Según informes de prensa, “El procurador general de la Nación Fernando Carrillo reafirmó este miércoles que todos los bienes y recursos de las Farc deben ser objeto de extinción de dominio, tras advertir que no son “de poca monta”, pues fueron obtenidas por una máquina de guerra que NO se financió “vendiendo pulseritas”. En igual sentido se pronunció el fiscal general de la Nación, Néstor Humberto Martínez, quien sostuvo que toda la fortuna de las Farc debe entregarse al organismo investigador para extinción de dominio, legalizarla y destinarla exclusivamente para reparar a las víctimas.” Carrillo consideró importante la participación de la Fiscalía en este proceso “para poder rastrear el origen de los bienes que entregue las Farc y dijo que los bienes que entreguen las Farc deben ser objeto de extinción de dominio pues son producto de delitos que cometieron en razón del conflicto armado. “Sostener que la entrega de bienes de las Farc NO es extinción, sería considerar que hubo donación o asociación con guerrilleros”, advirtió. Además, recordó que en el Acuerdo del fin de conflicto se pactó que la destinación específica del inventario de las Farc era la reparación de las víctimas.
Hay una pregunta de fondo que el país debe hacerse: ¿A qué se debe la insistencia de las Farc y del gobierno que los bienes y recursos de las Farc no sean objeto de extinción de dominio y pasen directamente a un ‘Patrimonio Autónomo? Todo parece ser que la respuesta es que las Farc, con la incomprensible complicidad del gobierno, pretenden incidir sobre el destino de dichos bienes y recursos, que al lavarlos y reciclarlos, adquieran una pátina de legalidad y legitimidad.
Cuando se le señaló al gobierno que se estaba gestando
“La madre de todas las lavanderías” este reculó y aceptó
que estos recursos se manejarían en un ‘Patrimonio Autónomo’
Vamos por partes: ¿Qué implica la ‘no extinción? Que estos bienes, que como con claridad advierte el Procurador NO son producto de “vender pulseritas” ya que fueron adquiridos en actividades criminales como el narcotráfico y el secuestro, y en negocios ilegales como la minería sin licencia y el contrabando de gasolina, entren a formar parte del patrimonio de un ‘Patrimonio Autónomo’ que supuestamente tiene como finalidad reparar a las víctimas del conflicto. Las Farc, por razones obvias, quisieran tener control total (o por lo menos parcial) del destino de dichos fondos buscando que dichos recursos se utilicen igualmente para promover sus proyectos y ambiciones políticas, directa o indirectamente. El gobierno, siempre listo a complacer a las Farc, en un momento dado estuvo totalmente de acuerdo con lo planteado por la guerrilla. Solo cuando se le señaló que se estaba gestando “La madre de todas las lavanderías” el gobierno reculó y acepto que estos recursos se manejarían en un ‘Patrimonio Autónomo’ en donde las Farc tendrían voz, pero no poder decisorio.
¿Es necesaria la extinción de dominio como lo exige el Procurador y el Fiscal? Por supuesto que si. De no haberlo, se presume que dichos bienes fueron adquiridos ya sea por medios lícitos o por donación o por asociación y no como resultado de los turbios negocios adelantados por el grupo terrorista durante sus 53 años de existencia. El que no haya extinción de dominio siempre dejará una duda respecto al origen de dichos fondos y será imposible quitarse de encima la sospecha que el gobierno es cómplice de una operación de lavado y reciclaje.
¿Deben dichos bienes ingresar al patrimonio de la Nación? Naturalmente. El argumento que si estos bienes entran a la Nación se enredan es espurio y distractor. Con sencillos apuntes contables, autorizado por el Congreso, el gobierno puede alimentar un Fondo exclusivamente para reparar a las víctimas del conflicto aportando sumas exactas a las que está recibiendo como producto de la venta de los bienes de las actividades ilícitas de las Farc. En el destino de dichos fondos, si es que el Estado no quiere perder su soberanía y minar el estado de derecho, las Farc NO pueden tener la más mínima injerencia. El permitirles que la tengan, más que una lastimosa demostración de pusilanimidad, es un error.
