VIH, chikungunya, ébola: miedo, realidad (II)
Opinión

VIH, chikungunya, ébola: miedo, realidad (II)

Por:
agosto 22, 2014
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Hemos entendido desde su descubrimiento (Ivanovsky, 1892 y Beijerinck, 1898) que los virus eran el agente causal de muchas enfermedades en los hombres, los animales, las plantas y hasta en las bacterias (virus bacteriófagos). Estos “minúsculos sistemas biológicos” (¿Qué es un virus?, ABC, 13 de agosto, 2014) han desempeñado un papel importante en la evolución pues llevan y traen material genético entre distintos individuos y especies. Por esto pueden ser extremadamente peligrosos, pequeñas bombas de profundidad, si nuestros sistemas de defensa inmunitarios no los controlan. Lo que explica letales epidemias virales en la población humana.

Sabemos por ejemplo que las enfermedades virales (sarampión, viruela, influenza y otras) tuvieron un papel importante en la conquista de América en el siglo XVI (Bornto Die: Disease and New WorldConquest, 1492-1650 de Noble David Cook, 1998). Y en los últimos decenios hemos sufrido varias epidemias virales (Polio, VIH, Influenza, Coronavirus, Chikungunya, Ébola) que han desencadenado gran miedo social. Pero no podemos permitir que ese justificado miedo se convierta en contraproducente e inútil terror por lo que debemos moderarlo con una visión más real y precisa de esas infecciones, todas diferentes.

Por ejemplo el sida. En un estudio reciente mostrado en la Conferencia Internacional de Sida en Australia, a donde se dirigían varios investigadores en el avión derribado en Ucrania, las cifras de prevalencia de VIH en el mundo son aproximadamente veinte por ciento menos que las contabilizadas por la ONU. Aunque en 2013 hubo 1,8 millones de infecciones nuevas, en 1997 habían sido 2,8 millones. El pico de la infección parece haber ocurrido en 2005 y la tendencia global ascendente de muertes por sida ha revertido. El estudio publicado con más de cincuenta autores en The Lancet (22 de julio, 2014) afirma textualmente: “Las epidemias en América del Sur y Europa Oriental son sustancialmente menores a lo antes calculado”.

Podría uno aducir que los instrumentos de cuantificación de la ONU son poco precisos pero es más probable que las medidas de prevención de la infección hayan funcionado parcialmente. Una medida importante de prevención es el miedo generalizado al contagio con VIH. Aunque se ha reportado en grupos específicos, por ejemplo adolescentes en San Francisco y Nueva York que por su juventud no conocen a nadie que haya muerto de sida, que el temor se diluye y no se siguen los consejos para sexo seguro.

El miedo a una infección viral puede ser útil para su control pero puede también dar lugar a conductas sociales contraproducentes o causantes de mayor sufrimiento como recordábamos la semana pasada. Quizás ante la infección por Chikungunya o Ébola debemos ser prudentes con nuestros temores.

La enfermedad causada por el virus Chikungunya fue descrita hace más de cincuenta años en África y Asia. Es otra de las fiebres tropicales transmitida por mosquitos del género Aedes. En ese grupo de enfermedades las más peligrosas son la fiebre amarilla contra la cual hay vacuna y el dengue para el que no tenemos aún vacuna. La fiebre chikungunya hasta julio del 2014 se ha hecho presente en República Dominicana, Antillas Menores, Venezuela y Guayanas. En Colombia se ha encontrado por lo menos un caso en una persona de Cali que había regresado de Santo Domingo. Esto llevó a las autoridades a pronosticar la “inminente” llegada de la enfermedad a nuestro país. El uso en los medios de lenguaje profético y amenazador lleva a una percepción del ataque casi bélico de una infección. Lo que produce una respuesta militar en las sociedades.

En algunos países africanos ya se ha montado una cuarentena con ejército de las áreas que han reportado muertes por el virus Ébola. No sé cuando en la historia de la humanidad se ha demostrado que las armas han detenido con eficacia la propagación de un microbio. Por el contrario, las guerras y los ejércitos han sido causa de innumerables pandemias por sitios militares de ciudades, cuarentenas bélicas, con soldados, usualmente sujetos no inmunes expuestos al contagio. Yo diría que los ejércitos han sido gasolina echada al incendio de muchas epidemias.

Un arma moderna en esta “guerra” contra las infecciones son las vacunas. ¿Pero podemos o debemos vacunarnos contra todas las enfermedades? La fiebre por Chikungunya es como un dengue pero con mortalidad mucho menor, una fatalidad en mil casos. La única secuela importante por ahora son dolores articulares en algunos casos que se pueden tratar con antiinflamatorios o fisioterapia. ¿Merece esta situación una nueva vacuna? De todas formas ya varios laboratorios la prueban experimentalmente para patentarla (El Tiempo, 15 de agosto, 2014).

En el caso de la infección por Ébola las autoridades sanitarias de nuestro país han anunciado que su diseminación en Colombia sería muy improbable por nuestras mejores condiciones higiénicas. No nos asustemos innecesariamente, alguien puede aprovecharse de nuestros miedos.

 

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