¡Vamos a vender lo humano!

¡Vamos a vender lo humano!

“Lo humano” es una bandera que ondea alto y hasta hace ruido, pero que seguramente esconde en sus profundidades y no tan claras intenciones

Por: OCTAVIO TORO CHICA
julio 26, 2022
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
¡Vamos a vender lo humano!
Foto: Leonel Cordero

Lo humano, lo netamente humano no se vende y por tanto, no se promociona. Simplemente, se tiene, se adquiere, se refuerza, se manifiesta y se comparte. Tenemos que entender que, lo humano es parte constitutiva, parte esencial de nuestra propia dignidad.

Yo, personalmente, y perdonen mi ignorancia veo con mucho temor y no con poca desilusión que hasta de pronto, por acallar voces que se levantan en su contra, desde el Pacto Histórico se esté pregonando “lo humano” como base esencial de sus pensamientos, palabras y acciones.

No faltaba más. Pues las acciones de todo gobierno, independiente de colores, ideologías e intereses, tienen que hacer referencia al mejoramiento de la calidad de vida de los seres humanos que componen el conglomerado social como la nación que se gobierna.

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Estoy hablando desde la ortodoxia política. Indudablemente, “lo humano” es una bandera que ondea alto y hasta hace ruido, pero que seguramente esconde en sus profundidades, no claras intenciones de lo humano y sobre lo humano.

Desde mi perspectiva de humanista y educador, con todo respeto pienso que la “Colombia humana”, no se construye desde el discurso politiquero y hasta farandulero en el calor de la plaza pública. La Colombia humana tampoco tiene que ver con la “Colombia profunda”, que es lo menos profundo que he conocido de Colombia.

En algún momento de mi existencia, tuve la oportunidad de construir un modelo pedagógico basado en la educación con sentido y consentida. La Colombia humana y la Colombia profunda se construyen desde que todo lo que somos, sabemos, pensamos, sentimos, digamos y hagamos, sea con sentido y de manera consentida, lo que tiene que estar fundamentado en los más preciados y esenciales principios del Humanismo, y a través de su despliegue.

Así, lo humano, lo verdaderamente humano, abandona el discurso de la construcción y traspasa hacia la deconstrucción, para que el ser humano, no sólo sea capaz de responderse a sí mismo una serie de cuestionamientos, sino que encuentre sentido a esos mismos cuestionamientos y por ende a sus respuestas; por ello todas las acciones políticas, sociales, económicas, culturales, etc, se centran en el ser humano de tal manera que este habilite todas sus competencias y potencialidades, que le permitan ser realmente transformador de su realidad personal y social circundante.

Para ello y en todo el accionar de cualquier propuesta política, social, económica, cultural, educativa que haga uso de la Educación con Sentido, para su reflexión, implementación y fortalecimiento, no se aparta de los siguientes fundamentos, pues lastimosamente, vemos que los enunciados previos que hemos escuchado de los funcionarios sin posesión aún, pero sí con palabra, no responderían a lo humano, lo verdaderamente humano, con sentido y consentido, que en el fondo, es lo que se nos ha prometido desde la desconocida “Colombia humana”:

Todo lo que hagamos con sentido, tiene sentido cuando los colombianos como seres humanos encontremos respuesta por nosotros mismos a nuestros: ¿qué?, ¿por qué?, ¿para qué?, ¿dónde?, ¿cuándo?, ¿cómo?, ¿con qué?, ¿con quién?, etc.

El ser humano, además de ser el centro de cualquier sistema, y para el caso, cualquier sistema político o de gobierno, es a la vez sujeto y objeto del mismo. No somos sólo objetos con quienes se puede hacer lo que se venga en gana.

El ser humano, aprende lo que quiere aprender, no lo que se le quiere “enseñar”. ¿Qué será lo que se nos quiere enseñar?

Nadie enseña a nadie, el ser humano aprende por sí mismo, aquello que es significativo y con sentido.

El ser humano aprende sin límites, especialmente cuando tiene motivaciones claras.

El ser humano ama la realidad que construye, no la que le construyen.

Lecciones de vida. Nuestra capacidad de movernos desde el despreciable status quo a eso que vemos como imposible, solo requiere voluntad y apremio y los colombianos, de eso sí que sabemos.

Para ello, nos proponemos y acogiendo los principios expuestos que nos conduzcan a un verdadero humanismo, cosas que no he escuchado en las propuestas de la Colombia Humana los siguientes postulados esenciales, estos sí, que nos harían mucho más humanos y por ende más dignos:

Aprender a ser: Este aprendizaje tiene que conllevar a que el ser humano identifique respuestas que tienen que ver con sus cuestionamientos existenciales tales como: ¿Quién soy yo?, ¿Cuáles son mis sueños y expectativas?, ¿Qué es lo que amo y me apasiona ser, pensar, sentir, conocer, hacer y estar?, ¿Qué quiero de mi vida? y otros.

Aprender a saber: Muchas veces lo hemos confundido con el desarrollo de la capacidad para acumular datos, fechas y hechos. No. El aprender a saber, no es otra cosa que aprender a conocer y simplemente es hacer que esas fechas, datos y hechos, tengan algún sentido para la existencia humana. La sabiduría y la inteligencia humana se desarrollan en la medida de que todo aquello que supuestamente conozco, lo pueda utilizar en otras circunstancias de manera eficiente, eficaz y ética.

Aprender a pensar: Si bien es cierto dentro de los fundamentos de nuestro concepto de Educación con sentido, consideramos que nadie enseña a nadie, hacemos referencia con ello, a los conceptos de las disciplinas; por ello, consideramos que una educación con sentido si puede conducir al ser humano al reconocimiento de técnicas de pensamiento, sobrepasando la clasificación de información y a su análisis, así como algunas destrezas para el debate; lo que requerimos y proponemos es una gama de técnicas necesarias tanto para la vida como para su desarrollo (decisiones, prioridades, alternativas, otros puntos de vista, etc.). Proponemos entonces, un método que conduzca a la aplicación del pensamiento crítico, analítico y creativo, junto con el conocimiento, a la solución de problemas; a lo que se llama operatividad: capacidad de hacer. Debemos educar para la incertidumbre y no más para las certezas o verdades mal contadas.

Aprender a sentir: es fundamental que se tenga en cuenta la educación emocional de todas las personas que conviven y trabajan en Educación. Los aspectos emocionales de los jóvenes pueden ser tenidos en cuenta cuándo se los escucha, se los respeta, se los estima, se les exige, se les ayuda a buscar alternativas, cuándo se le realizan festejos, salidas, convivencias, jornadas con temas de interés; pero fundamentalmente en el clima que se vive desde que uno ingresa a la institución y en el transcurso de toda la jornada escolar.

De hecho, es importante que el ser humano se apropie de la cultura, pero consideramos de vital importancia atender a las necesidades emocionales de los estudiantes y educarlas; dejando de verlos como simples “cabezas pensantes” y considerando que también son un cuerpo con un corazón que siente y late y que cuándo cuerpo, mente y sentimiento van unidos es mucho más placentero el aprender.

Aprender a decir: Los seres humanos que saben decir las cosas están marcadas por comportamientos típicos tales como: miran a los ojos a sus interlocutores pues, no tienes por qué desafiar a nadie, pero tampoco esconderse; hablan siempre en primera persona: “yo opino, yo siento, yo creo…”; mantienen un tono de voz firme; evitan los “no sé”; recuerdan siempre que son responsables de sí mismos y por tanto de sus palabras.

Aprender a hacer: En este componente y para que tenga sentido, debemos ayudar a identificar todas aquellas competencias y habilidades que son útiles productivamente, en otras palabras, son la manifestación concreta del ser, del saber, del pensar y del sentir, frente a las actuaciones humanas y en la práctica laboral son las más observables. Existen otras habilidades abstractas en las que el liderazgo, capacidad de innovar y adaptación a los cambios son buenos ejemplos. También las habilidades concretas como: usar cosas, software, por ejemplo, reparación de artefactos, dibujar, realizar planos, cultivar una planta, cuidar un animal, laborar en distintos frentes de desempeño, etc.

Aprender a estar: La clave del Aprender a Estar, está en “caerte bien y aprender a estar''. Este es uno de los aprendizajes esenciales hoy en día; pues supone el estar con: consigo mismo; con otra persona; con otras personas; en lugares públicos o privados; con pares o no; con la heterogeneidad; con la diversidad; en suma, es saber estar, cómo se debe estar. No con base al protocolo, sino a la manifestación más pura de autenticidad y respeto.

Para colofón de esta nota, cito algunos textos de mi autoría, en diferentes instancias y contextos, que retarían la tarea de la Colombia Humana que todos nos merecemos:

“No tiene sentido que el tiempo que los seres humanos deberían estar usando para aprender a ser, a saber, a pensar, a sentir, a hacer y a estar, lo ocupen en la Institución Educativa aprendiendo a saber y aprendiendo a hacer únicamente, olvidando el desarrollo de los otros aprendizajes propuestos”. (Octavio Toro Chica, Seminario Nacional – Tunja, 2012)

“Las Instituciones educativas no pueden ser más aquellos espacios donde los seres humanos son lo que no son, desperdiciando así años estelares de su desarrollo y no propongan, seriamente la potencialización del ser, del saber, del pensar, del sentir, del hacer y del estar, de cada uno con miras a que sabiamente construyan sus proyectos de vida”. (Octavio Toro Chica, “El Acompañamiento Pedagógico, una estrategia para la permanencia estudiantil” 2016.)

Vemos con mucha esperanza, que poco a poco se van acabando los enseñantes, quienes de una u otra forma se sienten atropellados por las nuevas formas de ser, saber, sentir, pensar, hacer y estar, de los aprendices, todos los seres humanos en el mundo. Eso nos lleva a la pregunta: ¿enseñar qué, y para aprender qué? Y cuya respuesta me atrevo a dar: Los maestros de hoy, sólo tienen una sola cosa que enseñar, si es que enseñan algo: enseñar vida, para que nuestros estudiantes: aprendan vida. (Octavio Toro Chica, “¿Enseñar qué, para aprender qué?”, 2016)

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