Uribe hundió a su partido y a Fico en una sola enclochada

Uribe hundió a su partido y a Fico en una sola enclochada

Parece incomprensible, pero el Centro Democrático ha sucumbido en pleno uso del poder. Varios serían los responsables: Uribe, Duque, Paloma, Pacho Santos, Cabal...

Por: CARLOS
mayo 23, 2022
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Uribe hundió a su partido y a Fico en una sola enclochada
Foto: Archivo

Pareciera incomprensible, pero es impresionantemente evidente, deslumbra a toda vista, que el partido que se hace llamar Centro Democrático hubiera sucumbido en pleno uso del poder y, sobre todo usufructuando absolutamente todos los órganos del Estado a su favor. No se ha visto peor desastre en la historia reciente.

Y entonces caben las remembranzas y sobre todo los agudos contrastes con la realidad.
Y es que por allá por el gobierno de su archienemigo Juan Manuel Santos nos hicieron creer que tenían la solución mágica para todos los problemas del país. Ríos de leche y miel sobrevendrían con el triunfo de su candidato Iván Duque.

Incluso, yo asistí a uno que otro debate con algunos candidatos a alcaldía de ese mismo partido y esa gente se daba unas ínfulas que uno creía pisaban en el aire para no ensuciarse los zapatos, imbuidos de una soberbia y de un engreimiento que no se sabía de dónde les bajaba tanta prepotencia.

Y hoy están convertidos en algo terriblemente lastimoso y por demás prosaico. Y si uno se asoma por la fetidez de las expresiones de María Fernanda, cada vez que habla, echa demenos que no sea Paloma la que salga con sus disparates.

Entonces debe procederse en orden de importancia de quién fue el que más la c*gó en ese movimiento y, para ser consecuentes, es difícil entresacar al jugador más valioso de ese partido. Sabemos que es el mismo Uribe, pero dejémoslo de último... para no restarle importancia.

Pongamos como ejemplo la sorprendente labor minadora de Francisco Santos cual flamante embajador en Washington. Hay que admitir que nunca un vicepresidente de Colombia, nada menos que durante el gobierno de Álvaro Uribe, podía aceptar un cargo que no fuera sino esa embajada.

Cobraba en dólares, en el sitio más conspicuo del epicentro del mundo. De manera que ese cargo no devenía de ninguna habilidad diplomática, ni mucho menos. El tipo timbraba campanillas desde hacía rato. Y no parece que fuera precisamente por su desempeño como vicepresidente.

Y le tocó ser embajador en Washington durante el gobierno en Estados Unidos de un ser berenjenosamente impotable: Donald John Trump. No encontré el apellido de su madre. Un elusivo histrión. Intuyo que su temperamento pudo serle afín a Francisco Santos.

La agenda de Santos era muy simple y muy directa: tumbar a Maduro. Estoy completamente seguro que pensaba que le parecía mamey. Pero para un tipo poco acostumbrado a trabajar y sobre todo a trabajar duro, la tuvo desde el comienzo cuesta arriba. Para empezar, creo que nunca lo recibieron en la Oficina Oval.

Trump sabía de antemano que Santos le iba a pedir plata para tumbar a Maduro. Santos habría alcanzado a sugerir alguna trasnochada estrategia a un tiburón como Trump que ni se dignaba mirarlo. En el programa de El Aprendiz, Trump no hubiera dejado pasar a Pacho Santos ni siquiera a la segunda ronda, de haberlo dejado participar. No hubiera dado la talla jamás.

Lo cierto es que Santos urdió su trama. Trump compró y metió unos dolaretes a la intentona.

Urdieron un golpe de estado tipo exprés: tumbarlo tan rápido que nadie se diera cuenta. Estaba claro que no se necesitaba mucha imaginación. Y a todos les salió el tiro por la culata. Salieron diciendo que el ejército venezolano estaba tan corrupto que se negaban a dejar a Maduro, en vez de asumir que salieron con el rabo entre las piernas.

Y entonces Trump se embejucó. Se supo que de allí en adelante nada sería fácil. No se sabe si ese descrédito inicial empezó el derrumbe de Trump: si no era capaz de tumbar un supuesto dictadorzuelo de una república bananera súper arruinada, entonces nadie servía en ese equipo de ridículos conspiradores.

Al final tendríamos a un Santos lamiéndose las heridas de su enorme frustración. Claro esa imagen podrida cayó sobre el gobierno colombiano.

Y luego vino el último desastre. Santos se alineó con la reelección de Trump. Llevó a empresarios adornados o disfrazados de hormigas culonas. No se sabe si intentaron compraventa de votos en Miami pagados con devaluados pesos colombianos. Y, ¡tenga! Trump perdió.

Perdió de una manera fea y desproporcionadamente cantinflesca: intentó tomarse el capitolio mediante asonada para obligar al vicepresidente Pence a divulgar la victoria de Trump en vez de la de Biden.

Un gigantesco falso positivo político en vivo y en directo ante las cámaras del mundo. Obviamente la derrota fue estruendosa.

Puede decirse que la diplomacia de Washington de este gobierno es la campaña más desastrosa de la historia de América Latina. No hay dólares suficientes para pagar el lobby necesario que buscara reparar semejante desastre.

Puede denominarse como lesión enorme, gigantescamente, pero ni la Fiscalía, ni la Procuraduría, menos el Congreso, se moverá para darle ese calificativo punible. Tan es así que al parecer al nuevo embajador ni siquiera lo recibe en la cocina, Kamala Harris. Duque ha mostrado reiteradamente el fundillito a ver si atrae a Biden y, nada. Idem la Marta Lucía.

¿Ha estado envidiando la Oficina Oval de Mónica Lewinsky? Y todavía, casi enseguida, luego de la inminente salida de Pacho, María Fernanda, asomó su candidatura. Supuso que Pacho a pesar de su descrédito vendría por la Presidencia. ¡No! Qué equivocación. ¡Se desesperó! Ya Pacho no tenía mecha. Pacho era un despojo. Exactamente lo contrario del Cuarto de Tula.

-El cuarto de Tula / Le cogió candela/ Ay! Se quedó dormida/ Y, no, apagó la vela.

María Fernanda quiso emular la talla de Pacho. Claro, si éste no daba ni para embajador, entonces Mayi Fer tampoco iba a ningún Pereira. Y así fue, tal cual.

La caída de María Fernanda es un misterio más enredado que el de la Santísima Trinidad. Ella tan radical. Tan papista o más. ¡Vociferó tanto! ¡Fetideces van y babosadas vienen!

Y sin embargo, ¿cuál fue la cadena de jugadas maestras que le hicieron? Creo que al final la derrotó Macías, el filósofo este de la Sutatenza. Su fatal desastre demostró que el uribismo recalcitrante iba por otro lado.

Ha dicho María Fernanda que si triunfa Petro se va del país. Ya se pueden imaginar la temible preocupación de las gentes. ¡Velorios habrá a mil! ¡Fiestas, ni se diga! Nadie sabe si visitará a García Márquez en aquel no lugar al que lo mandó tan injusta como iletradamente: dudo que haya leído jamás Cien Años de Soledad.

De leerlo, algo supiera de Colombia. Señalo este desastre, de segundo en el partidor, pues así de esta talla son las vísceras de todos ellos. Simulan una prepotencia que Carlos Lleras calificaría como si tuvieran el “acre olor del león”. Son posudos con grajo. Se inflan de una grandilocuencia grotesca más fláccida ante la mermelada que ante la natilla.

Y este lastre también lo cargó el gobierno. La campaña interna del uribismo demostró ser una farsa. Un falso positivo de características góticas. Al final sus precandidatos no eran ni María Fernanda, ni Oscar Iván, éste de insólita recordación.

No se entiende que Oscar Iván, que ya tenía supuestamente avanzada una cauda del anterior debate, estuviera siendo desechado. ¡Había ganado una primera vuelta frente a Santos! Y es que el dedo índice de Uribe, por donde los ponga, o por donde lo meta, hace daño. Cuando alzó ese dedo un poco antes del Paro Nacional, luego se nos vino la arremetida del Esmad. Y advirtió: ¡Cuidado con el 2022!

Pero entonces, ¿por qué se esmeraron tanto en tumbar a María Fernanda? Fue toda una urdimbre de características poco menos que mefistofélicas. ¡Qué Príncipe ni que ocho cuartos de Nicolás Maquiavelo! ¿Por qué taparon el gallo de Federico?

Y lo peor, si de verdad el gallo venía de Federico, ¿por qué obtuvo tan pocos votos en su escogencia? Más lógico hubiera sido echar la casa por la ventana y posicionarlo de una. Terriblemente tacaños sacaron a volantear a Uribe en la Comuna Trece.

¡Hágame el bendito favor! ¡En la Comuna Trece! Como si en la Trece nadie tuviera memoria comunal. ¡Pero si allí no hay gallinas! Confiaban en que todavía su líder tenía teflón: una durísima fibra que aguanta candela que es un contento y que deja resbalar los huevos en la sartén. Hasta Tres Huevitos deja resbalar, se cree.

Y en la Comuna Trece le dieron una lección que pasará a la historia. A pesar de sentirse provocados y al mismo vilipendiados en su dignidad de gente pobre, ¡no le tocaron un pelo! ¡Sí! ¡Si! Lo madrearon hasta más no poder, le dijeron algo así como, ¡Paraco HHH!, pero de ahí no pasaron. ¡Sus voces eran altruistas! Los de la Comuna Trece todavía creen que eso debería haber sido suficiente, sobre todo para un expresidente engreído. Y pudo serlo para cualquier persona, en realidad.

Se imaginan, y es verdad, que me he saltado varios capítulos. Uno de ellos, proverbial. La aparición de la serie Matarife. ¡Uy! No la comentaré. Lo que más me ha impresionado de esta serie es un hecho estridentemente semiótico y particularmente indomeñable: los hilos que tejen el primer pantallazo no son de la fina urdimbre del célebre costal tres rayas de curtida estirpe cafetera. ¡No! Son unas deleznables trizas del peor nailon que pudieron conseguir de color sanguaza. Brillan como si la sangre todavía estuviera corriendo. ¡Es horripilante!

Los hilos unas veces van por debajo como de agache y otras por arriba y los cruces de los nudos son horriblemente grotescos. Siempre quedan unas estrías puntudas que hacen daño. Y abajo las fotos coaguladas de los personajes de la intriga. ¡Buah!
Y es que esos costales tres rayas eran, siguen siendo, decentes.

Si no estoy mal, representaban a Colombia cuando llevaban sus suaves cafés de entonces a Londres durante aquel renombrado Pacto Internacional urdido, creo, por Lleras Restrepo y don Manuel Mejía, ¿1963?, con sede en Londres. Los cargaba la flamante Flota Mercante Grancolombiana. ¡Oh! ¡Cuánta gloria!

Pero, ¡chamizas de nailon en la portada del Matarife! Hay mucho significante y mucho significado allí. Uno puede imaginarse una especie de la ropa esa de mortaja con que se endulla a los difuntos.

Casi no he mostrado los propios errores de Duque pues casi que sobran. Uribe alelopático. Y es que a la sombra del Ubérrimo nada parece florecer. Todo estaría amarrado con nailon. Pero, indudablemente que la pasada campaña al Congreso no puede pasar desapercibida, especialmente por el sonado amarre y ahorra esperpéntico caso judicial de la Ley de Garantías.

Y esta sí que es una historia mucho más que funambulesca. Recordarán que antes hubo una triple c…gda continentalmente inaudita: la caída de la Reforma Tributaria. A mansalva y sobre seguro, estuvo montada en el peor momento cuando la gente, toda la gente, sin piedad ninguna, llevaba del bulto por la terrible y asesina pandemia del fatal e invisible coronavirus, sin vacuna a la vista de ninguna clase.

Se creyó que la gente tenía los pantalones muy abajo y, quién dijo miedo, se vinieron con semejante pastel. Era de una cobardía insondablemente manifiesta. Y la gente se armó con un Paro Nacional cuyos vítores nunca me cansaré de ennoblecer.

Los que después fueron llamados vándalos, no existe esa categoría científica de análisis en la modernidad sociológica, desafiaron doble o triplemente la muerte en las calles. Ni siquiera la simétrica pandemia, que no respetaba pinta, los detendría.

Claro, no contaban con el Esmad y menos con la persistencia mandona del fulano de la ya comentada serie del nailon sanguaza. Ni con los infiltrados, todavía se desconocen quiénes, coludidos en los cuerpos uniformados de la policía antimotines, casi vestidos de civil. ¡Disparando en imágenes que están en YouTube, y en otros dispositivos móviles, contra los “vándalos”!

Y en Cali mataron gente como arroz. ¡Jóvenes de grande promesa! ¡Loor a sus vidas de mártires! Bueno, había algo antes impensado. Ya no podían culpar a las FARC ni a al ELN como infiltrados. Santos les había minado el terreno con el Acuerdo.

Pero, hay algo mucho más significativo que los paralizó: no se podían creer, ni siquiera ellos, que pudieran montar una Reforma Tributaria tan lesiva. ¡No se pudieron tragar ni su propio cuento! No tuvieron la convicción suficiente, por lo tanto, no pudieron engañar a nadie. En gente tan engreída y petulante eso es grave.

Pero, además, estaban observando que la gente estaba desafiando la muerte en las calles. Y ellos que ni siquiera se asomaban por la pandemia sabían que eso era suicida. Ese valor a ultranza les mostro, desnudó, el tamaño de su cobardía. ¡Y la gente se dio cuenta!
Aquí algo relumbra tras la incansable pregunta de por qué la pandemia respetó a la gente del paro.

Lanzo una hipótesis: ¡ni siquiera la pandemia puede nada contra los valientes!
Y ahora esos mismos vándalos son los que van a votar. Cosa curiosa, la palabra vándalo ha desaparecido de toda, absolutamente toda, la prensa oficial. Ahora sobreabunda la gente de bien.

Y, ¿el Esmad? Ahí está bien, gracias. Para cuando Federico Gutiérrez asomó como ganador de la consulta ya era absolutamente evidente que Uribe le restaba votos en vez de ponerle. En las redes se denuncia que el Centro Democrático como partido nunca ha adherido a la candidatura de Federico y se contesta, claro, si siempre fue su candidato, hace parte de sus huestes.

Y eso ahora pesa y el pobre Federico tiene la angarilla puesta. Es una de esas angarillas que les ponen a los burros y les enñoman el lomo por casi carecer de esterillas. Si el tipo nace sin bancada por la consulta es poco menos que un candidato anaeróbico. Estaría más perdido en el Congreso que en pelea de tigre con burro amarado.

El Centro Democrático heredó lo peor de su propio virus gestor.

Ahora el uribismo es simétrico. Es un palito sucio de m..da por todos lados. Todo el que lo coge se unta. Y nunca ha olido peor que ahora. En su soberbia parece decir: ¡Muera Sansón y todos sus Filisteos con él!

De cabello blanco se tiñe el recortado final. Nunca se ha visto una imagen tan productiva de un conductor en acción. Ni siquiera Marshall McLuhan pudiera haber sido tan puntilloso. La cabello blanco procedió sin una cana con una celeridad de alto perfil semiótico.

¡Qué capacidad de interpretación! De cabello blanco se dice tiñe la Sabiduría/ De, Cabello Blanco, no pasa ese examen la Registraduría/ Y es tal el contubernio/ que ya huele a…

Ahora bien, si Antanas Mockus obtuvo la alcaldía de Bogotá cuando todavía no existían las redes, cabe imaginarse que Quintero Calle quiera alargar el chico de su sustituto hasta que prenda su emergente candidatura presidencial. Así el uribismo podría, parodiando a Simón Bolívar, bajar tranquilo al sepulcro…político. Metería dos presidentes con una sola campaña. ¡Mete clutch y se hunde en Primera!

Postdata. Esto ha sido escrito antes de las elecciones de primera vuelta. Esperamos, con el alcalde Daniel Quintero, que no haya una segunda vuelta de este artículo.

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