdad.

Notas, enlaces y bibliografía:

(1) DOSTOIEVSKI, Fiódor M. Crimen y castigo. Círculo de Lectores, Bogotá, 1965, 521 pp.

(2) https://www.youtube.com/watch?v=CI1xySAfAzo

(3) https://rebelion.org/sorry-we-missed-you-una-familia-victima-de-la-uberizacion-laboral/

(4) ROJAS HERAZO, Héctor.  Celia se pudre. MinCultura, Bogotá, 1998, 1002 pp.: 795. Allí habla del ajedrez, como ‘duelo sexual’, como ‘todo buen duelo, entre hombres’ y de ellos ‘los perfectos amantes’. Así que los heterosexuales, ¡cuidado con el ajedrez!  

 

FICHA TÉCNICA: Título original: Match Point. País: UK / Luxemburgo. Año: 2005. Formato: 35 mm; color; 124 min. Gén.: Drama / Comedia dramática / Thriller psicológico / Suspenso. Guion y Dir.: Woody Allen. Mús.: G. Bizet / G. Donizetti / C. Gomes / Andrew Lloyd Weber / G. Rossini / G. Verdi. Mon.: Caroline Smith. Fot.: Remi Adefarasin. Vestuario: Jill Taylor. Efectos especiales: Rudi Holzapfel. Int.: Alec Hewett (Brian Cox); Mathew Goode (Tom Hewett); Nola Rice (Scarlett Ingrid Johansson); Chloe Hewett (Emily Mortimer); Chris Wilton (Jonathan Rhys Meyers); Eleanor (Penelope Wilton). Prod.: Letty Aronson / Lucy Darwin / Stephen Tenenbaum / Gareth Wiley. Productora: Dream Work Pictures / BBC Films / Thema Productions / Jada Productions. Dist.: Icon Film Distribution (UK / Australia / Nueva Zelanda / DreamWorks Pictures (EE.UU.). Estreno: 12.may.2005 en Cannes, fuera de concurso.

 

* (Bogotá, Colombia, 1957) Padre de Santiago & Valentina. Escritor, periodista, crítico literario, de cine y de jazz, catedrático, conferencista, corrector de estilo, traductor y, por encima de todo, lector. Colaborador de El Magazín de EE, 2012, y columnista, 23/mar/2018. Su libro Ocho minutos y otros cuentos, Colección 50 libros de Cuento Colombiano Contemporáneo, fue lanzado en la XXX FILBO (Pijao, 2017). Mención de Honor por Martin Luther King: Todo cambio personal/interior hace progresar al mundo, en el XV Premio Int. de Ensayo Pensar a Contracorriente, La Habana, Cuba (2018). Siete ensayos sobre los imperialismos – Literatura y biopolítica, en coautoría con Luís E. Soares, fue publicado por la UFES, Vitória (Edufes, 2020). El libro El estatuto (contra)colonial de la Humanidad, producto del III Congreso Int. Literatura y Revolución, con su ensayo sobre Manuel Zapata O. y Changó, el gran putas, fue lanzado por la UFES (20.feb.21). Autor, traductor y coautor, con Luis E. Soares, en el portal Rebelión, EE, Las2Orillas. E-mail: [email protected]     

 

 

 

    

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