El Acueducto es el dueño de la gran parte del cerro que limita con Santa Ana Oriental y allí tiene un pequeño reservorio de aguas así como una cañada que baja por Santa Ana y termina en el caño de la 109. Al cerro del Acueducto se ingresa por la Carrera 4 este con 110. El lote tiene un aviso de prohibido entrar pero el ingreso está sin cercar, sin vigilancia alguna y los teléfonos no son accesibles, muchas personas ingresan a este lote a todas horas del día y de la noche, incluso acampan y duerman en el lote. Es difícil sacarlas porque alegan que el lote no pertenece al barrio y es por tanto un lote que no tiene doliente. Existen pues en este lote vestigios de fogatas, cigarrillos, vidrios (que fácilmente pueden iniciar un incendio al aumentar los rayos solares) y toda clase de basura. En la noche personas extrañas entran, encienden fogatas, calientan comida, arrojan fósforos y colillas y el acueducto que es el dueño y responsable del lote no hace nada al respecto.
La amenaza de incendio en los cerros orientales que son el principal pulmón de la ciudad, afecta a los habitantes de Bogotá y directamente a los habitantes de Santa Ana Oriental que viven a escasos metros de la zona y lindan con este cerro. La amenaza de incendio pues para los residentes de Santa Ana Oriental y sus vecinos del Cantón Norte y Santa Bárbara Alta es enorme y es de mayor riesgo para los residentes de las Cras 4 Este y 5 Este que por su proximidad al cerro se encuentran en estado de máxima vulnerabilidad. Lo más grave es que debido a que el ingreso es por la cañada y por lo tanto la mayoría de los residentes de este escarpado cerro no ve el acceso, muchos son ignorantes del peligro que los amenaza cada día, más ahora que comienza el verano.
El Acueducto ha sido particularmente negligente con este predio de Santa Ana Oriental, ya que todos los demás predios vecinos que son de su propiedad tales como los que tiene en Santa Bárbara Alta y Usaquén sí están cercados, incluso hay unos que cuentan con vigilancia día y noche. Es por tanto inaudito pensar lo poco que valora el Acueducto de Bogotá las vidas de sus vecinos en Santa Ana Oriental.
