Violencia en el fútbol: y nada que tocamos fondo

Violencia en el fútbol: y nada que tocamos fondo

Fresca está en la memoria la vergüenza vivida por los desmanes de hinchas en la final de la Copa América, para rematar con otro desafortunado episodio...

Por: Pedro Ricardo Meza Zabala
octubre 02, 2024
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Violencia en el fútbol: y nada que tocamos fondo

Aún fresca está en nuestra memoria y retina la vergüenza vivida de cuenta de los desmanes cometidos por cientos de hinchas colombianos en la final de la Copa América, violentando el ingreso a la fuerza al Hard Rock Stadium de Miami, para rematar con otro desafortunado episodio de nuestro clásico “¿usted no sabe quién soy yo?”, protagonizado por el mismísimo Presidente de la Federación Colombiana de Fútbol…

Solo 73 días han pasado, algo más de dos meses, y el fútbol colombiano continúa siendo protagonista. Pero no de cuenta de la destacada actuación de su seleccionado en eliminatorias al Mundial de 2026, ni del valor demostrado por las chicas de la Selección Colombia Femenina sub-20 en el reciente Mundial Femenino de tal categoría.

Una verdadera batalla campal presentada en las graderías del estadio Atanasio Girardot de Medellín en medio del juego entre Atlético Nacional y Junior de Barranquilla la noche del jueves 27 de septiembre, con una impresentable cifra de más de 25 heridos, algunos de consideración, ha sido la gota que amenaza con desbordar el vaso en una ya alarmante cadena de hechos violentos, a todo nivel. De tal crudeza han sido los enfrentamientos, que además de heridos con armas blancas y contundentes, incluso algunos hinchas fueron lanzados al vacío desde las tribunas por parte de sus rivales. No importó la integridad de los “civiles”, familias con niños y adultos mayores que se encontraron en medio de las agresiones entre barristas, pues ya es tradición ubicar en tribunas opuestas a las barras de los equipos, en búsqueda de una cada día más esquiva seguridad.

Las crudas imágenes no mienten, vándalos intentan linchar hasta a cuchillo a hinchas del Junior luego de haber sido lanzados desde la tribuna superior. ¿Así o peor estamos de barbarie?

<blockquote class="twitter-tweet" data-media-max-width="560"><p lang="es" dir="ltr">Triste ver este tipo de acontecimientos en los estadios de nuestro país - pelea en el atanasio - nacional vs junior <a href="https://t.co/H12tjr005o">pic.twitter.com/H12tjr005o</a></p>&mdash; Samue Mesa A (@Adictospereira) <a href="https://twitter.com/Adictospereira/status/1839534093115048288?ref_src=twsrc%5Etfw">September 27, 2024</a></blockquote> <script async src="https://platform.twitter.com/widgets.js" charset="utf-8"></script>

Hasta en el Torneo de Ascenso de Segunda División se ha vuelto frecuente la invasión del campo y agresiones a equipos tanto propios como rivales por parte de las barras.

Las difíciles situaciones deportivas que atraviesan tradicionales equipos como el Cúcuta Deportivo, actualmente en la 2ª. Categoría, y el Deportivo Cali, en riesgo de perder la categoría en la máxima división, han llevado a sus hinchas a trasladar su frustración al campo de juego para increpar e incluso agredir a los jugadores de sus propios equipos.

Hasta la prensa ha sido afectada en medio de esta oleada de violencia, como el ataque al equipo de transmisión televisiva de Win Sports que impidió culminar la transmisión del encuentro entre el Deportivo Cali y la Equidad en el estadio Palmaseca de la capital vallecaucana.

Ya la misma barra juniorista implicada en los recientes desmanes en el Atanasio, enardecida por la derrota como local del equipo tiburón la noche del 22 de septiembre frente a Águilas Doradas de Sincelejo, había agredido a sus jugadores, incluso causando daños a vehículos como el de Carlos Bacca, figura del equipo local.  

Para los colombianos ya son habituales los cinturones policiales desde manzanas antes del estadio, las minuciosas requisas contra la pared en busca de armas blancas, vallados con alambre de púas, perros anti-narcóticos y las infaltables tanquetas, todo tan cotidiano en nuestra “cultura”.

Incluso ya se escuchan las propuestas de impedir a las barras visitantes el ingreso a los estadios, creando así barreras que solo ayudarán a generar más división y brechas regionales. Bastante se había logrado con la abolición de las barreras que separaban a las tribunas del campo de juego, como parte de las medidas de fair-play de la Fifa en procura de civilizar el espectáculo del futbol, pero paulatinamente retrocedemos a lamentables prácticas que parecían quedar en el pasado.

Lastimosamente, para nuestra prensa nacional nada de esto pareciera tener mayor importancia. Se da más despliegue a rumores en torno a la sede de Bolivia en la eliminatoria, aún se habla del brasileño Raphael Claus, árbitro del VAR en la final de la Copa América, o de si James será titular o no en el Rayo Vallecano, buscando tal vez minimizar la seriedad de una situación que ya es alarmante síntoma de un malestar más profundo que hace metástasis.

La sociedad colombiana está fracturada, los ánimos caldeados, las frustraciones se trasladan a los diversos ámbitos de la vida y lo que debería ser el sano disfrute de una pasión como es el fútbol, se convierte en campo de batalla donde se desahogan los odios y la ira.

Y así, nuestra sociedad se hunde cada día más, sin tocar fondo en el insondable fango de la intolerancia, la división y el odio que a cada hecho de violencia se incrementa en espiral ascendente.

Ya vendrá el “castigo” de siempre… cerrar por unas fechas la tribuna adonde ingresan las barras bravas, alguna sanción económica… pero al final, más de lo mismo. Mientras no desarmemos los ánimos, en tanto no cambie el espíritu y la esencia de nuestra cultura, y todo esto siga viéndose como algo casi cotidiano a fuerza de costumbre, nada cambiará.

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